28 de Abril: Día de la seguridad y salud en el trabajo
“Ayúdame a amarrar las cruces de este andamio,
ten precaución, sujeta fuerte, no sea
que por mirar un pájaro pararse
o una muchacha hermosa en su ventana
no queden bien seguros estos postes.”
Eladio Cabañero
LA MAR DE ACCIDENTES
Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, se producen anualmente en el mundo unos 120 millones de accidentes de trabajo, que causan la muerte a casi 200.000 trabajadores, y una cifra estimada de 68 a 157 millones de nuevos casos de enfermedad debidos a exposiciones profesionales diversas.
Entre el 40 y el 50% de la población mundial está expuesta a algún tipo de riesgo en su trabajo, ya sea físico, químico, biológico, psicosocial o ergonómico.
Los especialistas han determinado alrededor de 100.000 sustancias químicas, 50 factores físicos, 200 factores biológicos y 20 condiciones ergonómicas de efectos adversos, y un número similar de sobrecargas físicas asociadas a multitud de problemas psicológicos y sociales que también pueden considerarse como riesgos profesionales capaces de provocar accidentes de trabajo, enfermedades y reacciones de estrés, y de perjudicar el bienestar de la persona.
Para estos especialistas, es particularmente preocupante el riesgo de cáncer como consecuencia de la exposición profesional. En efecto, se han relacionado de 300 a 350 factores químicos, físicos o biológicos con efectos cancerígenos en el trabajo, entre los cuales figura el benceno, el cromo, el amianto, las nitrosaminas, los rayos ultravioletas, las radiaciones ionizantes y las aflatoxinas. Los cánceres profesionales más corrientes son los que afectan al pulmón, la vejiga, la piel y los huesos.
Los factores alergenos, de los cuales existen unos 3.000 y cuyos efectos se observan frecuentemente después de exposiciones profesionales, provocan dermatosis y alergias respiratorias, en particular asma, que se registran de manera creciente en varios países industrializados.
El agotamiento y el estrés que, según la Organización Mundial de la Salud, afecta en los países industrializados a más del 30% de la población trabajadora, puede dar lugar a trastornos del sueño y depresión, y aumentar el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y, en particular, hipertensión.
En los países en vías de desarrollo, los riesgos profesionales amenazan ante todo a los trabajadores empleados en el campo y en la producción industrial primaria. Los grandes esfuerzos físicos y las intoxicaciones por plaguicidas y polvos orgánicos a menudo se ven agravados por factores relacionados con la pobreza del entorno: enfermedades infecciosas debido a las malas condiciones de higiene y saneamiento, enfermedades parasitarias crónicas, problemas de nutrición, analfabetismo.
En definitiva, la situación de riesgo grave para su salud con la que conviven gran número de trabajadores en el mundo, resulta incompatible en una sociedad del siglo XXI. Los 120 millones de accidentes de trabajo anuales con casi 200.000 muertos, las horas de trabajo perdidas y el enorme coste económico (del 10 al 15% del PNB según cálculos de la OMS), configuran una sociedad que no sólo despilfarra su principal recurso, el hombre, sino que además se muestra dramáticamente injusta. Y como dijo el poeta: “Vamos a ver si atamos este andamio / mucho mejor que aquel del accidente, / cuando murió el compadre de las barbas / -en paz, amigo mío- / que fue bueno y de Dios, que era creyente / para no ser tan pobre como era”.