Opinión Nacional

26S: La oposición es mayoría

En mi último artículo decía que las fuerzas democráticas venezolanas estaban saliendo del foso hacia horizontes de esperanza, después de haber pasado por una dura travesía por el desierto.

Los males que vivieron y que aún no están del todo ausentes, los llevaron a casi una condición de marginalidad política, frente a una fuerza que a pesar de ser aluvional, variopinta y caótica, se montó en una ola de descontento social que casi arrolló las organizaciones partidistas tradicionales.

Son harto conocidas las causas internas y externas de ese declive de los partidos que amenazó con borrarlos del mapa político nacional. Muchos fueron los errores de política cometidos, sobre todo, en las dos décadas más recientes. En ellos no hubo un aggiormamento de sus tesis programáticas, y tampoco dieron muestras de comprensión de las nuevas realidades del mundo económico y social. A estos dos aspectos se unió la creciente desvinculación con los sectores más populares, lo que poco a poco los condujo a perder la legitimidad y el apoyo que llegaron a tener en otros tiempos.  No se debe olvidar el factor corrupción, que los llevó aceleradamente, a veces de manera injusta, a una pérdida de prestigio de sus más importantes líderes.

Salir de ese marasmo no era obviamente fácil. Tan mal estaban., que se llegó a pensar que sólo partidos nuevos podrían recuperar la imagen de estas organizaciones, y no otra cosa quedaba sino el entierro definitivo de aquellos.

Pero la historia da muchos giros inesperados, y a pesar de estar en coma, algunos partidos venezolanos han reiniciado su recuperación, la que quizás podría culminar con éxito, y a ello, como ciudadano de a pie,  apostamos.

Estos partidos tradicionales junto a los nuevos han alcanzado un gran logro en los días que corren. En las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre, alcanzaron una votación nacional de alrededor del 52% frente al 46% del partido de gobierno. Han entrado a competir y ganar en regiones interioranas que estaban vedadas. Estas cifras señalan una recuperación del electorado por parte de los grandes partidos de oposición democrática (UNT, PJ, AD, COPEI), que se proyecta tendencialmente hacia un mayor apoyo. La derrota del PSUV no puede ser más visible, a pesar de que por las distorsiones electorales inconstitucionales puesta en vigencia, este partido haya obtenido más bancas en la Asamblea Nacional. Es clara la ruralización de este último. Los centros mas modernos e industriales del país van abandonando su “enamoramiento” del chavismo.

La oposición venezolana, sin contar los 2 o 3 diputados del PPT, dispone ahora de 63 diputados en el parlamento. Ésta es una fuerza que gestionada coherentemente y con claridad de objetivos e iniciativas, puede cumplir exitosamente el papel de contención del autoritarismo y de motorizador no sólo de iniciativas legislativas y de control del gobierno, sino también del liderazgo en la recuperación de la institucionalidad democrática.

El gobierno ya no tendrá la mayoría calificada  para aprobar un conjunto de cruciales materias. Deberá sentarse a negociar con las fuerzas democráticas. Si no lo hace, se trancará el juego político parlamentario, lo que repercutirá en las demás instituciones del Estado.

¿Cómo será la reacción de Chávez después de esta derrota contundente?

Algunos dicen que seguirá con su deriva totalitaria, aprovechando que hasta enero estarán los parlamentarios actuales. De aquí a allá, aprobaría leyes que instaurarían la sociedad comunista a que aspira, burlando de esa manera la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano. A mi juicio, no es descartable que ese curso demencial se continúe.

Sin embargo, me inclino a pensar que si la oposición democrática hace bien sus deberes desde ya, y pone en tensión la legitimidad que ha adquirido, hay la posibilidad de que se logre la contención de tal deriva autoritaria. Iniciativas internas que movilicen a la ciudadanía en torno a los temas más sentidos, así como contra leyes totalitarias o colectivistas, podrían ser acciones que los nuevos diputados deberían acometer de inmediato.

No debe olvidarse tampoco la acción internacional. Está sin discusión el hecho de que en su mayoría los gobiernos y países ya saben quién es el que nos gobierna. Hoy, como nunca en los años recientes, la democracia y los demócratas venezolanos contamos más solidaridad y comprensión del exterior. Ya pasó el tiempo en que Chávez envolvía con sus mentiras a los extranjeros. Pocos le creen.

Los resultados de las elecciones parlamentarias de ayer están siendo leídos muy cuidadosamente en el exterior. Todos saben que Chávez perdió la mayoría, y que su decadencia se profundiza. La dirigencia opositora es reconocida y respetada más allá de las fronteras. De allí que también haya que mover los hilos internacionales para difundir lo que estamos haciendo y denunciar los atropellos y arbitrariedades que comete el gobierno contra los ciudadanos y sus organizaciones políticas.  

Hay razones muchas para estar optimistas con el porvenir. Lo del 26 de septiembre es un punto de inflexión auspicioso. Vamos saliendo del hoyo. Gracias a una dirección política que se congregó en torno a la Unidad hemos alcanzado un triunfo decisivo. Debemos congratularnos y perseverar en ella. Afortunadamente, las maniobras contra la Unidad fracasaron; los malos augurios se estrellaron. Ojala los políticos carroñeros, vanidosos y taimados, que son minoría, reflexionen, y se incorporen a la fuerza unitaria, desechando planes ocultos entre bastidores, los cuales la mayoría rechaza.

 

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