Opinión Internacional

Vergüenza internacional

Para quienes hemos dedicado muchos años al estudio y a la praxis de la diplomacia se hace especialmente difícil entender por qué Venezuela durante este período de gobierno se ha expuesto de una manera exagerada a mantener unas relaciones tan dependientes que rayan en la irracionalidad y de toda lógica geopolítica y de la defensa de sus más altos intereses como lo hace con Cuba.

Cualquier diplomático extranjero medianamente formado se preguntará con igual duda por qué y para qué esta cuasi enfermiza y dependiente relación con un país del que Venezuela tiene tan poco que aprender y cuya cooperación en algunos sectores nos ha costado tanto. Ningún país de la región mantiene una asociación tan vinculante.

Son raras las decisiones en política exterior que hoy toma Venezuela que no reflejen los mismos intereses de la isla caribeña. El discurso, su reacción ante variados temas y el ejercicio de un praxis conflictiva y violenta en las relaciones con otros estados no es sino el espejo de una estrategia que definitivamente no se origina del legado independiente de la actuación de Venezuela por muchas décadas.

La misma decisión de tantear el retiro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su obligado retiro de la OEA no suena sino a continuar el modelo de confrontación y aislamiento que ya Cuba tiene en resguardo de la mal entendida independencia que no es otra cosa que querer convivir en un mundo en donde «mis conciudadanos no tienen derecho a buscar justicia más allá de nuestras controladas fronteras». El gobierno de Venezuela no acepta que se reconozca como lo han hecho varias instancias internacionales la falta de independencia y autonomía del Poder Judicial, frente al poder político. Las recientes declaraciones del exmagistrado Aponte no son sino una muestra de cómo se le han violado el derecho al debido proceso y por ende vulnerados los derechos humanos a un número considerable de venezolanos.

Para Venezuela es un retroceso esta propuesta en «evaluación» que trata de argumentarse con las más variopintos excusas que comienzan y terminan en la injerencia el imperio. Es una lástima luego del impulso que recibió la protección de los derechos humanos con la Constitución del 1999 que ahora nos embarquemos en esta aventura que nos margina y nos retrocede en una materia tan sensible para la comunidad internacional.

Es una lástima nuestra incapacidad para reconocer los errores y las violaciones que se han cometido durante tantos años y en vez de aprender y fortalecer nuestras políticas de protección y respeto hacia los seres humanos preferimos con múltiples imprecisiones arriesgar nuestra participación en tan valiosos organismos. Mañana, será nuestro retiro de la Corte Penal Internacional, después de los mecanismos de control ambiental internacional y seguramente la OMC en un futuro próximo.

Seguramente el recién constituido Consejo de Estado será un artífice para corroborar lo que el Gobierno quiere lograr usando supuestos legitimadores en lo que será uno de los más graves errores de la política exterior de este régimen. Ojalá que a algunos de los miembros de esa instancia constitucional les ilumine la sensatez y recomienden la cordura. Venezuela en su conjunto pierde si se retira de la CIDH.

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