A diez años de la resistencia
¡Son indiferentes a lo que sucede en el país! ¡Por tener una cultura de las transnacionales sólo les importa su negocio! ¡Sus elevados beneficios socio-económicos son un bozal de arepa y nunca se preocuparán por los problemas del colectivo! ¡Son un Estado dentro del Estado! Estas y otras expresiones descalificadoras se escuchaban entre los venezolanos antes del 25 de febrero, hace ya diez años, refiriéndose a los trabajadores de Pdvsa y sus filiales. En esa fecha empezó a cambiar la percepción, cuando la sociedad leyó extrañada el comunicado titulado ¡Salvaguardemos a Pdvsa!, firmado por presidentes, vicepresidentes y directores-gerentes de las filiales y por algunos gerentes de Pdvsa. Los 34 más altos ejecutivos de nuestra principal industria, excepto los integrantes de la junta directiva de la casa matriz designados por el Presidente de la República, corrieron el riesgo de firmar un comunicado dirigido a todos los venezolanos.
¿Qué solicitábamos? ¿Mejores condiciones socio-económicas? ¿Liberarnos del control del Ministerio de Energía y privatizar Pdvsa, como afirman los rojos? Nada de eso y retamos a cualquiera a demostrar lo contrario. Aunque suene extraño, ese grupo de ejecutivos, a los que se sumaron miles de trabajadores, solo solicitábamos la salvaguarda de los valores y principios de la empresa. Dijimos no a la politización de los cuadros directivos y gerenciales. Dijimos sí a la meritocracia. Alertábamos sobre el debilitamiento de la empresa si permitíamos que se politizara y las graves consecuencias para la nación.
¿Acaso protestábamos por la designación como presidente del doctor Gastón Parra y de los directores externos Carlos Mendoza Potellá y Rafael Ramírez, quienes no habían trabajado en Pdvsa y eran conocidos por sus posiciones de izquierda trasnochada y por sus acerbas críticas a Pdvsa? No, entendíamos que esas designaciones eran potestad del Presidente de la república y que, si se respetaba la meritocracia en los nombramientos de los directores internos, no habría mayores problemas en el manejo de las operaciones petroleras y petroquímicas. Lamentablemente, la idea del teniente coronel era tomar por asalto a Pdvsa para ponerla al servicio de su proyecto político. Para ello, su segundo paso fue designar a cinco directores internos procedentes de las filas pertroleras, buenos profesionales aunque sin méritos para ocupar esos cargos, pero simpatizantes de la «revolución» y dispuestos a acatar las instrucciones de Miraflores.
Sin el control total de Pdvsa el lenguatón no podría sacar dólares de la empresa para enviar a la Argentina, regalar petróleo a gobiernos amigos, ni aprovechar la logística y recursos de nuestra principal industria para ponerlos al servicio del PSUV. Hace diez años demostramos ser buenos ciudadanos y que era necesario enfrentar al totalitarismo incipiente.
Como en botica: ¡Bravo por Capriles, por la MUD y por la Comisión Electoral! Todos unidos para vencer el 7 de octubre. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!