Opinión Internacional

Unasur y el tiro por la culata

Los presidentes de Unasur se reunieron de emergencia convocados por Hugo Chávez, y como ocurrió en la Cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo, en marzo de 2008, tras el ataque del ejército colombiano a guerrilleros de las FARC en territorio ecuatoriano, el encuentro de Bariloche no pasó de ser la oportunidad para que muchos mandatarios expresaran una retahíla lugares comunes como “soberanía”, “independencia”, “imperialismo” y tantos otros clichés siempre de moda.

Uno puede estar de acuerdo o no con la visión geopolítica de Álvaro Uribe, pero su lógica, documentación y sustentación hacen lucir a la retórica de Hugo Chávez más caricaturesca que sus presentaciones dominicales de Aló Presidente, aclamadas por su sequito de aduladores que el ingenio popular venezolano cataloga como “las focas” (por el automatismo de sus aplausos).

Chávez, sin querer, le dio una oportunidad de oro a Uribe para que éste sustentara, con amplia cobertura y tiempo, varias de las quejas que ha hecho durante meses al régimen venezolano, exigiéndole, con nombres y apellidos, que no proteja a miembros de las FARC, perfectamente ubicados en su territorio.

La declaración final de la cumbre de Unasur terminó siendo muy general y ambigua, como era de esperarse, convocando a todos los gobiernos a “fortalecer la lucha y cooperación contra el terrorismo y la delincuencia internacional”, sin precisar, explícitamente, cuáles son estos grupos violentos. ¡Por supuesto!, había que hacerse el tonto con el autodenominado “pacifista”, que convocó la cumbre, que este año expresó ante el congreso de su país que “las FARC y el ELN no son ningunos cuerpos terroristas, son un ejército que ocupan un espacio en Colombia” y los catalogó de “fuerzas insurgentes con un proyecto político, un proyecto bolivariano que aquí es respetado”.

Este marco de ambigüedad y de hipocresía que conducirá a más encontronazos entre Venezuela, mientras Chávez y Uribe sean sus gobernantes, es el mismo que hace que se ponga el grito en cielo cuando hay un acuerdo de cooperación militar entre un país latinoamericano específico, como Colombia, con los Estados Unidos, y se ignore del todo cuando son otras las naciones que lo hacen, o son otros los imperios o los extranjeros invitados a incursionar en países de la región, como la transferencia de 36 aviones caza F-18 , radares y misiles que ha autorizado la administración de Obama realice a Brasil y los términos de la intervención francesa en la construcción de 5 submarinos, uno de ellos de propulsión nuclear para defender las reservas petrolíferas, o la cooperación militar con Rusia que arrancan con un conveniente préstamo de Medvedev a Evo Morales de 70 millones de dólares para sus Fuerzas Armadas, como bien lo documenta la periodista venezolana Rocío San Miguel, en un reciente artículo del diario Tal Cual, “La Reunión de Bariloche”, publicado por el diario Tal Cual, el 27-08-09.

Y de sincerarse se trata, San Miguel enfatiza a quién le tocaría dar más explicaciones en cuanto a permisividad de intervensionismo imperial y extranjero en su país: “…Chávez ha creado para sí mismo, la obligación frente a Colombia de explicar los términos y alcances de los convenios militares suscritos con Irán, Bielorrusia, Rusia, China y Cuba, que para nada constituyen modelos de acuerdos a seguir en materia de transparencia y rendición de cuentas sobre cooperación militar internacional.”
La cumbre de Unasur ha resultado un tiro por la culata para el mandamás que la exigió.

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