Opinión Internacional

Señora, ¿aún no le da vergüenza?

Hace muchos años, Joan Manuel Serrat escribió una de las canciones más fantásticas de su extenso repertorio, “Mediterráneo”, en el cual describía tanto ese mar como su deseo de ser enterrado mirándolo. Luego, también hace mucho, escribió otra, en catalán, “Plany al mar”; al presentar en un recital esta canción, se preguntaba cómo había podido ser que, en tan poco tiempo, fuera él quien asistiría al entierro del Mediterráneo, asesinado por la desidia humana.

          Por mi parte, y guardando todas las distancias del caso, le escribí siete meses atrás una carta abierta, señora Presidente de los argentinos, en la que le preguntaba si una larga lista de hechos, ocurridos desde 2003, no le daban vergüenza, propia y ajena.

         Pues bien; en la medida en que no solamente no ha respondido a mis inquietudes sino que, desde entonces, se ha producido una verdadera catarata de hechos nuevos, muchísimo peores y más graves, me siento en la obligación de formular otra vez algunas antiguas preguntas, agregándoles las que tienen que ver, precisamente, con lo ocurrido desde entonces en esta pobre patria mía.

          Pese a que no debemos olvidarlos, no reproduciré ahora hechos como los fondos desaparecidos de Santa Cruz, la bolsa del baño de Felisa Miceli, el delirio de las anunciadas inversiones chinas, la corrupción de Skanska, la compra de terrenos en el Calafate, el dinero malgastado en transportar diarios y medialunas por vía aérea a ese lugar, la valija de Antonini Wilson, el enriquecimiento ilícito de Ricardo Jaime, la inventada y auto-generada crisis del campo, la desobediencia a las sentencias de la Corte en el caso del Procurador Sosa, los aprietes a las jueces que impidieron en el verano el robo –después consumado- de las reservas del Banco Central, y tantos otros hechos de corrupción desembozada que el futuro deberá investigar seriamente.

         Tampoco me referiré al manejo de los fondos provenientes de impuestos, usados por Ud. y su marido para sojuzgar a gobernadores e intendentes, o a la modificación de la composición del Consejo de la Magistratura, ya que la ciudadanía misma los está corrigiendo.

         Pero sí lo haré en otros temas más actuales y, por cierto, no menos graves y preocupantes.

¿No le da vergüenza, señora, haber llegado al poder enarbolando las banderas de la institucionalización del país y, luego, haber tolerado que don Néstor continuara con la sistemática destrucción de todos los organismos de control?

         ¿No le da vergüenza, señora, que todos los individuos o sociedades que su marido y usted tienen alrededor hayan lucrado, y lo sigan haciendo, de ese modo tan descarado?

         ¿No le da vergüenza, señora, que tanto tiempo después se siga discutiendo si es usted abogado o no, cuando el tema podría solucionarse rápidamente exhibiendo su credencial, como hacemos todos sus colegas en forma permanente?

         ¿No le da vergüenza, señora, que mientras usted pasea por el mundo para imponer su imagen internacional, toda la prensa mundial hable de la desaforada corrupción de su gobierno y de la tiranía que quieren implantar en el país?

         ¿No le da vergüenza, señora, que mientras el país entero carece de viviendas dignas, de cloacas, de agua corriente, de escuelas y de hospitales, mientras se expanden las endemias fácilmente controlables, usted dilapide el dinero público en el “fútbol gratis” y en la “línea de bandera” que tan caro nos está costando?

         ¿No le da vergüenza, señora, que la política de subsidios a la energía sólo beneficie a los más pudientes y no a los más humildes, que pagan el gas, por ejemplo, hasta 6 veces más caro que la clase media?

         ¿No le da vergüenza, señora, haber convertido al país, que era uno de los principales exportadores de carne a 58 mercados diferentes, en uno que no puede cumplir, siquiera, la tan codiciada cuota Hilton?

         ¿No le da vergüenza, señora, haber permitido y tolerado a su cerril marido generar la fabulosa crisis del campo y, con ella, destruir al interior del país?

         ¿No le da vergüenza haber despotricado tanto contra el “yuyito” y ahora depender tanto de la “santa madre soja”?

¿No le da vergüenza, señora, haber saqueado todas las cajas públicas del país, como la Anses, el Banco Nación, el Pami, el Banco Central, la Lotería y las AFJP’s?

         ¿No le da vergüenza, señora, hacer tan impúdica demostración de riqueza personal, generada durante el ejercicio de cargos públicos, frente a un país cuya población, en un 40%, está cada vez más sumida en la pobreza y la indigencia?

         ¿No le da vergüenza, señora, haber dependido de un juez con pasado prostibulario y de fiscales genuflexos para zafar, al menos por ahora, de las denuncias por enriquecimiento ilícito, y que todo el mundo los considere, igualmente, culpables?

         ¿No le da vergüenza, señora, que en un “país en serio” la Justicia no alcance a los poderosos de turno y que no haya un solo detenido –salvo Zanola- por corrupción?

