Opinión Nacional

14-F y Juanito Martínez Pozueta

Muerto Juan Vicente Gómez, tomaron cauce las inevitables demandas ciudadanas. En Caracas y otras localidades del país, el estudiantado unió sus mejores esfuerzos a los trabajadores del comercio y los linotipistas para protagonizar la magnífica protesta del 14 de Febrero de 1936 que, lamentablemente arrojó un saldo de muertos y heridos gracias a la pronta y feroz represión gubernamental.

Un día histórico, olvidado o ignorado por Nicolás Maduro que sólo lo cree del amor y de la amistad tan favorecedor del comercio, escenificó un diálogo real entre el gobierno, la ciudadanía y sus dirigentes, a la vez que aceleró y produjo el importantísimo Programa de Febrero, señalando un viraje del régimen a la vuelta de los días. Significativamente, el 14-F, la inmensa movilización popular, luego de agredida, siguió camino a Miraflores: el Presidente Eleazar López Contreras no sólo recibió a la delegación protestataria, sino que públicamente escuchó todos y cada uno de los planteamientos que hizo el bachiller Jóvito Villalba, quien golpeaba el escritorio con su pajilla, yendo después al Panteón Nacional para concluir el magnífico acto republicano con los suyos.

Dice Manuel Caballero: “Pero lo más importante allí no son los dirigentes, sino el pueblo que engrosa el desfile, pues ésta no es una forma de participación a la cual esté acostumbrado. Esta vez se están enarbolando consignas abstractas y novísimas, las consignas de la democracia. No se está denostando de un caudillo ni aupando un rival suyo (…) Tampoco es una manifestación contra (y mucho menos por) un gobierno: la calle busca, y logra, imponerle su rumbo, su tono” (“Historia de los venezolanos en el siglo XX”, Editorial Alfa, Caracas, 2011: 123).

Refiere Oscar Battaglini la importante victoria político- ideológica del movimiento popular frente a sus enemigos, pues, “en primer lugar, porque le da una clara visión de sus propias fuerzas frente a las del adversario; en segundo lugar, porque le indica, de una manera certera, el camino a seguir en la lucha por la defensa de sus derechos inmediatos (socioeconómicos) y por la conquista de un régimen político donde pudiera materializar sus aspiraciones democráticas; y en tercer lugar, porque a partir de ese momento las fuerzas populares conquistan el derecho a organizarse legalmente en partidos” (“Venezuela 1936-1941: Dos proyectos democráticos” Monte Avila Editores, Caracas, 2006: 134).

La ciudad capital contaba aproximadamente con 200 mil habitantes y se calculó una movilización de 50 mil, e – incluso – la estimación del número de fallecidos estuvo entre tres y sesenta personas, cifra ésta que oyó Manuel Caballero de “un fotógrafo muy conocido que fue testigo presencial de los sucesos”, como deja constancia en “Las crisis de la Venezuela contemporánea” (Monte Ávila Editores, Caracas, 1998: 61). Seguramente, el fotógrafo era Juanito Martínez Pozueta, quien dejó un extraordinario testimonio del evento, ahora olvidado.

Imaginamos a Martínez Pozueta en medio de los estridentes peligros del momento, disparando infatigable la pesada cámara. Ésta precedía y sucedía todo el movimiento al que lo obligaban los acontecimientos, dejando para la posteridad un retrato fiel de la insurgencia cívica que inaguró una diferente etapa republicana.

Escaseando las fuentes, tenemos que Juanito llegó a la Venezuela de 1926 contratado por un noticiario extranjero, proveniente de África, Francia, Estados Unidos y Cuba. La prensa venezolana se hizo de sus imágenes críticas, en los diarios Ahora y El País, fundando el Círculo de Reporteros Gráficos en 1943, con Bernabé Dolande, Francisco Edmundo Pérez, Casto José Noguera, Jaime Albáñez, Juan Avilán, Emilio Ugueto, Carlos Flores, Miguel León, Alberto Ávila, Luis Noguera y José Noguera.

Estampó a Gómez y buena parte de sus sucesores, añadido Fidel Castro en el Aula Magna durante la consabida visita que dispensó una vez alcanzado el poder, haciéndose acreedor del Premio Nacional de Periodismo y otras distinciones. Docente de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, falleció en 1979 dejando más de 48 mil negativos que están bajo la custodia de la Biblioteca Nacional.

Ciertamente, aficionados a la vieja prensa, hemos visto en numerosas ocasiones la columna que mantuvo en el diario El Nacional, relacionada con la didáctica de la fotografía. Un mirador agudo, puede decirse, que supo muy bien de los protagonistas políticos venezolanos: “Fotografié muchas veces a Pedro Estrada, funcionario preferido en un tiempo por López Contreras, rodeado por personajes risueños que ocupan posiciones en la actualidad. Visité la Seguridad Nacional casi siempre involuntariamente acusado de ser enemigo de Pérez Jiménez”.

Nos permitimos esta somera información (tomada de (Momento, Caracas, nr. 721 del 10/04/70; y El Nacional, Caracas, 02/08/2003), como el modesto homenaje para quien, por cierto, aleccionándonos, pulsó fotográficamente la magnífica jornada de 1936: la protesta popular que, apenas fallecido Gómez, pudo ser reportada. Dato éste que hoy luce fundamental, avanzada la censura.

@Luisbarraganj

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