Opinión Internacional

¿Qué será lo que quiere el negro?”

El hecho de la postulación del señor Obama a la presidencia, al igual que la de la señora Clinton, constituyó un incuestionable avance de la democracia norteamericana. Era la rectificación, sin retorno, de la discriminación por raza y sexo.

En la oferta institucional no hubo mayores diferencias. Se dieron algunas en la de transformación social. En ese punto el señor Obama se comprometió con políticas públicas de gran aliento como son: seguridad social que brinde cobertura a todos cuantos habitan legalmente en el país, con ajuste de los costos exorbitantes de las pólizas; relanzamiento de la educación tanto en extensión como en calidad y saneamiento de la economía, enfrentando la gigantesca crisis financiera que se manifestó con el estallido de la burbuja crediticia, inflada por la avaricia de los promotores de vivienda y la deshonestidad de los banqueros. Políticas que conjugaban la garantía de un futuro mejor con la defensa del bolsillo de las clases media y proletaria. Tocaron en lo más profundo el alma norteamericana.

El respaldo del Partido Demócrata fue vigoroso y consistente. Pero, a mi modo de ver, el asunto electoral no dejó espacio para exponer los detalles del programa de gobierno. De allí las resistencias conque han topado las reformas educativa y de seguridad social, Tanto en el Congreso como en la calle. Y deberá andarse con cuidado porque los intereses que representan los seguros son muy poderosos y de alta peligrosidad.

Como si fuera poco, pone en marcha una novedosa relación con América Latina, francamente desconcertante. Por un lado, levanta importantes restricciones impuestas por un embargo comercial que, en la práctica, ha beneficiado a la dictadura Castro-comunista. Porque según la propaganda castrista, la tragedia del pueblo cubano comienza y termina con el embargo. Castro es la víctima. USA el villano. Y eso ha calado en densos sectores de la población mundial. La decisión, como esfuerzo por extirpar la verruga intervencionista, es buena.

Por otro lado ¿Domeñará la voluntad expansionista del Castro-comunismo y la tiranía que ejerce contra su pueblo?. Eso lo ignoramos en la misma medida que nos desconcierta el que se favorezca la política del Bellaco en Jefe Hugo Chávez, con medidas para estrangular el gobierno de Honduras, en aras de la restitución al cargo a quien violó la Constitución de su país y que, obedeciendo directrices del financista venezolano, pretendía colocar a Honduras en la órbita Castro-comunista y sus alianzas con países que juegan al holocausto nuclear.

Al parecer la más grave amenaza no encarna en los malos sino en quienes, de alguna manera, los protegen. Porque Zelaya fue depuesto, en ello insistimos, por el poder civil, que ordenó al militar su captura y extrañamiento.

Y continúan las interrogantes. ¿Será, por ventura, que la tiranía cubana adhirió al sistema democrático y es merecedora de los beneficios del perdón norteamericano, en tanto que quienes enfrentan el Castro-chavecismo ganaron una paila en el infierno?.

Es de temer que tal concentración de TNT tiente las Parcas y Obama pueda correr la suerte de “El Mariscal que vivió de prisa”. De allí que la angustia nos traiga al recuerdo el estribillo de “El africano”, un merengue dominicano que dice: Mami, ¿qué será lo que quiere el negro?.

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