Un escorpión inexplicable
Desde hace un tiempo, la Argentina entera está asistiendo y tomando partido en una pelea que ha adquirido ribetes ciclópeos por exclusiva decisión de don Néstor, recientemente acompañado por doña Cristina, que se había mantenido en una razonable prescindencia.
Que, a esta altura de los acontecimientos que comenzaron el 25 de mayo de 1973 y con el deterioro de imagen que ambos integrantes de la parejita imperial han sufrido, resulta de todo punto de vista inexplicable que Kirchner haya decidido enfrentar, tan violentamente por cierto, a todos los cultos religiosos.
Y resulta aún más curioso que se haya elegido, para ello, un tema que, hasta que Kirchner lo decidió, no figuraba en la agenda de los temas más importantes de los argentinos, inmensamente preocupados por la inseguridad, la corrupción y la inflación.
Morales Solá hoy, con la excelente pluma que lo caracteriza, adjudica la razón a una tentativa del tirano de Olivos de reconciliarse con los rebeldes «progres» que, básicamente por la corrupción, han perdido toda esperanza respecto al «modelo».
No creo que sea así. Está visto que ya nadie –ni siquiera Maradona o los integrantes de la Selección- tiene demasiada vocación por aparecer en la foto con don Néstor o doña Cristina. Ésta, después de su lloriqueo post Mundial, sufrió uno de esos desplantes y plantones que estos genios de la diplomacia están acostumbrados a propinar al resto del orbe civilizado.
Y no pienso que esta ley consiga dar vuelta la opinión de quienes creen (creemos) que el famoso «modelo» no es otra cosa que el robo liso y llano del país, incluyendo, muy especialmente, tanto la obra pública cuanto las empresas privadas. Debo confesar que han tenido muchísimo éxito hasta ahora, ya que los Kirchner se han quedado con el petróleo, el gas, la electricidad, el transporte, los bancos, el juego, enormes extensiones de tierras, la Hidrovía, las comunicaciones, y pretenden hacer lo propio con los medios de prensa.
Es cierto que la prolijidad en el saqueo y sus registros contables no ha sido la característica de la conducta de esta asociación ilícita comandada por don Néstor pero, merced al favor de jueces con pasado prostibulario y presente comprometido, las causas que se abrieron han ido cerrándose, sea por sobreseimientos o por prescripciones, una a una. El tiempo que falta, teóricamente, para las elecciones dará para nuevas creaciones jurídicas de estos jueces tan inclinados a servir a tan malos señores.
Queda en pie, sí, la que tal vez resulte la mayor complicación para el futuro de estos bandidos. Me refiero a la causa que, por asociación ilícita, han iniciado un grupo de corajudos diputados de la Coalición Cívica contra don Néstor, doña Cristina y sus cómplices y testaferros más notorios, incrementada ahora por el agregado del lavado de dinero; ofrezco, a quien lo solicite, el texto completo de esta nueva pieza.
Pero, volviendo al tema inicial, esto es, a qué ha llevado a Kirchner a desatar esta pelea terrible con el catolicismo, el protestantismo, el judaísmo y el islamismo a la vez, y descartando la ofrecida por Joaquín Morales Solá, caben dos respuestas.
La primera se vincula, y de ahí la primera parte del título de esta nota, al instinto esencial del escorpión que inunda a la personalidad del tirano, que lo lleva a dañar a cualquier costo, inclusive la propia vida. Recuérdese el cuento que refiere que un espécimen necesitaba cruzar un río y, para ello, requería que otro animal lo llevara en su lomo; éste se resistía a hacerlo, alegando que el escorpión lo picaría y lo mataría con su veneno. Ante el argumento del bicho, que explicaba que, de proceder así, ambos se ahogarían, finalmente se prestó a llevarlo y, en la mitad de la corriente, se produjo el ataque; interrogado por el moribundo, el escorpión sólo pudo decir que ese instinto se encontraba en su naturaleza.
Tampoco me satisface esa explicación. Creerla sería desconocer cuánto ha logrado don Néstor en estos años en su carrera por quedarse con todo el poder del país. Con sólo recordar, como hice párrafos atrás, en qué sectores ha conseguido clavar sus colmillos, se puede confeccionar el identikit de una mente incapaz de manejarse solamente por instinto.
Queda, entonces, otra, pero demasiado obvia. En medio de los aciagos días que le toca vivir al kirchnerismo en el Congreso, donde avanzan la Ley de Protección a los Glaciares (que puede dar por tierra con la urdimbre montada por doña Cristina, en Canadá, con la Barrick Gold), la reforma del Consejo de la Magistratura, la implantación de un ilusorio 82% móvil (que obligará al Poder Ejecutivo a vetarla, como ya ha anunciado) y la no renovación de las facultades legislativas delegadas, una cortina de humo tan denso como la que ha desplegado don Néstor con la Ley del Matrimonio Homosexual y la autorización a parejas de ese tipo a adoptar niños puede resultar útil para enmascarar la retirada y, sobre todo, la diáspora de los legisladores del Frente para la Victoria y sus aliados.
La misma cortina lograría, en ese escenario, cubrir con un manto de neblina los pavorosos escándalos de corrupción que se suceden, mandando a las páginas interiores de los diarios los de ayer porque, sin solución de continuidad, aparecen nuevos todos los días, desnudando una matriz de negociados y de trapisondas sin fin.
Sin embargo, la magnitud de la conflagración que Kirchner ha desatado ahora –pese a haber «dormido» por mucho tiempo el proyecto de Vilma Ibarra, que se ha comenzado a debatir en Senadores y que se votará esta tarde, con flagrantes violaciones a los reglamentos del cuerpo- también me hace dudar de esa posible explicación. Una foto con Maradona, o los festejos del Bicentenario, hubieran podido servir para eso, pero esta guerra con las todas las iglesias me parece demasiado barullo.
Este nuevo conflicto, de enorme magnitud, evidentemente no ha sido inventado por respetar profundas convicciones personales de los miembros de la pareja, pues dispusieron de siete años, cinco de los cuales con enorme imagen positiva, para tratar el tema y no lo hicieron.
Entonces, en mi afán de encontrar una respuesta, me inclino a pensar que esto puede ser un banco de pruebas. Tal vez, sólo tal vez, don Néstor está probando para ver cuál es el poder de fuego real de los credos, en especial de la Iglesia Católica, transformados, por su exclusiva voluntad, en opositores.
Tal vez, sólo tal vez, estemos contemplando los primeros escarceos del gran conflicto social que, sin duda, desencadenará Kirchner si se siente acorralado por unas elecciones que imagine negativas para su continuidad.
Sí puede servir este episodio del «matrimonio» homosexual y de la adopción por ese tipo de parejas para medir a qué extremos está este verdadero fascineroso a llegar para conseguir sus fines.
Pero, tal vez, le resulte útil a Kirchener recordar qué ha sucedido, en un pasado no demasiado lejano, con cada uno de quienes quisieron violentar las creencias profundas de sus conciudadanos. Incluidos, por supuesto, los franceses, que hoy celebran la toma de la Bastilla.
Bs.As., 14 Jul 10