Opinión Internacional

Una Cumbre de pesadilla

(%=Image(8022526,»L»)%)Buenos Aires (AIPE)- De la I Cumbre de Países Suramericanos y Arabes, que terminó el 11 de mayo en Brasilia, además de las abultadas cuentas que pagamos los ciudadanos para que ellos se reúnan a hablar, sólo quedaron dudosas frases y promesas de más gastos estatales. Asistieron ocho de los doce presidentes sudamericanos, de los 22 miembros de la Liga Arabe, cuatro estaban representados por sus jefes de Estado y la Autoridad Nacional Palestina por su presidente. Hubo también una reunión paralela con unos 600 empresarios.

En el marco de la cumbre, el Mercosur y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) firmaron un acuerdo marco de cooperación económica que sienta las bases para «la futura negociación de un tratado de libre comercio». Traducido al lenguaje real significa más costosísimas cumbres, en lugar de simplemente liberar los mercados, derogando trabas aduaneras.

Los árabes criticaron a Israel y reivindicaron el «derecho soberano» de los palestinos a tener su propio Estado. Pero el colmo fue Chávez, quien hasta le hizo perder la tranquilidad a Lula porque concentró la atención cuando el anfitrión esperaba mostrar, a través del evento, su posición de líder en la región.

La cosa empeoró con las actitudes violentas de Chávez hacia EEUU, al que acusó de querer imponer su capitalismo al mundo entero. Lo hizo citando a «grandes filósofos» como Ho Chi Min, Mao y Nehru. Con semejantes ideólogos, suena muy mal la condena en el documento final, la Declaración de Brasilia, «a todo tipo de terrorismo» pero con una salvedad, «la del derecho que tienen los países de resistir la ocupación por parte de otro». Fidel Castro y el «Che» Guevara no lo hubieran hecho mejor.

La Declaración de Brasilia habla de fortalecer y hacer más frecuentes los contactos entre empresarios y gobiernos, es decir, gastar más dinero a costa y en contra de los ciudadanos, «a fin de mejorar a corto plazo» un intercambio global que actualmente es de unos 10.000 millones de dólares, lo que equivale a poco más del 3,5% de las compras totales árabes y el 1,5% de las suramericanas. El gobierno socialista de Uruguay, por su parte, logró el apoyo a su candidato a la dirección general de la Organización Mundial del Comercio.

También se aseguró la intención de fortalecer el Eje Sur-Sur, el arcaico «tercermundismo» inventado hace 50 años en Bandung, Indonesia por Nehru, Nkruma, Sukarno, Nasser y Chou En Lai. El presidente de Argelia declaró su satisfacción “por la voluntad de ampliar la cooperación Sur-Sur”. Lula se quejó de «un mundo en el que el rico cada vez es más rico y el pobre cada vez es más pobre», y agregó: «Tenemos que mejorar este mundo en el que… mil millones de seres humanos se van a dormir cada noche sin las calorías y las proteínas necesarias». Lo que no dijo es que en el Sur-Sur, donde los estatismos campean, es donde están casi todos estos empobrecidos por los dirigentes tercermundistas y no el en Norte, donde se goza de considerable mayor libertad individual.

El presidente de Argentina, haciendo gala de su tradicional falta de respeto por las buenas costumbres y la cortesía, se retiró, sin previo aviso, antes de finalizar la Cumbre, en una clara señal de que las relaciones con Brasil son tirantes. El presidente de Chile también se retiro con anticipación, pero con previo aviso, debido a «otros compromisos» más importantes. Comprensible, ya que Chile tiene asuntos más importantes que esta convención de perdedores.

Chávez anunció la decisión de crear Petrosur, como si PDVSA no fuera ya suficiente caos tras la caída en 26,8% de su producción desde 1998, año anterior a que Chávez llegara a la presidencia. En una reunión al margen de la cumbre, funcionarios trataron concretamente la disposición de acelerar las inversiones brasileñas en Venezuela, en las áreas de prospección, y acelerar la instalación de una refinería de la estatal brasileña Petrobrás en el nordeste de Brasil con participación de Argentina, así como examinar de forma rápida el programa de prospección de gas por las empresas estatales de los tres países. Se repite la historia: Bandung 2005 para impedir cualquier posible repunte en el tercer mundo.

(*): Miembro del Departamento de Investigaciones de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE).

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