Opinión Internacional

Vals sin Bashir

Era la favorita para ganar el Oscar del 2008 como película extranjera, y aunque no lo obtuvo, la animación israelí Waltz with Bashir se ha convertido en un fenómeno fílmico, e incluso, terapéutico, para personas que han padecido de experiencias traumáticas de guerra y violencia. El director del film, Ari Folman, rastrea la recuperación del recuerdo de su participación en la Guerra de El Líbano de 1982 – cuando las milicias cristianas de Bashir Gemayel vengaron el asesinato de su líder en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila en una zona controlada por el ejército israelí – y coloca a la memoria como el punto de partida de concientización de dilemas entre la obediencia y la responsabilidad individual ante una masacre.

Lo contrario a ese “vals” que no evade a la autocrítica, es lo que conduce a ciertas sociedades a la complicidad con la tiranía, como es el caso de muchos sudaneses que apoyan las matanzas del régimen islamistas de Omar al-Bashir contra decenas de miles de negros cristianos de la provincia de Darfur en Sudán. Las milicias janjaweed – de “guerreros santos” – de al Bashir son responsables de la muerte de 250 mil personas, según los cálculos más optimistas, en lo que es un genocidio en la acepción correcta del termino y no la que se manipula según agendas ideológicas, puesto que estas masacres ocurren desde hace años con el objetivo de aniquilar a todo aquel que no sea árabe y musulmán para “limpiar” a Sudán de esas etnias.

La posibilidad de memoria y una cierta justicia en Sudán, que por intereses las grandes potencias han obviado, ha venido lenta, como es el ritmo del vals, desde la Corte Penal Internacional de La Haya que hace unos días decidió enjuiciar a al-Bashir por crímenes de guerra y contra la humanidad. Esta decisión es histórica porque el tirano islamista sudanés se convierte en el primer Jefe de Estado, en ejercicio del poder, en ser citado al banquillo de los acusados por este tipo de crímenes desde que el juez Baltazar Garzón intentó hacerlo con el “dictador jubilado”, Augusto Pinochet, en 1998. Desde entonces, la concepción de un sistema de justicia internacional va evolucionando, con muchas dificultades y limitaciones, pero somos testigos de cómo en Tanzania, desde 1994, un tribunal de crímenes de guerra procesa a responsables del genocidio de Rwanda; de cómo en La Haya se enjuició al genocida serbio Milosevic desde 2002 por masacres en la ex Yugoslavia; de cómo en Sierra Leona se hace justicia con el ex dictador de Liberia Charles Taylor, que financió y coordinó a grupos asesinos en ese país; del éxito del Perú en lograr la extradición de Alberto Fujimori desde Chile para someterlo a un proceso que pronto ha de culminar; y recientemente, de los juicios contra el ex líder serbio Karadzic por la limpieza étnica en Bosnia-Herzegovina, y contra el miliciano Thomas Lubanga acusado de crímenes de guerra y reclutamiento de niños para la guerra en el actual conflicto del Congo.

En 1648 en el llamado Tratado de Westafalia, se estableció por primera vez el concepto de soberanía de Estados nacionales y el reconocimiento de derechos a minorías religiosas en buena parte de Europa, e incluso, se logró un acuerdo para internacionalizar la lucha contra los piratas de Alta Mar, permitiendo una especie de excepción a la soberanía marítima cuando se trataba de capturarlos en cualquier parte de los recién nacido países firmantes (¡un excelente precedente de lo que se debería hacer hoy con el terrorismo internacional!), pero tuvieron que pasar más de tres siglos y medio y más de 50 años desde que la ONU adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para comenzar a aplicarlos estos principios extraterritorialmente.

El nuevo precedente de enjuiciar Al- Bashir pone a temblar a otros dictadores y a aprendices de tiranos que ahora saben que el manejo de grandes recursos energéticos, la concentración abusiva de poder y la camaradería de obedientes oficiales o de grupos paramilitares no le garantizan que un día se descubran desnudos ante la vista de magistrados dispuestos a someterlos a la justicia a la cual sus coaccionados tribunales los exoneran.

El vals de la justicia avanza a su ritmo lento, y por ahora, deja fuera de compás a Omar al-Bashir.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba