Opinión Internacional

Reexhumación del populismo

La victoria de Morales en Bolivia, el alza en las encuestas de Humala en Perú, el fortalecimiento de las corrientes más populistas del peronismo en Argentina, la posibilidad de la victoria de Lopez Obrador en México y del retorno de Ortega en Nicaragua, parecerían señalar la profundización de la ola favorable a la izquierda populista en América Latina, iniciada por Chávez y continuada por Lula y Tabaré Vazquez. Antes que nada, es necesario aclarar que existen diferencias sustanciales entre la izquierda democrática y “civilista” de Lula y Tabaré y el populismo militarista, radical y autoritario de Chávez, Humala y Morales, este último sin la nota militarista. Lula y Tabaré no vienen a “refundar” el país, respetan las reglas del juego de la constitución vigente, mantienen una orientación de economía de mercado, reforzada por la presencia en el gobierno de connotados empresarios. Morales, en el final de su campaña, moderó sustancialmente su mensaje y logró el apoyo de vastos sectores moderados, que cansados de la crónica inestabilidad, fomentada por el propio Morales, han apostado peligrosamente a que el desestabilizador estabilice. Veremos si Morales se acerca a Lula o seguirá el modelo chavista. El populismo radical no es nada nuevo en America Latina y en particular en Bolivia, la revolución de 1952, capitaneada por Paz Estenssoro y el gobierno del general Juan José Torres en los ’70 son ejemplos al respecto. Quien ignora la historia está condenado a repetirla” decía Santayana. Estamos asistiendo a la reexhumación de un modelo fracasado, impulsado como en el pasado por un ciclo de precios altos en las materias primas, particularmente el petróleo, que financia temporalmente aventuras antieconómicas, que terminan en el desastre hiperinflacionario. Todos los países exitosos son economías de mercado, las únicas que crean riqueza sostenidamente. Los “tigres” asiáticos en 1960 tenían en general economías inferiores a la mayoría de los países de América Latina, ahora nos han superado y se alejan rápidamente en la senda del desarrollo. El retraso latinoamericano no se debe a las escasas, parciales y mal implementadas reformas liberales de los ’90, sino a décadas de populismo “endógeno”, que nos dejó sociedades improductivas, ineficientes y desiguales. Chile, la economia latinoamericana de mayor crecimiento y que ha reducido la pobreza en más del 50%, es el ejemplo a seguir. Desgraciadamente, la estupidez es infinita (Einstein dixit).

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