¿Adiós Gaviria, adiós?
No debe haber causado mayor sorpresa en los distintos estratos de la sociedad venezolana el anuncio de que el secretario general de la OEA, sin abandonar su compromiso con la facilitación, de ahora en adelante espaciaría su presencia en nuestro país, decisión esta que, de alguna manera, no hace otra cosa que reconocer las dificultades a las que se ha enfrentado el alto funcionario hemisférico durante todo el laborioso y tedioso proceso bajo el cual ha funcionado la Mesa de Negociación y Acuerdos.
Desde un primer momento quedó en evidencia que el oficialismo no tenía el menor interés en adquirir la obligación de encontrar una salida rápida y urgente a la descomunal crisis política que agobia al país y, mucho menos, que esa salida fuera de carácter electoral, “sin trucos”, como llegó a plantearlo el ex presidente Jimmy Carter.
Si bien la Coordinadora Democrática ha tenido una actuación impecable durante todo el período que cubre las numerosas sesiones de trabajo de la instancia negociadora, hay que señalar, en cambio, que la delegación del oficialismo no se ha cuidado de ocultar su verdadero meta, la cual no es otra que impedir la materialización de un acuerdo efectivo y real para la celebración de unas elecciones que contribuyan a superar el inocultable clima de ingobernabilidad que amenaza con destruir el resto de la institucionalidad democrática que aún persiste, pese a las violaciones constantes de la Constitución de la República por parte del gobierno “revolucionario, participativo y protagónico”.
Es así que las diferentes propuestas de carácter electoral presentadas a la consideración de la Mesa de Negociación y Acuerdos, fueron rechazadas unas y otras por la delegación oficialista con el argumento de que el gobierno no debatiría sobre nada distinto al referendo revocatorio que establece el texto constitucional en su artículo 72. Pues bien, ya ahora frente a esa posibilidad, seguros de que la derrota comicial se encuentra a la vuelta de la esquina, surgen por parte del oficialismo posturas especiosas destinadas a procurar el naufragio de la iniciativa en cuestión.
El jefe de gabinete del secretario general de la OEA, a propósito de todo lo que está ocurriendo en el plano señalado, ha estimado oportuno aclarar que el doctor César Gaviria mantiene sus estrechos vínculos con el proceso de negociación, el cual no se ha suspendido, aunque los acontecimientos de los últimos días pudieran crear confusión a ese respecto. Habrá que creerle pues no hay razón alguna para no hacerlo. Pero así como la jira sudamericana del vicepresidente ejecutivo se estima que entorpece, en alguna medida, los objetivos del Grupo de Amigos, asimismo la Mesa de Negociación y Acuerdos pudiera estar a punto de colapsar de continuar la tarea obstaculizadora que con tanto ahinco ha llevado a cabo la delegación del oficialismo.
Por todo lo anterior, habrá que formular votos para que César Gaviria se mantenga al frente de su difícil y loable empeño de contribuir a la superación de la crisis política venezolana. Y, más adelante, recuperado el estado de derecho y vigentes en toda su plenitud las instituciones democráticas será la hora de adelantar sí un hasta luego, que no adiós, al secretario general de la OEA.