¿Adivina el embajador que vendrá?
El nombramiento del embajador de Estados Unidos en Venezuela se ha convertido en un tema que está que arde. Ambos gobiernos están metidos en una situación que no va ser fácil de resolver.
Esto recuerda la película ¿Adivina quién viene a cenar? con Sidney Poitier, cuyo personaje era invitado a cenar en casa de los padres blancos y liberales de su novia, creando toda la tensión en la película. Larry Palmer, también es un muy buen calificado profesional con una extensa carrera dentro del servicio diplomático que lo ha llevado a República Dominicana, Uruguay, Paraguay, Ecuador y Honduras, donde fue Embajador hasta 2005.
Los EE.UU. habían presentado la candidatura al gobierno bolivariano y éste había dado su “beneplácito”, todo iba viento en popa y sólo faltaba la aprobación del senado estadounidense. Sin embargo, en “Capitol Hill” el nombramiento de Palmer comenzó a retrasarse, pues los senadores republicanos que quieren una posición más firme del gobierno de Obama, piden mayores seguridades que el Departamento de Estado (DE) no será blandengue con el régimen chavista. Así el senador Richard Lugar, envió un cuestionario a Palmer, y este lo respondió diciendo ni más ni menos lo que el DE piensa, como debe hacerlo un diplomático de carrera. Pero, sea una trampa, como lo califica gente del portal chavista Aporrea, una jugarreta de los republicanos como dicen otros o simplemente un descuido, la publicación de las respuestas en su “página web”, no podía sino causar problemas a ambos gobiernos.
Chávez tiene que pedir que se lo cambien y Obama debe insistir que sea Palmer o mostrarán debilidad frente al otro. Las posiciones ya está cantadas. Así que ¿qué saldrá de todo esto?
La semana entrante vuelven de vacaciones los senadores y seguramente aprobaran el nombramiento de Palmer. Si Palmer insiste en venir, Chávez no le recibiría las Cartas Credenciales y no se convertiría en Embajador. Sería como un fantasma. Esto podría complicarse si lo declaran “persona non grata”. Vendría una respuesta contundente, que disminuiría la representación, no creo que más abajo, del nivel comercial y consular. Más calmadamente podría suceder que las embajadas se mantuvieran al nivel de encargados de negocios, por lo que el embajador venezolano también dejaría Washington. Finalmente, Washington podría jugar la carta “wait and see” y esperar un par de años en la inteligencia de que Chávez saldrá del gobierno y se reestablezcan las relaciones. Entonces Palmer vendrá a cenar, a su casa de la Alta Florida, Caracas.