Opinión Internacional

Una paz frágil

La crisis entre Colombia y Ecuador, por la muerte del terrorista Raúl Reyes, con la indebida e ilegitima participación de Venezuela y Nicaragua, aliados de Ecuador, lamentablemente no se soluciona en forma definitiva en la Cumbre del Grupo de Río. Abrazos, sonrisas, después de insultos y desprecios de parte de los incómodos Presidentes “revolucionarios”, incluido Rafael Correa, quien siguiendo al pie de la letra las recomendaciones o mas bien, instrucciones de su homólogo venezolano, se lanzó en ataques desproporcionados que le mostraron como un novato, emotivo e inseguro presidente.

En la reunión de Santo Domingo el estadista Uribe plantó a los Presidentes de Ecuador, Venezuela y Nicaragua. Sus serios argumentos fueron contundentes. Al mismo tiempo que pedía disculpas y reafirmaba la necesidad de respetar la integridad y la soberanía de los otros países, exigió con igual énfasis que los gobiernos debían cuidar sus territorios para evitar que desde ellos se realizasen actos de agresión contra otros. Además, en lo que fue también muy claro y firme, es que el problema de Colombia es de los colombianos y su solución corresponde principalmente a ellos, aunque se haya abierto a la participación de algunos Gobiernos y organizaciones internacionales para lograr un cese al fuego y allanar el camino hacia la paz. Una cooperación poco exitosa, lamentablemente.

Si el ecuatoriano Correa se mostró débil, inconsistentes, nervioso, nuevo en estas lides; el nicaragüense Ortega confirmó su estilo y la ignorancia que le han caracterizado desde siempre. Su acusación a Colombia de ejercer terrorismo de Estado y recordar que su Gobierno le otorgó al “héroe” Marulanda la condecoración Sandino fueron dos de las aberraciones más patéticas de la Cumbre. Ataques innecesarios que reflejan el nivel político del beneficiario centroamericano.

El Presidente venezolano quedó desarmado ante las contundentes precisiones de Uribe y los disparates de sus pupilos alternativos. Solamente le quedó hacer torpes alusiones a sus excelentes relaciones con las FARC, lo que confirma su visión del terrorismo. Una torpeza igualmente única, en momentos en que se le indica como colaborador del grupo desestabilizador, después del anuncio de Uribe de pedir a la Corte Penal Internacional que conociera el caso y se pronunciara sobre la responsabilidad penal del presidente venezolano, por estos hechos. Un acto más que coloca a Venezuela en la mira de la comunidad internacional, del Consejo de Seguridad en particular, esta vez.

Los presidentes alternativos o marginales, envalentonados antes, con el micrófono de los medios, simplemente se fundieron en bronce, como decía un intelectual francés del siglo pasado, cuando se refería al resultado de la flexibilidad extrema de los esfínteres, por nervios intestinales. fundieron en bronce, como decía un intelectual francés del siglo pasado, cuando se refería al resultado de la flexibilidad extrema de los esfínteres, por nervios intestinales, motivada por un mal momento. fundieron en bronce, como decía un intelectual francés del siglo pasado, cuando se refería al resultado de la flexibilidad extrema de los esfínteres, por nervios intestinales, motivada por un mal momento. fundieron en bronce, como decía un intelectual francés del siglo pasado, cuando se refería al resultado de la flexibilidad extrema de los esfínteres, por nervios intestinales, motivada por un mal momento. No encontraron salida, aunque se atribuyen una “victoria contundente” al evitar “un conflicto de gran intensidad”, según palabras del Canciller venezolano.

La paz en la región andina, la que dice con enorme un desparpajo inusitado Hugo Chávez haber logrado gracias a su discurso y a su destreza, es lamentablemente frágil, tal vez verdaderamente pírrica, en palabras del mandatario venezolano. Los presidentes alternativos, Chávez, Correa y Ortega, volverán a la carga cuando ocurran nuevas bajas en sus tropas, las de las FARC. Ya se verá en el encuentro de Ministros de la OEA cuando la dinámica los termine de descubrir.

El silencio, las impresiones erróneas, la ausencia y las debilidades de otros Presidentes, es preocupante. El desapoyo a la democracia, a las instituciones, al gobierno legítimo y democrático de Álvaro Uribe, establece un precedente muy peligroso. El silencio es a veces al peor de los enemigos. Tal como dijo Martin Luther King: “Tendremos que arrepentirnos (…) no simplemente por las palabras y acciones llenas de odio de la gente mala, sino por el espantoso silencio de los buenos…”

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