Opinión Internacional

Yemen ansiado y olvidado

¿Se puede incluir a Yemen a la lista de países que está siguiendo la “vía tunecina” de revueltas contra largas dictaduras porque en algunas de sus ciudades – especialmente del norte – hay protestas contra su presidente Ali Abdullah Saleh, en el poder desde 1990?

 La respuesta es compleja, puesto que a diferencia de Egipto y los países del Magreb (norafricanos árabes), Yemen es un estado fallido, con un gobierno que solo controla una parte del norte del país, inmerso en una larga guerra civil y con áreas controladas por diferentes grupos.

Fundado en 1947 como una monarquía, en 1962 los militares destronaron a la dinastía de la rama del Islam chiíta Zaydi que cogobernó al Yemen desde el siglo ocho, bajo la supervisión de otros imperios musulmanes como el turco, y luego, de la vecina monarquía de Arabia Saudita que expandió su doctrina sunita fundamentalista, el wahabismo, a millones de sus actuales habitantes.

A partir de 1962 el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser vio la oportunidad de incorporar a Yemen, ahora bajo una junta militar, a la alianza ideológica del Pan-Arabismo que predicaba la integración árabe bajo la noción de  la etnicidad (origen y lengua común) y no del Islam (religión).  Con la asistencia saudí en el norte de mayoría zaydi, y la de Egipto a guerrillas el sur, el país se dividió en dos repúblicas que se unificaron en 1990. Las confrontaciones actuales aun  están signadas por las diferentes visiones de los enemigos del pasado: religiosos que quieren restaurar una teocracia vs  seculares de diferentes ideologías a favor de la republica.

El conflicto de siglos entre el fundamentalismo sunita y el chiita, actualmente desbordado en Irak y El Líbano, ha encontrado un terreno fértil en Yemen, en donde la guerrilla radical chiíta zaydi de la tribu Houthi ataca al gobierno del  autócrata secular Ali Abdullah Saleh, buscando la restauración de la monarquía religiosa; mientras que tribus sunitas del sur alojan a miembros de Al Qaeda, que llegaron  de Afganistán tras la retirada soviética en 1989, y otros que cruzan la frontera escapando de la persecución del régimen saudita. Desde entonces, la filial de Al Qaeda en la Península Arábiga  (AQAP) actúa con impunidad en aprovechando que su dictador Saleh no logra controlar gran parte del territorio yemení, por sus fluctuantes alianzas con tribus, guerrillas y países, de acuerdo a su interés de superar sus más de 36 años en el poder. 

Antes esta realidad, no es de extrañar que Yemen sea un nicho en constante conflicto entre tropas de un débil gobierno; grupos fanáticos sunitas y chiitas; y de “señores de la guerra” que manejan una sofisticada industria de tráfico de armas, secuestros de extranjeros y comercio de equipos que utilizan los con piratas somalíes al otro lado del Mar Rojo. Esto ocurre en una de las zonas más estratégicas del mundo, puesto que además de tener petróleo, Yemen limita con el Golfo de Adén, lugar de paso para barcos petroleros entre el Océano Indico y el Mar Mediterráneo. Para Al Qaeda, el control de este territorio tiene otro valor agregado, puesto que su ubicación sirve de vínculo de sus sucursales del Medio Oriente con las de países árabes africanos.

            Una estadística nos da la clave sobre la tragedia de Yemen: es el segundo país del mundo con más armas ligeras de fuego, unas 60 por cada 100 habitantes.

            Si el dictador Saleh es derrocado, será reemplazado por otro, pues los habitantes del sur no quieren que los islamistas del norte creen un régimen fundamentalista basado en el Corán, por lo cual, el destino de Yemen no será el de Egipto, Túnez u otras naciones árabes que puedan cambiar a sus actuales regímenes.

 

 

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba