¿Sentarse a conversar?
El pueblo de los Estados Unidos envió un mensaje al mundo luego de una década sombría donde se dieron cita el terrorismo, la guerra, la intolerancia, la crisis alimentaría y se sentaron las bases para una depresión económica que apenas comienza.
Empezando el siglo XXI se han creado las condiciones perfectas que durante el inicio del siglo pasado sumieron al mundo en las peores conflagraciones que haya sufrido la humanidad, incluido el uso de armas atómicas. Los estadounidenses al elegir a Barack Obama como presidente, mandan un pronunciamiento a favor de la paz, un no rotundo a la guerra de Irak y una clara señal a favor de la tolerancia y en contra de la discriminación y del racismo, resurgentes en distintos países europeos.
Durante la campaña electoral, voces del pasado acusaban a Obama de querer “sentarse a conversar con dictadores” por declarar que estaba dispuesto a hacerlo con los Castro o con Hugo Chávez, ignorando que no existen terroristas chinos, vietnamitas o nacionales de los países soviéticos precisamente porque alguien se sentó a hablar con ellos.
El cambio de China y su alejamiento del comunismo se debe a las pláticas que iniciaron Richard Nixon y Henry Kissinger con Mao Tse Dong y Zhou Enlai en 1972. Dialogo que nació con un juego de ping pong. Luego, serían Ronald Reagan y Mijaíl Gorvachov quienes se reunieron a partir de 1985. Sus acuerdos permitieron las reformas radicales (Perestroika) y la “glásnost” que brindó transparencia y concedió algunas libertades. Fue el preludio del fin del comunismo soviético. Las negociaciones con Vietnam y sus resultados, a pesar de la terrible guerra, igualmente comprueba que existen caminos distintos a la confrontación que pueden transitarse para dirimir las diferencias. Las conversaciones de la diplomacia estadounidense con Corea comunista nos evidencian lo mismo. Mientras EEUU se embarcó en una guerra en Irak porque supuestamente existían armas de destrucción masiva, Kim Il Yong, el dictador coreano, hacia alarde de su potencia atómica y misilística. Baste comparar los resultados, y el costo pagado en vidas y recursos en estos últimos años, de una política de buscar fórmulas no bélicas como el caso de Corea, con la ruta guerrera seguida en Irak.
En América Latina es similar. Lula Da Silva es de izquierda, formado en el marxismo y el fundador del Foro de Sao Paulo. Organización que de acuerdo a sectores anticomunistas es la fuente de origen de Chávez y de los movimientos izquierdistas en al área. Brasil mantiene opiniones distantes de los acuerdos de libre comercio con EEUU. Además, Brasil desarrolla energía nuclear y Lula fomenta la conformación de un ejército Suramericano y una organización de Estados latinoamericanos, sin Estados Unidos. Sin embargo, la actitud y la política de la Casa Blanca y del Departamento de Estado han sido extraordinariamente amistosas: Lula ha estado hasta en Camp Davis con su amigo Bush. Mientras tanto, y siendo presidente recién electo, a Hugo Chávez se le negó la visa para visitar los EEUU. Lo cual cambió las perspectivas notablemente. Del hombre que a pesar de ello, bajó el martillo en Wall Street, que admiraba a los yankees de New York y a Walt Whitman, pasamos al antiimperialista furibundo actual. Observemos las relaciones de EEUU con Brasil y Venezuela y preguntémonos ¿Cuál es el camino más lógico para lograr los objetivos del pueblo estadounidense? ¿Será sentarse a dialogar?.