Opinión Nacional

23 de abril: Día Mundial del Libro

“… que tire lo más que fuere posible a la verdad”.
Cervantes.

LIBRO A LIBRO HACIA LA VERDAD.
El día 23 de abril mueren Miguel de Cervantes y Willian Shakespeare. El hallazgo teatral de Shakespeare, coincide también en el tiempo con el hallazgo novelesco de Cervantes. Todos estos mundos imaginativos, creados por tan excelsos poetas: Cervantes, Shakespeare, nos están diciendo, y diciéndolo a gritos que lo que sostiene el tiempo pasajero y su evocación histórica en nuestro pensamiento es la palabra humana temporalizada, la palabra humana en el tiempo: la poesía. Y así vemos, y oímos, y entendemos en Shakespeare, como en Cervantes, que la novela se teatraliza o el teatro se noveliza.

“La verdad se parece a un cuento”, leemos en Shakespeare. Porque la verdad para hacerse posible y realmente verdadera, como el cuento, necesita alimentarse de mentiras. Por eso tal vez afirmó un ruso que “el teatro es incompatible con la mentira”. El teatro shakesperiano nos parece junto al griego y al español, el mejor que ha existido; porque nos miente de verdad, musicalizándonos el tiempo con música de sangre o llanto.

¿A quién volveremos los ojos, doloridos de tanto llanto? Con sus propias palabras reveladoras vamos a pedirle a Cervantes ”un poco de luz y no de sangre”.

Todo es vida y verdad en el Quijote cervantino. Los enfurecidos personajes de Cervantes y de Shakespeare pierden la razón, la enajenan. No tienen razón porque tienen verdad. O dejan de tener razón para poder tener verdad. Hay que dejar de tener razón para empezar a tener verdad. Esto es lo que nos dicen Hamlet, el anciano Rey Lear, Don Quijote… la locura de nuestro Don Quijote, es lo que llamaríamos paradójicamente la razón de ser verdad. En definitiva un estilo: su propio estilo de verdad. ¿Pero también habrá que dejar de tener pasión para poder tener vida de verdad o verdadera vida?

Lo contrario de la verdad no es la mentira, ni en la poesía ni en el arte, ni en la vida; lo contrario de la verdad es el error -cosa racional, exclusivamente racional-. Lo contrario de la verdad es la razón, nos dirá Shakespeare. Y Cervantes, la burla. Añadiéndonos Don Quijote: “que en trances tales como la muerte no se ha de burlar el hombre con su alma”. Porque no se ha de burlar el hombre con su soledad. Y es en el trance de la muerte donde el hombre se queda solo, enteramente solo de verdad.

Si los silencios shakesperianos están llenos de música, los de Cervantes están llenos de luz. Hay una copla andaluza que dice: “De noche, en tu alcoba / ¡quién fuera la luz, / que se apaga y se queda / donde duermes tú!

Esa luz “que se apaga y se queda” en la alcoba en donde duerme -o sueña- la persona amada es una luz característicamente cervantina: una luz del alma. Luz que se nos queda en el alma cuando se nos apaga en los oídos, en los ojos, la luminosidad transparente de sus palabras.

De las veras y de las burlas del Quijote se rieron sus contemporáneos, sin entender, tal vez, todo su alcance. Y aún, en nuestro tiempo presente, que parece haber olvidado el llanto y la risa, y hasta la sonrisa, el libro de Cervantes nos hace pensar, nos da que pensar. ¿Quién se burla de veras en el Quijote, Alonso Quijano de Don Quijote o Don Quijote de Alonso Quijano? ¿Alonso Quijano es la sombra de Don Quijote porque Don Quijote es el sueño de Alonso Quijano? ¿O al revés? Al revés te lo digo para que me entiendas, se dice de España popularmente. Al revés nos lo dijo Cervantes en el Quijote para que lo entendiéramos mejor. Y es que, como dijo el poeta: “La verdad cuando es verdad / no lo parece siquiera; / porque parece mentira / una verdad verdadera”.

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