Un consejo y dos lecciones
El consejo es de Maquiavelo. En “El Príncipe” dice que el gobernante “debe cuidar mucho de ser circunspecto para que cuantas palabras salgan de su boca lleven impreso el sello de la virtud”. El lenguaje procaz y escatológico del mandante de Miraflores no solo contradice este consejo sino que es indigno de un gobernante.
América Latina recibió esta semana pasada dos nuevas lecciones magistrales de democracia (las anteriores las dieron Uruguay y Honduras con sus elecciones presidenciales).
La primera la dictó el Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, en el discurso que pronunció en Cancún y estaba dirigida a varios de los gobernantes presentes, pero de manera especial a un destinatario específico. Entre otras cosas el Presidente Arias dijo:
“Muchos (gobernantes) quieren abordar un oxidado vagón al pasado, a las trincheras ideológicas que dividieron al mundo durante la Guerra Fría”. “Hay en nuestra región gobiernos que se valen de los resultados electorales para justificar su deseo de restringir libertades individuales y perseguir a sus adversarios. Se valen de un mecanismo democrático para subvertir las bases de la democracia. Un verdadero demócrata, si no tiene oposición, debe crearla. Demuestra su éxito en los frutos de su trabajo, y no en el producto de sus represalias. Demuestra su poder abriendo hospitales, caminos y universidades, y no coartando la libertad de opinión y expresión. Un verdadero demócrata demuestra su energía combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad ciudadana y no imperios extranjeros y conspiraciones imaginarias”. “Es muy fácil defender los derechos de quienes piensan igual que nosotros. Defender los derechos de quienes piensan distinto, ése es el reto del verdadero demócrata. Ojalá nuestros pueblos tengan la sabiduría para elegir gobernantes a quienes no les quede grande la camisa democrática. Y ojalá también sepan resistir la tentación de quienes les prometen vergeles detrás de la democracia participativa, que puede ser un arma peligrosa en manos del populismo y la demagogia. Los problemas de Latinoamérica no se solucionan con sustituir una democracia representativa disfuncional, por una democracia participativa caótica”.
La otra lección de democracia la dio nuestro vecino país con la sentencia que acaba de dictar su Corte Constitucional. Los magistrados colombianos dictaminaron que una tercera elección del Presidente Uribe sería contraria a los principios de la separación de poderes, la igualdad, la alternancia democrática y el sistema de equilibrio y contrapesos establecidos en la Constitución Nacional. Esa sentencia que marca un hito histórico no solamente para Colombia, sino para nuestra región donde se registra una epidemia de enmiendas constitucionales para permitir la permanencia de los gobernantes en el poder. El siguiente párrafo de la sentencia es lapidario:
“La vigencia efectiva de la Constitución Política es la mayor garantía de los derechos fundamentales, del respeto a la dignidad de las personas, la libertad, la igualdad, la diversidad y el pluralismo como valores sociales aglutinantes. El principio de supremacía constitucional permite que hombres y mujeres consideren la Carta Política como un factor de cohesión, el alero protector que a todos nos cobija”
Los gobernantes de la región y sobre todo el de nuestro país, deberían reflexionar, meditar, madurar, y, empleando un término que está de moda, internalizar esas lecciones.
Normalmente los pueblos eligen al mejor ciudadano para que los gobiernen – pero desgraciadamente, como en Venezuela, eligen a alguien que, como dice el Presidente Arias, le queda grande la camisa democrática – Una vez elegido, el gobernante debe ser ejemplo y estímulo para la superación cultural, moral y espiritual de los ciudadanos.
La costra de soberbia, intemperancia, insensibilidad y cinismo que envuelve al mandante de Miraflores hace que las lecciones o consejos le resbalen sin hacer la más mínima mella en su mente obnubilada.