         ¿No le da vergüenza, señora, que la prensa internacional ya califique a su marido y a usted misma como meros ladrones?

¿No le da vergüenza, señora, presidir un país que, junto con Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba, sea uno de los que menos inversiones directas reciban y más aislado se encuentra?

         ¿No le da vergüenza, señora, ser la Presidente de un país que hoy, después de siete años y medio de gobierno de los Kirchner, sea el hazmerreir internacional, por la falta de seguridad jurídica, la falta de respeto a los contratos y la permanente modificación de las reglas de juego?

         ¿No le da vergüenza, señora, “apretar” a las empresas concesionarias de servicios públicos para que vendan a los amigos del poder?

         ¿No le da vergüenza, señora, que nuestro país se vea obligado a pagar tasas superiores al 11% cuando consigue crédito, por obra y gracia del gobierno kirchnerista, mientras todos nuestros vecinos pagan el 5%?

¿No le da vergüenza, señora, que sus funcionarios, incluidos sus secretarios privados, hagan tal inmunda demostración de riqueza, sobre todo cuando antes de asumir sus cargos no tenían un centavo?

¿No le da vergüenza, señora, calificar a algunos de los jueces más probos que tiene nuestra Justicia de “partido judicial” que ejercen una “justicia express” cuando, simplemente, aplican la ley vigente y sus fallos le molestan?

¿No le da vergüenza, señora, mantener a un Jefe de Gabinete y a un Ministro de Economía que “aprietan” descaradamente a los jueces de la Nación y que no titubean en usar los peores epítetos para calificar a verdaderos íconos nacionales cuando éstos son críticos del Gobierno?

¿No le da vergüenza, señora, que toda la opinión pública internacional se haya alineado para criticarla por superficialidad y soberbia?

         ¿No le da vergüenza, señora, que la Argentina se haya transformado, otra vez, en objeto de estudio internacional por su interés en sojuzgar a la prensa independiente?

         ¿No le da vergüenza, señora, tildar de “grupo conspirador” a Clarín, después de haber comprado, por años, su complacencia y apoyo?

         ¿No le da vergüenza, señora, haber pretendido instalar la versión de “lesa humanidad” en la compra de Papel Prensa y que, en horas, la propia familia “damnificada” la haya desmentido?

¿No le da vergüenza, señora, llegar hasta bastardear el tema de los derechos humanos para intentar una victoria sobre Clarín?

¿No le da vergüenza, señora, complicarle la vida a un millón de clientes de Fibertel y a cuatro millones de usuarios con el mismo objetivo?

¿No le da verg¿No le da vergüenza, señora, que la población advierta que su gobierno sale de “shopping” cada vez que pretende un voto favorable en el Senado?

         ¿No le da vergüenza, señora, falsear la verdad tantas veces y tan repetidamente como para convertirse, a los ojos del mundo, en un émulo de Goebbels?

         ¿No le da vergüenza, señora, hacer gala, sin pudor de ningún tipo, de haber incrementado la escolaridad en un número tan matemáticamente imposible?

¿No le da vergüenza, señora, pretender seguir engañando a la población sobre la inflación y la pobreza con las falsas estadísticas del Indec?

         ¿No le da vergüenza, señora, irse con su marido al Calafate y guardar un estruendoso silencio frente a la inseguridad que, como nunca, se lleva la vida de tantos argentinos?

         ¿No le da vergüenza, señora, haber permitido que la Argentina se transformara, con los Estados Unidos, en los mayores consumidores de droga del mundo?

¿No le da vergüenza, señora, dinamitar tan fuertemente el futuro económico del país, a fuerza de gastar lo que no debería para sostener su proyecto político de corto plazo?

         Señora, yo sé, porque así lo enseña la historia universal, que el poder corrompe, y que el poder absoluto –como el que Ud. y su marido han ejercido hasta ahora- corrompe absolutamente pero, ¿no le da vergüenza el precio que el país ha debido pagar, en el mejor momento económico internacional de los últimos cien años, por sostener su proyecto político?

         ¿Frente a quién podrán exhibir su poderío y su riqueza sin transformarse en un hazmerreir internacional o en prófugos de la Justicia? ¿Habrá valido la pena?

         Realmente, ¿cree Ud., que tanto lo ha buscado, que será recordada por los logros de su “modelo”? ¿O, en cambio, por lo que pudo haber hecho y no hizo?

         Señora, es posible, pero –gracias a Dios- harto improbable que Ud. o su marido puedan volver a ganar una elección en Argentina. Si eso sucediera, se lo puedo asegurar, será el fin. Porque habremos tocado, finalmente, fondo y nuestra patria, que tan escasa está de laureles, se habrá convertido en un páramo bajo el mocasín sucio de don Néstor o los tacos de sus brillantes stilettos,

         Si tiene tiempo, y aunque sea por twitter, respóndame a estas preguntas.

         Mientras tanto, que duerma Ud. bien.

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