Opinión Nacional

¿Acudimos al casino?

Aunque todos rechazamos el proyecto de una nueva Constitución, existen diferentes puntos de vista sobre la estrategia para evitar que el régimen logre su cometido. Lo urgente y prioritario era crear un clima de rechazo a la propuesta, desarrollando un plan comunicacional para informar sobre las nefastas consecuencias de la misma, dejando para una segunda fase la decisión de acudir o no al referendo, aspecto sobre el que no hay consenso. Lamentablemente, ya algunos actores políticos han fijado posición sobre el tema electoral lo cual, quizá inevitablemente, desviará la discusión del contenido de la propuesta. De hecho, los opositores nos volvimos a quedar en el aparato y, gradualmente, el teniente coronel ha ido venciendo la resistencia al cambio, por lo que ya no tenemos a nuestro favor la gran diferencia inicial.

Si nos olvidamos, aunque sea por un instante, de que los principios y valores no se negocian, y aceptamos el argumento de la defensa de los espacios y que la única herramienta que disponemos es el voto, cabe preguntarse ante la muy baja probabilidad de vencer al oficialismo en el referendo ¿ganamos algo si perdemos en las urnas? En las parlamentarias algunos alegaron que ganábamos algo votando, al obtener entre 10 y 15 diputados. En las elecciones presidenciales el argumento fue que era la oportunidad de construir un bloque opositor del orden del 40%. Es decir, según esta línea de pensamiento, aun perdiendo, si votábamos en esos dos eventos podíamos obtener alguna ganancia. En esta oportunidad, ¿qué obtenemos a cambio aceptando votar a sabiendas que es cuesta arriba ganar? ¿Cómo quedamos mejor al día siguiente de que el régimen gane el referendo, perdiéndolo en las urnas o perdiendo por no haber votado?

Como por diseño no podemos obviar los principios y valores, cabe preguntar ¿Estamos dispuestos a jugar en el casino electoral el derecho a disponer de nuestras propiedades, la libertad de escoger la profesión o la actividad económica preferida y ceder algunos de nuestros derechos políticos y civiles? ¿Tenemos la autorización para comprometer el futuro de nuestros hijos arriesgándolo en una ruleta aunque no esté cargada, que sí lo está? Cabe recordar que los expertos constitucionalistas Herman Escarrá, Cecilia Sosa y los integrantes de la Comisión Técnica de los Sectores Democráticos, coordinada por Gerardo Fernández e integrada, entre otros, por Gustavo Tarre, Román Duque Corredor, Cipriano Heredia, Enrique Sánchez Falcón y Ramón Guillermo Aveledo, han sido enfáticos en afirmar que los cambios propuestos constituyen un retroceso en nuestro sistema democrático. Por otra parte, si estamos dispuestos a arriesgar en el Montecarlo electoral nuestros derechos inalienables ¿estamos también de acuerdo en violar la actual Constitución al aceptar que sea a través de un referendo y no de una Constituyente?

En El Jugador, de Fedor Dostoievski, Polina le da dinero a Alexei para que juegue por ella y el preceptor comenta «el mandato me era desagradable». En este caso no arriesgaremos el dinero de otros, es decir los derechos de terceros, sino nuestros propios derechos que son irrenunciables y por ello debemos evaluar muy bien el costo de jugarlos en la ruleta electoral. Por lo pronto rechacemos esta imposición, informemos sobre el antidemocrático contenido del proyecto y promovamos manifestaciones para abortarlo.

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