Sharon, cáncer de Israel
Bush es el primer presidente de EEUU que legitima los asentamientos judíos en tierra palestina”, declaró el primer ministro palestino al rechazar el plan de anexión de territorios de Cisjordania violando las resoluciones del Consejo de Seguridad. Bush negó a los refugiados palestinos su derecho a regresar al territorio de Israel sino al territorio del futuro Estado palestino.
Sharon formalizó en Washington su decisión de retirarse de asentamientos e instalaciones militares de la franja de Gaza. Para Bush es un gesto «histórico y valiente» porque «puede acabar con uno de los conflictos mundiales más duraderos». Que puede conducir a la Tercera Guerra Mundial, como Sarajevo o Dantzig.
También aprobó las acciones de Sharon como represalia a los atentados extremistas y prometió su apoyo para «proteger la seguridad de Israel y reforzar su capacidad militar, incluido su derecho a defenderse contra el terrorismo».
EEUU e Israel se colocan fuera del ordenamiento jurídico internacional y los palestinos ejercitarán su derecho de resistencia y de rebelión por todos los medios a su alcance, dentro y fuera de sus territorios. El débil puede compensar con astucia lo que el fuerte impone en un auténtico terrorismo de Estado. David ante Goliat no utilizó la espada propia de los combatientes sino la honda del pastor violando las reglas del juego militar. ¿A quién dio la razón la posteridad? Al vencedor, pues la historia la escriben siempre los vencedores. Tampoco fue juzgado EEUU por el empleo de armas atómicas contra Japón ni de armas biológicas en Vietnam ni de bombas de racimo en Afganistán y en Iraq. Todas de destrucción masiva.
Cuando un pueblo se considera elegido con pretexto religioso, racial, cultural o biológico discrimina a los demás en contra de los derechos humanos más elementales. La reacción de los discriminados será legítima defensa y en ella pueden servirse de los medios a su alcance pues la prepotencia abrumadora del invasor conculca el derecho a la vida.
Las armas de destrucción masiva están legitimadas si las utilizan los estados fuertes y son peligro terrorista si disponen de ellas los débiles. ¿Quién dispone de los mayores arsenales de armas químicas, biológicas y nucleares? Los miembros del G 8, que pretenden controlar los destinos del mundo sin estar legitimados para ello. Pero disponen de los recursos financieros y económicos que les permiten decidir qué es legal o ilegal, como si esto coincidiera con lo justo o injusto. Así como de los medios de comunicación que condicionan la opinión pública en un mundo sin fronteras para la prepotencia y con cortapisas para impedir la libre circulación de mano de obra, de recursos a justo precio, de nuevas tecnologías y de todo cuanto podría hacer de este mundo una sociedad más libre, más justa y con un mayor bienestar para todos.
Uno se estremece ante la foto en la Casa Blanca del general Sharon precediendo al presidente Bush, con las banderas de ambos países franqueando las puertas de un mundo diseñado por los intereses de los lobbies fundamentalistas judío y cristiano. Ya está bien de ser considerados antisemitas por estar en contra de la política de un gobierno con acciones criminales de exterminio, de anexión y de un pueblo expulsado de sus territorios, confinado en campos de refugiados y a los que han talado sus árboles frutales, cegado sus pozos y encerrado en inhumanos reductos en los que sus helicópteros entran en la noche para asesinar selectivamente.
Espanta el silencio y la colaboración económica de los judíos de la diáspora que no acaban de comprender que están alimentando un cáncer que en su metástasis les hará padecer a todos indiscriminadamente.
Por primera vez se han unido judíos y cristianos para combatir juntos. En la Edad Media hubo colaboraciones entre judíos y musulmanes contra los cristianos y contra otros pueblos considerados goyin y al harb, infieles y de conquista.
Y se dieron algunas alianzas entre ejércitos cristianos y musulmanes contra enemigos comunes de una u otra de sus religiones.
Pero la alianza entre el lobby más recalcitrante del cristianismo protestante anglosajón y del ala intolerante de un judaísmo sionista no se había producido hasta esta locura de la conquista de Oriente Medio por los EEUU.
En el caso norteamericano, obedece a la lógica de asegurar recursos para sostener la carrera en un modelo de desarrollo a expensas de centenares de millones de vidas de seres humanos a los que esquilman sus riquezas y a quienes esclavizan como fuerza de trabajo. Los consideran recursos materiales y humanos, buenos para ser explotados y obtener beneficios.
Para Israel es la expresión suicida de una pretendida garantía en sus fronteras y en su intento de expansión mediante el control de los medios económicos y bélicos.
El hecho de que ante las elecciones en EEUU los votos de 6 millones de ciudadanos norteamericanos judíos que controlan importantes medios económicos y financieros permitan a su lobby manejar al Gobierno de EEUU nos debe hacer considerar sino fueron similares las circunstancias que dieron lugar a sangrientas guerras y a crímenes horrendos.