Opinión Internacional

¡Que cace ratones!

Escribo desde Zhuhai, en la República Popular China. Zhuhai es una de las tres ciudades –con Guanzhou y Shenzhen- que Deng Xiaoping visitó en 1992 cuando tenía 88 años. En las tres ciudades dio discursos en los que enfatizó la necesidad de continuar con las reformas emprendidas para liberalizar la economía china.

Deng Xiaoping se había dado cuenta del error que había cometido en 1989 cuando ordenó que el ejército disparara contra el pueblo en la Plaza de Tian´anmen. China se vio aislada internacionalmente y el desarrollo económico sufrió un violento frenazo. Tenía que revertir aquello. En sus alocuciones en el famoso “viaje al sur” Deng dijo que la inversión extranjera y la apertura de los mercados no tenían vuelta atrás. En Zhuhai tienen expuesto en una plaza “el avión de Deng” como un icono de aquella visita y de su importancia en el desarrollo de la China de hoy.

Porque la China de hoy no tiene nada que ver con la China de Mao. La China de hoy es la China de Deng, el comunista que pasó por todas las etapas y todos los cargos hasta que se dio cuenta de que “aquello” no funcionaba. Deng sabía el estrepitoso fracaso que habían sido el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural de Mao. Así se lo hizo saber y lo que logró fue ser enviado a su casa, sin cargo, acusado de derechista, capitalista y contrarrevolucionario (suena conocido, ¿verdad?… la receta del fracaso ha sido la misma en todos los países).

El año de 1968 lo pasaron Deng y su esposa en arresto domiciliario en su casa de Beijing. Fueron humillados y despojados de sus cargos y responsabilidades. Un año más tarde fueron enviados a la provincia de Jiangxi, donde ambos ingresaron como obreros en una fábrica de tractores. Cuando su hijo Pufang fue lanzado por guardias rojos desde una ventana de la Universidad de Beijing por considerarlo capitalista y quedó parapléjico a raíz del accidente, Deng pidió excusas públicas a Mao por sus actos contrarrevolucionarios y logró entrar de nuevo al partido. Pero obviamente, ese acto de pedir perdón fue para proteger a su familia y un repliegue para actuar en el momento preciso.

En 1976, cuando murió el primer ministro Zhou Enlai, hubo protestas en la Plaza de Tian´anmen, Deng fue nuevamente acusado de causarlas y una vez más retirado de sus labores políticas. Pero pocos días después murió Mao y a pesar de que había nombrado como sucesor a Hua Guofeng, Deng Xiaoping había consolidado su posición entre los miles de activistas que sufrieron en carne propia los embates, excesos y desmanes de la Revolución Cultural. Deng tuvo la fuerza necesaria para apartar a Hua y comenzar las reformas necesarias para enrumbar a China en el camino de la prosperidad. Acabó con las comunas y se dedicó a consolidar las “cuatro modernizaciones”: desarrollo científico y tecnológico, liberalización de la economía, fortalecimiento de la agricultura y reorganización de la defensa nacional.

Lástima que la masacre de 1989 empañara su trayectoria como gobernante, porque el progreso que vive China se lo debe a Deng Xiaoping. Y tan consciente estaba de ello que cuando se retiró, Deng no nombró a quien en su momento insistió en que diera la orden de disparar, Li Peng, miembro del ala conservadora del Partido Comunista, sino que nombró a Jiang Zemin, Alcalde de Shanghai, en la seguridad de que continuaría con la apertura que ha catapultado al país.

Estoy encantada con lo que he visto. La China es un país hiper desarrollado en infraestructura. Las autopistas, los trenes, metros, edificios, son de primer mundo. La economía de mercado funciona con precisión micrométrica. La presencia internacional es avasallante. Se siente prosperidad, alegría, esperanza. Aún en el campo profundo se palpa el progreso. China está viviendo el capitalismo popular que propone María Corina Machado. Le falta avanzar en libertades individuales. Cuando dé ese paso, que lo dará, será indetenible.

Y es que el siglo XXI debería ser el siglo en el que se acaben las ideologías que causaron tantas tragedias en el siglo XX. Hay que decir como Deng Xiaoping: “¡qué importa de qué color es el gato, lo que importa es que cace ratones!”

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