Una resolución desafortunada
Comparto plenamente la opinión de quienes consideran que la resolución adoptada por la Asamblea General de la OEA, que dejó sin efecto la resolución de 1962 mediante la cual Cuba quedó excluida de la Organización, ha sentado un mal precedente.
El presidente de Honduras y la mayoría de los cancilleres que participaron en la Asamblea han calificado de “histórica” esa resolución porque supuestamente ha puesto fin a una “injusticia histórica”. El Ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador habría dicho: “Muchos de nosotros no habíamos nacido en ese momento y lo que está haciendo esta generación es básicamente enmendar la historia y aquí tenemos un reto de construir una historia distinta”
Pero cabe preguntar, ¿de cual injusticia histórica se trata? ¿Es que por no haber nacido entonces hay que borrar de la historia el hecho cierto de que en Cuba se había instaurado una dictadura comunista que, entre otras cosas, estaba empeñada en exportar su revolución al resto del continente, que infiltraba guerrilleros en nuestro país para tratar de destruir la naciente democracia venezolana y que, además, se había prestado para que la Unión Soviética colocara en esa isla misiles con cabezas nucleares?
Aquella resolución de 1962 tuvo, precisamente, como principal fundamento el hecho de que Fidel Castro, violando flagrantemente los postulados básicos que rigen el funcionamiento del sistema interamericano, había implantado en su país e impuesto a su pueblo un régimen comunista marxista-leninista.
La Carta de la OEA es clara cuando en su preámbulo establece que la “democracia representativa es condición indispensable para la seguridad, la paz y el desarrollo de la región”; cuando en su artículo 2 consagra como uno de sus propósitos esenciales “promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de la no intervención”; y cuando en su artículo 3 afirma que los altos fines que persigue la OEA requieren la organización política de sus miembros “sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa”. Estos objetivos y principios fundamentales de la OEA quedaron desarrollados y explicitados en la Carta Democrática Interamericana.
La situación actual de Cuba no ha variado en lo más mínimo con relación a las circunstancias que condujeron a la adopción de la resolución de 1962. Cuba sigue siendo un país sometido a un régimen comunista marxista-leninista en abierta y flagrante violación de lo que establece la Carta de la OEA.
Evidentemente la OEA ha venido sufriendo un proceso gradual de debilitamiento, sobre todo desde que José Miguel Insulza asumió la Secretaría General de esa Organización. Pero la decisión que deroga la exclusión de Cuba lesiona gravemente el prestigio de la organización. Ya no se podrá confiar en una institución cuyos miembros han incumplido el sagrado compromiso que asumieron al hacerse miembros de la OEA de defender la democracia representativa, de resistir contra la intervención en los asuntos internos y de proteger los derechos humanos. Todo ello para propiciar la incorporación de una dictadura comunista que no solamente no ha cejado en su empeño de exportar su revolución sino que ahora lo hace por persona interpuesta bajo el disfraz de una revolución bolivariana, financiada con los dineros de los venezolanos.
Es realmente desalentador constatar que los gobiernos miembros de la OEA, muchos de los cuales se dicen demócratas, se han postrado ante el dictador cubano y se han prestado a acompañar al teniente coronel presidente en su empeño de sepultar bajo el manto del olvido todas las atrocidades que en el pasado y en el presente se cometieron y se cometen en Cuba. Pareciera que esos gobiernos no se dan cuenta, o pretenden ignorar, lo que está ocurriendo en su entorno: el avance de una conspiración que busca destruir sus democracias y sustituirlas con dictaduras comunistas marxistas-leninistas-fidelistas-chavistas. ¿Es que acaso Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Honduras, no son ejemplos claros de que existe un propósito deliberado de instalar regímenes calcados del modelo cubano? ¿Acaso lo que ocurre en estos momentos en Perú con los movimientos indigenistas no es parte de la misma conspiración contra la democracia?
La Secretaria de Estados Hillary Clinton dijo, “lo que esta planteado no es redimir el pasado sino vivir el futuro y ser consecuentes con los principios fundamentales de la Organización”. Yo diría mas bien: lo que está planteado es la defensa de la libertad y la democracia.
Hay que piensan que la resolución de San Pedro Sula servirá para facilitar el diálogo con Cuba y propiciará el acercamiento del régimen de ese país hacia el sistema interamericano. Nada más ilusorio. A Cuba no le interesa la OEA y lo ha dejado bien claro. Una dictadura como la de los hermanos Castro jamás aceptará incorporarse a una organización que cuenta con mecanismos de vigilancia y protección de las libertades individuales como la Comisión y la Corte Interamericana de derechos humanos, los únicos órganos del sistema que funcionan con total independencia y autonomía.