Abandonado a su suerte
Las catástrofes producto de las lluvias recientes así como los continuados racionamientos eléctricos, entre otras muchas calamidades, muestran una realidad sufrida por todos los venezolanos: el gobierno revolucionario tiene al país en sobresalto constante abandonado a su suerte.
Mientras millones de familias sufren la falta de viviendas adecuadas, el gobierno se lava las manos y busca chivos expiatorios confiscando conjunto residenciales que ponen en riesgo la terminación de esas obras, su financiamiento y la protocolización de documentos por sus compradores. Un entuerto legal que al presidente le importa un bledo.
Mientras el servicio público del Metro de Caracas falla de manera irresponsable por falta de gerencia y mantenimiento, el gobierno responde metiendo presos y levantando cargos a los usuarios que protestan.
Mientras la economía cae por sexto trimestre consecutivo con la inflación más alta del continente el gobierno responde con ilegales medidas de expropiación forzosa poniendo en riesgo la inversión privada que contribuye con un 70% a la producción de bienes y servicios y con un 30% de la generación de empleo formal.
Mientras se cierra el cerco sobre los medios de información independientes el gobierno arrecia sus ataques a periodistas y accionistas acusándolos de traidores y lacayos del “imperio” y de fraguar magnicidios sin pruebas concretas.
Mientras se crean sindicatos dóciles para negociar contratos en empresas públicas contra los intereses de los trabajadores, el gobierno abre juicios a legítimos dirigentes.
Mientras todo esto ocurre “el comandante presidente” viaja por el mundo con su prédica anticapitalista gastando los recursos de la nación fuera de nuestras fronteras. Venezuela sufre una suerte infame en manos de radicales enfermos de poder.
