Opinión Internacional

Rusia y el “sub-nacionalismo”

Hace días, encontré un artículo que escribí en el Diario de Caracas el 7 de marzo de 1980: “La lucha de un imperio multinacional”. Me refería a la Unión Soviética y al resurgimiento del nacionalismo en las regiones que la integraban. Permítanme reproducir algunos pasajes del artículo: “el sub nacionalismo, en nuestra opinión, es una de las pocas fuerzas históricas que podría a corto y a mediano plazo desintegrar el mapa político actual alterando sensiblemente los equilibrios de poder del planeta. A este respecto, dejamos a la imaginación del lector las posibles consecuencias de un recrudecimiento violento del separatismo nacionalista en Lituania, Estonia, Letonia, Ucrania, Georgia y entre las demás nacionalidades no rusas en la URSS. Más a corto plazo, ya que, por imperativo biológico, la desaparición del Mariscal Tito no puede estar muy lejos, es previsible y factible la desmembración de Yugoslavia con incalculables efectos en el panorama político y estratégico del mundo. …En conclusión, la muerte de Tito y sus efectos en los Balcanes, el eterno polvorín del planeta, los acontecimientos en Irán, Afganistán, el creciente nacionalismo musulmán en la URSS, las consecuencias no subestimables de un Papa polaco y con carisma entre los católicos de Europa Oriental, Ucrania, Letonia, Estonia y Lituania conforman, entre otras cosas, un escenario potencialmente explosivo.” Esto fue escrito más de una década antes de la desintegración de la URSS y Yugoslavia. Caso único en la historia, el imperio multinacional de la URSS colapsó pacíficamente. En cambio, la desaparición del Estado multinacional yugoslavo condujo a la guerra civil, la limpieza étnica y el genocidio. La desmembración pacífica de la URSS se debió, en buena parte, al estruendoso fracaso del sistema socioeconómico del socialismo “real”, que como bien dijo el intelectual polaco Bronislaw Geremek: “no sólo no creó riqueza, sino ni siquiera distribuyó con justicia la pobreza.” La URSS demostró ser un gigante con pies de barro. Su mayor fortaleza era su riqueza petrolera y, efectivamente, el período de mayor influencia de la URSS en el mundo fue entre 1974 y 1983, años con altos precios del petróleo. Recordemos que, en esos años, se dieron la invasión de Afganistán, las intervenciones en Angola, Mozambique, Yemen, Etiopía y el apoyo a la Nicaragua sandinista y al régimen marxista-leninista de la isla de Grenada. La URRS se derrumba, en cambio, en tiempos de petróleo barato. Hay que comprender que para un nacionalista ruso el fin de la URSS fue una catástrofe geopolítica. Rusia perdió, en unos meses, lo que había conquistado durante los siglos que van desde Pedro el Grande hasta Stalin y eso sin perder una guerra “caliente”. Perdió la Guerra Fría, que era una competencia “existencial” entre la “sociedad abierta” de Karl Popper, con economía de mercado, y una sociedad cerrada, con economía colectivista. Vladimir Putin es un nacionalista ruso autoritario que, gracias a los sostenidos mayores ingresos petroleros de la historia, se ha fortalecido económica y militarmente y está decidido a recuperar buena parte de la perdida influencia. El fomento del separatismo en Abkazia, Sur Ossetia y el Trans Dniester, en Georgia y Moldavia, es una prueba evidente al respecto, sin embargo corre el riesgo de fortalecer el sub nacionalismo en Rusia, como en Chechenia y Tatarstán

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