Terrare en Irak y Perú
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El pasado 15 de agosto el norte de Irak fue sacudido por el peor atentado perpetrado desde la invasión estadounidense a esa nación y un terremoto causó la muerte de centenares de habitantes en Perú.
La masacre de más de 500 civiles en las calles de la ciudad de Qahataniya, situada a 120 Km. al oeste de Mosul demuestra que el objetivo de los grupos islamistas que las perpetran buscan exterminar a miembros de las comunidades étnicas – en este caso los Kurdos del norte de Irak – y a los grupos religiosos (sunitas o chiítas), con quienes no están dispuestos a convivir una vez que logren, en el futuro, obtener su soberanía.
Si bien la administración Bush es la responsable de crear la situación de caos que ocurre en Irak, es iluso pensar que estos atentados culminarán cuando sus tropas se retiren del país.
En diciembre de 2003 a raíz de un terremoto que causó la muerte de unas 50 mil personas en una ciudad iraní publiqué un artículo titulado “En el Mundo de Bam y “Bum” en el cual escribí:
“En Bam, toda la población quedó afectada con el terremoto que casi no dejo vestigios de las murallas y edificaciones de una de las ciudades más antiguas del mundo. El sufrimiento es inconmensurable, pero ni el más serio periodismo, puede evitar que Bam pronto pase a ser el nombre de una estadística más en la lista de intensos terremotos que irremediablemente seguirán ocurriendo en diversas partes del mundo. (%=Image(7127415,»R»)%)
Lo más grave, es que muchos otros “temblores” originados por mártires con explosivos, seguirán sucediendo con muchísima más frecuencia que los sismos, haciendo “Bum” y estremeciendo los suelos y las almas de miles de personas víctimas de devastaciones premeditadas.
Vivimos atemorizados por el terror y no por casualidad, la palabra terrorismo, viene del latín Terrare, que significa “causar temblor” y un pánico, similar a la sensación de la tierra removiéndose. “Errare humanum est”: Errar es humano, asegura el dicho y agregamos: Terrare, hacer temblar al prójimo, es cada día más humano y menos telúrico, en especial después del 11 de Septiembre de 2001, que se asocia más a las alturas de rascacielos y al tamaño de los terrenales egos de quienes aterrorizan a la humanidad”.
Ahora que centenares de iraquíes y peruanos volvieron a sufrir por un “terrare”, producido por la naturaleza humana en el primer caso, y por la Madre Naturaleza, en el otro, corroboramos que no existe sismógrafo que pueda precisar el grado de insensibilidad humana que tanto ha contribuido a masificar el terrorismo ni que pueda medir el dolor de quienes perdieron familiares y amigos en casos de terremotos como el del Perú.