A favor ( y … en contra)
En días pasados, recibí un correo electrónico que reprochaba nuestra postura opositora al gobierno: la dijo obstinada y resentida. Y aunque traté de explicarle a la gentil lectora que me anima una legítima angustia y la mayor objetividad posible, sin un pasado de privilegios, me convidó a publicar algunas cosas que considero a favor.
El presidente Chávez muestra sensibilidad hacia el dolor ajeno, haciéndose directo y cordial entre los suyos, en contraste con la distancia y frialdad de un liderazgo ayer indigesto con los símbolos del poder. Podrá imputarse a una hábil campaña propagandística a los cuidados de una imagen luego espléndidamente cultivada, acentuando la torpeza de los antigüos asesores, si fuere el caso, pero lo cierto es que no le da fó abrazarse con el lloroso y harapiento.
Agregaríamos que el altruísmo, esta vez versionado por Felipe Pérez Martí, puede fundar una distinta experiencia social, pues, recuerdo nuestra vieja preocupación de llevar a la práctica aquellas prédicas de una civilización (y sociedad) de amor (estructural), desprendidas de la documentación eclesiástica. No siempre será el egoísmo la clave de la prosperidad, enfatizando aquello de la esencial e inmutable naturaleza perversa de los individuos.
Parecía imposible amenazar con una transformación histórica, dada la inmensa destreza y fortaleza de los intereses surgidos al calor de la renta petrolera. Así, no quedaba otro remedio que lidiarlos, revelando la intrínseca debilidad del poder político y desmotivando a las corrientes de avanzada de los partidos democráticos: supuesto que desmiente la existencia de una nueva carta constitucional, avalada por la propia corporación militar.
La oferta más visible y atractiva de los célebres planes de estabilización económica, descansó en el descenso y control de la inflación, amén del saneamiento de las finanzas públicas. Padecida una fuerte contracción del consumo, esta vez parece útil el sacrificio.
Claro, la sensibilidad sin obras es demagogia y el reclamo de la solidaridad y la cooperación, oculta la ausencia de un proyecto concreto de país, perdidos todos los esfuerzos y apenas alfilerada la economía por los precios del petróleo. Y sólo es posible reemplazar con votos a quienes llegaron a Miraflores con votos.
