A las amenazas de Fidel
En su amenaza nos deja claro que no le da la gana que otro venezolano, que no sea impuesto por él, vuelva a gobernar en Venezuela. Siendo la primera vez en la historia del mundo que un líder de otro país, declara tajantemente y por escrito que aunque el pueblo votará por un determinado grupo y de forma democrática, «no volverán a gobernar» y punto. Con el descaro que solo este hombre puede mostrar, recurre a la importancia de sus médicos en el desarrollo de nuestro país.
En estas aciagas horas de silencio por las que atraviesa nuestro país, momentos en los que a Fidel le faltan horas históricas de vida y minutos para cerrar su capítulo sobre esta tierra, se atreve a amenazar a los venezolanos, con un baño de sangre. Nos recuerda y advierte lo que pasó con Gaitán en Colombia y la rebelión posterior ocasionada por su repentina muerte. Nos señala sin tapujos que lo que suceda en Venezuela le afectará en «modo especial» a su pueblo. Le advierte al presidente Obama que no se equivoque, porque la sangre que está dispuesta a correr es sangre internacional, entre otros la de los bolivianos, centroamericanos y claro está de los miles de cubanos que hay en Venezuela y remata además diciéndonos que nos guste o no debemos «partir de ese principio».
En su amenaza nos deja claro que no le da la gana que otro venezolano, que no sea impuesto por él, vuelva a gobernar en Venezuela. Siendo la primera vez en la historia del mundo que un líder de otro país, declara tajantemente y por escrito que aunque el pueblo votará por un determinado grupo y de forma democrática, «no volverán a gobernar» y punto.
Con el descaro que solo este hombre puede mostrar, recurre a la importancia de sus médicos en el desarrollo de nuestro país. Médicos de quienes dijo en su momento que: «solo nos interesa esclarecer que Cuba no comercia a cambio de los nobles y abnegados servicios de sus médicos» (10/10/2000), para posteriormente cobrarnos por sus abnegados servicios 4 mil millones de dólares anuales. Mientras una parte del país aplaude y celebra ya no que se importe la comida, los medicamentos y cuanto consumimos, sino que después de 13 años, sean personas de otra nacionalidad las que curen a los desarrolladísimos revolucionarios.
Pero como dijo Sófocles: «una mentira nunca vive hasta hacerse vieja» y muerto Fidel se descubrirá absolutamente todo sobre la verdadera Cuba y las mentiras que se empeñan en ocultar. Verdad que bastaría con leer su biografía, (a dos voces con Ramonet), para darnos cuenta que este hombre no deja nada más que propaganda. Un libro de 600 páginas donde en 300 nos relata sus peripecias en los primeros dos años de la Revolución, las 200 páginas siguientes narra los fusilamientos a los adversarios, los ataques a sus opositores, sus relaciones con el mundo, lo malo que es el país al que apuntó con misiles termonucleares y solo 32 páginas dedicadas a Cuba. Esta biografía no es pues la de un hombre exitoso, sino la de un hombre atrapado en su mito, en su pasado, que ha vivido todos estos años de esa fotografía con un fusil atacando infructuosamente un cuartel más pequeño que el de la policía de Baruta. Por eso a Fidel la historia no lo absolvió, simplemente lo olvidó porque los 3 mil millones nacidos luego del derrumbe socialista solo hablan de Steve Jobs quien en su biografía de 700 páginas apenas se refiere a él en las primeras 50, pero de su obra y creaciones habla en las siguientes 650.
Por eso y porque una revolución puede superarlo todo menos la verdad y es preferible la muerte a la vergüenza del «fracaso histórico», como bien dijera su otrora defensor Joaquín Sabina, Fidel Castro como si hubiera sido poca la muerte y destrucción sembrada en Nicaragua, El Salvador o Colombia amenaza por escrito a Venezuela con un «baño de sangre», dejándonos muy claro que él y buena parte de los revolucionarios como no producen ni un tornillo, viven descaradamente de nosotros.
Señor Fidel, los venezolanos invocando nuestra Declaración de Independencia, le recordamos a usted y a sus indignantes marionetas locales que «nosotros, a nombre y con la voluntad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus provincias unidas son y deben ser de hecho y de derecho, estados libres, soberanos e independientes de toda sumisión», pero sobre todo que no le tenemos miedo a sus amenazas porque este país no solo ha esparcido su sangre por su Independencia, sino por la de muchas naciones y a diferencia de usted, sin aspirar nunca nada a cambio. Señor Fidel, por las buenas lo que usted quiera, porque de ser buenas gentes pecamos en Venezuela. Pero si usted quiere encender esa chispa, cuente con que estaremos más que dispuestos a demostrarle nuestra otra cara.