Opinión Nacional

2012

Después del triunfo de la oposición en las elecciones para gobernadores y alcaldes en las principales ciudades del país, con el 52% de los sufragios , que contuvo la tendencia autoritaria enrumbada a perpetuar en el poder al Comandante en Jefe del socialismo del siglo XXI, el panorama político del país registra algunas nuevas realidades, sin descartar lo económico y social, que la dirigencia política deberá manejar con el mismo espíritu unitario que los acompañó para enfrentar y derrotar por primera vez al Presidente de la República.

         Lo que parece una perogrullada tiene unas peligrosas aristas que pueden crear roces y hasta divisiones en la oposición, si se controlan las ambiciones personales (seguramente muy legítimas en la mayoría de los casos) para presentarse en el 2012y 2013 como candidatos a las gobernaciones y alcaldías, consejos legislativos y concejos municipales, en la creencia de que el mandado está hecho para derrotar a los aspirantes del oficialismo. Las propias cifras electorales obtenidas el 26 de septiembre de 2009 indican que la diferencia es muy reducida, y por lo tanto nadie, con cierta sindéresis política, puede atribuirse posibles victorias unilaterales.

         Lo único que puede afirmarse con espíritu realista es que el triunfo en las elecciones del 26 de septiembre, es de la democracia venezolana, representada por adversarios y partidarios del oficialismo. Si el Comandante Chávez oyera la voz del pueblo, debería invitar al debate civilizado, como lo ha hecho la oposición llamando a la reconciliación nacional, conservando cada quien sus puntos de vista acerca de las ventajas de sus respectivos proyectos políticos.

         2012 será un año crucial para el futuro democrático del país, en el que las voces del extremismo tendrán menos eco, y durante el cual la oposición está obligada a trazar una política consustanciada con el interés e inquietudes de una inmensa masa de abstencionista que no se  sintió representada por ninguno de los grupos que participaron en la últimas elecciones. El mensaje y los candidatos serán determinantes para atraer un alto porcentaje de los abstencionistas que en las pasadas elecciones presidenciales sufragaron por Hugo Chávez, pero que  el 26 de septiembre se quedaron en sus casas. No hay dudas de que el oficialismo tratará de reconquistarlos con las nuevas misiones, aunque su mensaje está equivocado al llamarlos traidores, cobardes y mierdas.

         La locura que ha desatado en el oficialismo la derrota en  las principales gobernaciones y alcaldías, soberbia, desafiante, tiene que ser enfrentada con un mensaje unitario, como se aprobó en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de inclusión y respeto a todas las ideas, de confianza en un futuro sin exclusiones, sin persecuciones, sin presos políticos ni exiliados, es decir, conviviendo en un Estado de Derecho.

         El candidato a la Presidencia de la República escogido por mayoría en las elecciones primarias del 12 de febrero de 2012, debe recibir el apoyo unánime y entusiasta de todos los demócratas que aspiramos cambiar la actual y peligrosa autocracia por un gobierno que devuelva la vigencia plena a la Constitución Nacional, cree la confianza necesaria para que los capitales nacionales e internacionales  realicen las inversiones que se requieren, como parte de unas políticas públicas que creen las condiciones para restablecer  también, además del empleo de quince y último y la seguridad social de los trabajadores,   el progreso y bienestar de la mayoría de los venezolanos. En síntesis, la reconstrucción de la infraestructura física destruida en los últimos 13 años, la seguridad de la población, hoy en manos del hampa y de las mafias del narcotráfico y paramilitares, la salud y educación de calidad de los más pobres.

 

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