Venezuela y la Comunidad Andina
Para quienes hemos apostado por la integración regional y, especialmente, la andina, nos complace escuchar el anuncio de que el Presidente Alvaro Uribe convocará a los países que integran el bloque (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) a una reunión extraordinaria para estudiar el eventual regreso de Venezuela a la CAN.
También lo anunció el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, durante rueda de prensa que ofreció junto a Uribe el pasado viernes, en los siguientes términos:
“Nosotros garantizamos nuestra asistencia a esa reunión, a la cual traeremos, como el presidente Uribe nos lo ha pedido, nuestra propuesta, nuestras ideas acerca de la CAN. Cómo nosotros la concebimos, nuestras críticas para discutirlas como hermanos, y ojalá de allí salga la resolución de que Venezuela se incorpore a lo que nosotros llamamos una nueva CAN. La CAN del siglo XXI”.
Esta es una excelente oportunidad para replantear la visión que Venezuela tiene sobre el mecanismo de integración, sobre todo en lo que se refiere a la agenda social. Ya desde el año 2000 Venezuela venía impulsando, en el marco de la agenda negociadora de la CAN, ese tema con bastante éxito. Recuerdo una línea de pensamiento en la Cancillería Venezolana durante la evaluación de estos temas, que abogaba por el no retiro de la CAN y que fuera desde adentro, en el propio marco institucional, que se diera prioridad a lo social que a lo comercial. En efecto, quien se tome el tiempo de revisar las declaraciones Presidenciales y Ministeriales de esos años, encontrará una inclinación incremental en términos de la preponderancia conceptual del tema de la inclusión social en el trabajo permanente entre los cinco miembros de la Comunidad Andina.
Estos años de ausencia sirvieron para la reflexión y evaluación a todos los países sobre la importancia que reviste el mecanismo de integración y sobre la necesidad de adaptarla a las nuevas necesidades y aspiraciones de los pueblos. Quién lea este artículo se preguntara y entonces ¿cómo queda el tema del Mercosur?.
Por los momentos ese es tema para otra reflexión y no necesariamente excluyente. Lo resaltante es la nueva oportunidad que nos brinda el diálogo y la tolerancia necesaria, para comprender que solo sobre los escenarios de ese diálogo y franco entendimiento de las concepciones divergentes es que se puede fortalecer los procesos de integración. Ya se ha planteado la opción de Bolivia como bisagra integradora. Allí está el reto de UNASUR ante la geometría variable de nuestra realidad regional. La integración subregional debe ser vista no como un fin sino una etapa hacia la unión.
En mi opinión, el anuncio es una buena oportunidad para la convergencia. Seguramente, Sebastián Alegrett, quizás el más andinista de los venezolanos, se complace desde el infinito con estos anuncios.