Sr. Shannon: ¿Por qué no te callas?
El ritual se repite con aburrida regularidad: Cada cierto tiempo, desde su oficina en Washington o donde sea que en ese momento se encuentre, el Subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Sr. Thomas Shannon, ratifica la invulnerable voluntad de su gobierno orientada a mantener las mejores relaciones con el régimen de Hugo Chávez. No importa que el día antes Chávez haya repetido sus insultos contra el Jefe de Estado norteamericano, el Vice-Presidente Cheney, Condoleeza Rice y otros dirigentes de ese país, añadiendo a las ofensas personales sus cansonas denuncias sobre la crueldad imperial, así como las acusaciones de rigor contra los infinitos males presuntamente causados por el Presidente Bush. Tampoco importa que el propio Shannon, horas antes, se haya hecho eco de los numerosos indicios que vinculan a Chávez con las FARC, Hezbolá, Hamas, Siria, Irán y Corea del Norte. Es como si Shannon tuviese una personalidad escindida o se tratase de dos personas diferentes: él mismo y su doble o “clon”, o quizás Dr. Jekyll y Mr. Hyde ahora transmutados en flamantes diplomáticos.
Cuesta de veras entender de qué se trata. Una posible opción es que el gobierno de Estados Unidos haya dejado de tomar en serio a Chávez, y su vocero se expresa de esa manera ambigua para que nadie venga más adelante, cuando el desastre bolivariano alcance su sombrío final, a aseverar que fue Estados Unidos el autor de nuestros entuertos tropicales. O tal vez Washington está recopilando un expediente de buena conducta ante Chávez para que el resto de América Latina no se solidarice automáticamente con el caudillo criollo, en función de nuestros hondos complejos anti-yanquis. Cabe también conjeturar que estemos presenciando otro caso patológico de excesiva ingenuidad gringa, o que Shannon no haya leído “Cien años de soledad”. También es factible que Bush y su gente se estén haciendo los tontos y aguardando a Chávez en la bajadita, como dicen coloquialmente, para pasarle la consabida factura.
Honestamente no lo sé. Pero estoy convencido que las reiteradas muestras de buena voluntad del Sr. Shannon no están bien pensadas. Jamás conviene que un gran poder, como es el caso de Estados Unidos, adopte una actitud condescendiente ante personajes presuntuosos y altaneros al estilo de Chávez. Semejante actitud, por un lado, alienta a Chávez a proseguir su camino con aún mayor radicalismo, ya que su conducta pareciera no acarrearle consecuencias negativas. Su conclusión es: “el imperio me teme”. Por otro lado, los opositores de Chávez se sienten desalentados al constatar que nada que este último haga, por funesto que sea, genera costos para él, sino que al contrario parece alimentar su decisión de subir la apuesta en el tablero de la desestabilización continental.
Es comprensible que Washington rehúse dar nuevos elementos a Chávez para atacar al “imperio”, pero no tiene sentido que de un lado el gobierno de Estados Unidos deje saber, así sea de modo indirecto, que el actual gobierno venezolano se encuentra bajo amenaza de ser incluido en la lista de Estados que apoyan el terrorismo, y por otro lado afirme constantemente en público que “estamos abiertos a un trabajo común y a avanzar juntos constructivamente en los asuntos de interés mutuo…y bla bla bla”. Semejante contradicción genera un corto-circuito político y conceptual que poco favorece la lucha democrática en Venezuela. Entiendo que el Sr. Shannon no desee arrojarle adicional leña al fuego, pero a la vez, respetuosamente y tomando en consideración los diversos aspectos del asunto, me atrevo a formularle la inmortal pregunta: ¿Por qué, más bien, no te callas?