Opinión Nacional

4F 1992 – 11ª 2002

Sobre el 4 de febrero se habla y se  escribe mucho para glorificarlo, muy poco, o nada, para presentarlo en su exacta significación. Del 11 de abril, los oficialistas hablan y escriben obsesivamente para demonizarlo, mientras la oposición guarda silencio.

Recordemos lo que vimos en una y otra fecha. El 4 de febrero de 1992, los oficiales sublevados dominaron al rompe las poderosos guarniciones de Maracay, Maracaibo, Valencia y la Base Aérea La Carlota. Miraflores fue atacado con tanques artillados al mismo tiempo que se bombardeaba con morteros (por fortuna no estallaron) La Casona, donde permanecía doña Blanca de Pérez con sus hijas. El presidente Carlos Andrés Pérez pudo salir de Miraflores, trasladándose al canal 4 desde donde denunció el golpe. El jefe golpista estuvo preso en Yare hasta que el presidente Caldera lo perdonó. Puede apreciarse que la épica brilló por su ausencia. Extrañamente, el 4 de febrero ha ingresado al calendario de las fechas patrias.

El 11 de abril de 2002 los sublevados no atacaron ni a Miraflores ni a la Casona. El presidente se trasladó voluntariamente a Fuerte Tiuna a parlamentar con los oficiales sublevados, dispuesto a renunciar, según anuncio público del general Lucas Rincón, desde entonces Embajador en Portugal. Como hubo desacuerdo sobre su traslado a Cuba, el presidente Chávez fue detenido y enviado en helicóptero, primero a la Base Naval de Turiamo, y casi inmediatamente a La Orchila, donde a petición suya lo esperaban dos ilustres prelados: el finado Cardenal Velasco y Monseñor Baltasar Porras. Allí permaneció hasta que el general Baduel, su íntimo amigo y compadre, lo repuso en la Presidencia. Tampoco en este episodio la épica se hizo presente.

Tal duplicidad moral no es exclusiva de los chavistas. Es característica de las mentalidades totalitarias. Entre otras, fue ésta una de las razones que indujeron a dirigentes muy calificados a abandonar el Partido Comunista para fundar el MAS. Se les exigió aplaudir con fervor revolucionario que los tanques soviéticos masacraran las multitudinarias manifestaciones populares (la Primavera de Praga) exigían en las calles que cesara la ocupación soviética. Simultáneamente les imponían denunciar con fuerza la frustrada invasión de Santo Domingo por exilados dominicanos impacientes por derrocar al tirano Trujillo, sobre el supuesto de que había sido financiada por el imperialismo yanqui.

A los chavistas no les importa que se les señale la contradicción. Tienen confianza plena en que su apabullante predominio mediático y la destreza goebbeliana de sus asesores les permitirán echarle humo en los ojos al resto de los venezolanos.

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