Albornoz: “Chávez se fumó otra lumpia”
Me atrevo a decir que la decisión de José Albornoz de retirar su candidatura a la gobernación de Guárico para apoyar la de Leslie Manuitt, es el comienzo del lanzamiento de un aluvión de opciones electorales en los partidos de la llamada Alianza Patriótica, que no tardará en ser imitada por grupos y fracciones disidentes del PSUV que se oponen a que Chávez los lleve al matadero en su empeño de demostrar aquello de que, “jefe es jefe aunque tenga cochochos”.
Y así, el Secretario General del PPT podría decirle al comandante-presidente que “se fumó otra lumpia”, dado que, fue en una circunstancia parecida por allá en mayo del 2000, cuando con motivo del rechazo de Chávez a unos candidatos a gobernadores pepetistas que después salieron electos, Aristóbulo Istúriz, le espetó la inolvidable y lapidaria frase.
Pero ahora con muchísima más razón para Albornoz, ya que se requiere, no digamos estar “fumao” sino “engorilao”, para no entender que desde el 2 de diciembre pasado en que el país le dijo a Chávez que no lo quería como presidente vitalicio y se fuera con “su” socialismo a lavarse ese paltó, lo que le queda es comportarse como un presidente más y aceptar lo que decidan las mayorías nacionales y partidistas.
Pero sobre todo, dejarse de morisquetas como esa de mandarle a los guariqueños un candidato “navegao”, procónsul y extrarregional como premio a los colosales fracasos que ha tenido como dirigente político, parlamentario y ministro, en circunstancias de que, de acuerdo al principio constitucional de la “democracia participativa y protagónica”, son los llaneros del estado más productivo del país quienes tienen que decidir cuál es el candidato más apto para sacarlos de la crisis donde, precisamente, los metió Chávez secundado por leales como Willian Lara.
La misma receta que pretende aplicarle a los carabobeños, pues no contento con castigarlos durante 4 años encaramando en la gobernación del estado al tristemente célebre general Eructo, se empeña ahora en extremar su sevicia enviándoles de candidato a gobernador al conductor de un programa de televisión que pocas veces ha salido del lamentable guión que improvisa todas las noches en el Canal 8.
De modo que, si hay briznas de paz y unidad en algunas gobernaciones y alcaldías donde el general Muller Rojas se precia de decir que “ahí sí estamos unidos”, son justamente en aquellas entidades donde Chávez se vio forzado a respetar los liderazgos locales y regionales, a calarse candidatos que, aunque se dicen chavistas, vienen criticando ferozmente a sus predecesores que lo que han hecho es prevaricar, destruir, corromper y convertir la provincia poco menos que en una visión aterradora y espectral de “tierra arrasada”.
Y que una vez electos, no tendrán empacho ni tardanza en hacer tienda aparte y gobernar para que el último y más anacrónico de los pocos caudillos que quedan dispersos por el mundo, el émulo de Mugabe y heredero de Fidel Castro, acepte que el militarismo es una execrecencia histórica sin futuro y absolutamente incapacitada para gobernar, como que de su paso por el poder, solo queda destrucción, división, odio y violencia.
Y vergüenzas espantosas y difíciles de olvidar y superar, como esa de obligar a los venezolanos a presenciar los actos de conmemoración de la más importante efemérides que celebra la formación de la venezolanidad, convertida en una bufonada circense donde lo único real eran los payasos disfrazados de generales que ofendieron como nunca la honra y la dignidad nacionales.
Pero que se inscribe en las razones de Albornoz, y de Julio César Reyes, de Wilmer Azuaje y de muchos otros exchavistas para estar anunciando el fin del chavismo, vía la inevitabilidad de que a partir del 23 de noviembre próximo Venezuela empiece a ser otra, porque el chavismo empieza a ser menos, mucho menos.