Opinión Internacional

Se taparon las pocetas en la Embajada Brasileña

Como llegamos a otro fin de semana ruinoso bajo el chavismo gobernante, que nos trajo para Venezuela a los autores de latrocinios inenarrables y responsables directos de por lo menos un millón de asesinatos y del maltrato a otros tantos pobres seres salvajemente torturados o presos, resolví redactar esta nota de humor político, pero lúgubre.

En mis tiempos de lidercito estudiantil izquierdista, recuerdo vívidamente la manía de los ultras por las TOMAS de instalaciones. Por 1968 desencadenamos desde la U.C. en Valencia una oleada de ellas en todo el país.

Yo conocía ya está “metódica” como la llaman los chavistas, la había aprendido un año antes en la Universidad Católica de Santiago de Chile. Se trató y se trata 40 años, mas tarde de una práctica con las mismas características delirantes, aunque confesando nobles propósitos. Con ellas se quiere forzar que el designado adversario entienda, que no le queda otra que tomar en cuenta al “tomista”.

Pero la memoria es selectiva y escoge lo que se grava más en los sentidos y va a parar a la zona límbica, casi exclusivamente instintiva del cerebro.

Mi rechazo a las “tomas” de las que fui inicial y arrepentido promotor, me vino del recuerdo de ese espectáculo deprimente, sucio, pestilente y sobre todo promiscuo, que acaba consumiendo a sus cultores empedernidos, quienes terminan haciéndose adictos a esa práctica, como otros a la morfina, el alcoholismo o a las orgías. El gobierno y la Asamblea chavista están lleno de ex-tomistas.

El último gran error de Zelaya es haber aceptado 100 ó más chavistas hondureños para acompañarlo en su “toma” de la Embajada de Brasil en Tegucigalpa.

La “cultura” política del izquierdoso “tomista” es «universal» como pretenden ser sus mensajes. Pero la pestilencia es la misma.

Ahora mismo no hayan que hacer con el hecho omnipresente, ubicuo, invasivo al extremo, que esa casa de la Embajada, por grande que sea, no está diseñada para esas más de cien personas, por lo que sus pocetas atiborranon su uso con más de 10.

Allí en la Embajada hay cien “usuarias y usuarios” es decir 10 veces más que esa cantidad de saturación.

La pestilencia terminará entonces por aconsejar un pronto acuerdo de mayor o menor rendición de Zelaya.

La desesperación con la que los disfrazados de rojo saquean en las calles, para presionar la vuelta de Zelaya, más bien debe tener que ver con las llamadas de emergencia de sus compañeros “tomistas”. !! Apúrense, presionen más, quemen todo, arrasen, les gritan por los celulares, la pestilencia aquí no se aguanta¡¡

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