UNASUR: reto en el tiempo
Me motivo el artículo que escribió en estas páginas electrónicas, Juan Francisco Rojas Pensó, sobre la unidad suramericana, ”La hora de Unasur”. Coincido con él en que los resultados de la cumbre de Margarita “marcó algunos hitos sobre la integración latinoamericana que no pueden ser banalizados y despreciados “.Como en muchos de estos encuentros se crearon expectativas. Sin embargo, los resultados de un foro de esta naturaleza no deben medirse solo por los anecdotarios de prensa ni las lecturas seudosicologicas de los analistas especializados en las gesticulaciones de los presidentes.
El avance en la diplomacia es lento, pero firme, cuando más allá de los buenos deseos y de las declaraciones públicas del momento, dejan huella con mandatos específicos para el futuro. De la cumbre de Margarita queda para la historia lo que demandaron los jefes de estado en las Declaraciónes. El resto, lo recogido con prevención por la prensa no es lo trascendente. Ello pasa, el acuerdo queda.
Importante y concreto es el llamado en las decisiones del dialogo político entre los jefes de estado y de gobierno ;”Designar una Secretaría Permanente, que tendrá como sede la ciudad de Quito, República de Ecuador, en el conocido monumento “ La Mitad del Mundo”. “Encomendar a los ministros de Relaciones Exteriores para designar la Secretaría Permanente y transformar la Comisión de Altos Funcionarios en Consejo de Delegados o Comisión Política, encomendándole a este Consejo, la redacción de un proyecto de Acuerdo Constitutivo de UNASUR a ser presentado en la III Cumbre en Colombia”.
Si la región aprovecha esta coyuntura mirando hacia el futuro y efectivamente hace avanzar los cimientos de la integración, tiene que volcar sus energías hacia la consolidación de la institucionalidad de UNASUR. Una estrategia negociadora y claridad de objetivos pueden a corto plazo estimular a todos socios a acelerar la visión, objetivos y metas que la nueva Secretaria se debe proponer.
En mi opinión, existen cuatro grandes aéreas en la cual se deberían avocar los gobiernos con audacia, sentido del tiempo y de la oportunidad. En primer lugar, una América del Sur con libre movimiento de personas. En otras palabras, solo hasta tanto y cuando se abran nuestras fronteras efectivamente, con sentido libertario, sin discriminación y con sentido de una sola nación, los pueblos la región percibirán que pertenecen a la patria grande.
Otro objetivo inmediato debe ser la homologación de una gran legislación de protección ambiental que supere cualquiera de los compromisos o propuestas que se han hecho a nivel global. La protección de la amazonia, nuestros océanos y mares, así como el del resto de las riquezas ambientales de la región suramericana deben ser parte del primer gran compromiso comunitario.
En tercer lugar, un verdadero acuerdo en cuanto a una política exterior común debe existir. La ausencia de un gran compromiso y un mandato en esta materia, haría inviable la sustentación de la unidad suramericana. Sobre este tema ampliare en una próxima entrega.
Por último, el más audaz de nuestros retos sería una gran homologación comercial, convertir a Suramérica en una gran zona abierta de justo comercio, en donde tenga prioridad el espacio económico suramericano. Una nomenclatura de convergencias, asimetrías, aranceles lineales, monetaria y apertura interregional que supere los esquemas existentes por uno superior, le daría un gran impulso a la creación de una verdadera unión suramericana.
El tema energético, el agua, biodiversidad y seguridad, seguirán consolidándose juntos a otros temas vitales para la estabilidad económica y política de la región suramericana. En el caso de Guyana y Surinam, debe imponerse la «percepción positiva”, en el sentido de la importancia que tiene su inserción en la Comunidad Suramericana no solo se las brinda el hecho de formar parte geográficamente del subcontinente, sino, además, como respuesta a una deuda histórica que tiene toda la región con los países más rezagados en la evolución del pensamiento suramericano y de los evidentes beneficios de los procesos de integración regional que coexisten en la región.
Con una plataforma de esta naturaleza, sujeta a comprometerla en un mandato, los países y sus pueblos estarían alcanzando un sueño, un legado que se convertiría en una opción al estructurarse en el marco de una institución coherente, viable y con los mejores suramericanistas al frente de la organización , para darle realismo y sentido en el tiempo.