Opinión Internacional

Viviendo bajo la espada de Damocles

La arremetidas y rabietas de Hugo Chávez ya son legendarias. No por lo coloridas o ignominiosas según sea el caso, sino porque para muchos ya ha pasado el límite de lo divertido, simpático o simplemente soportable.

Muchos países- y empresarios- aceptaron, con la cabeza gacha, los berrenchines del comandante. Incluso rieron sus gracias para conseguir la “cajita feliz” que el “buen revolucionario” prometió e incluso entregó con la ofrenda de una solidaridad incondicional.

Los pequeños países vieron en su supuesta generosidad una salida al aumento de los precios del petróleo y una ayuda en la búsqueda de su desarrollo. Y aunque este ingreso pudo haber ayudado inicialmente, para muchos esto ha resultado ser un mal cálculo.

Venezuela se ha convertido en el principal acreedor de la deuda externa de muchos de los países caribeños que se acercaron a PetroCaribe y al ALBA con el fin de palear una situación que consideraron superable económicamente hablando. El tema es que no calcularon suficientemente las implicaciones políticas de esa ayuda “desinteresada”.

Chávez ha sido muy generoso con el dinero venezolano cuando se trata de entregarlo a otros gobiernos, pero lo que ellos no entendieron que él exige lealtad absoluta a riesgo de sufrir las consecuencias de su ira.

El caso Honduras, mostró la verdadera actitud de los bolivarianos frente a quienes se oponen a sus designios. Allí se resaltó como Venezuela utiliza su petróleo y su cooperación como arma política. El “congelamiento” de las relaciones con Colombia, recientemente decretado por Chávez da mayores luces sobre la posición imperialista o al menos impositiva venezolana.

Cuando Chávez volvió a mandar a “congelar” las relaciones, los empresario colombianos ávidos de los petrodólares debieron tragar duro . Y ahora deben estar preguntándose si vale la pena arriesgar tanto cuando no hay institucionalidad del otro lado y todo se basa en el precariedad mental de una persona.

Pero si muchos en el exterior se están dando cuenta de donde se han metido y comienzan a ver que pudieran estar a punto de perder más de lo que apostaron en este envite, aquí el Titanic sigue su rumbo directo al iceberg, sólo que ahora tiene día de llegada: 15 de diciembre. Esta fatídica fecha fue puesta por Chávez para anunciar el fin de la República Democrática. En ese momento se acabarán todas las leyes contrarrevolucionarias. El tiempo se acorta y todos seguimos viviendo bajo la espada de Damocles.

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