Preguntas retóricas sobre la granja
Bienvenida sea la condena al golpe militar que sacó a Zelaya de la presidencia de Honduras, siempre y cuando también se condene el golpe que desde el gobierno intentó hacer el mandatario defenestrado, convocando a un referéndum para una Constituyente cuando la Carta Magna de su país lo prohibía en los términos y plazos que él trató de imponer a la fuerza, y en contra de los dictámenes del congreso y de la Corte Suprema de Justicia.
Entonces vale preguntar: ¿Por qué la OEA fue sorda durante el intento de golpe de Zelaya a pesar de las llamadas que los otros poderes independientes del Estado hicieron en su momento? ¿Por qué la ONU dedicó una condena a un caso como el de Honduras – tan complejo y pleno en matices – y no lo ha hecho con golpes ocurridos también en el 2009 en países africanos como Madagascar y Guinea Ecuatorial? ¿Por qué se ignoran golpes más sutiles como el del gobierno de Venezuela al pueblo de Caracas, cuando se sustituyó a dedo al alcalde mayor electo popularmente por uno nombrado por el autócrata venezolano, o la imposición por decreto de un militar como prefecto del departamento de Pando en Bolivia – por 90 días – que lleva más de un año gobernando en sustitución del de oposición, Leopoldo Fernández, acusado de lo mismo que hizo Evo Morales cuando era líder de oposición: incitar a la violencia?
¿Por qué para un gobierno de facto de Honduras que promete entregar el poder al ganador de las elecciones de noviembre, cuyos candidatos ya fueron electos antes del golpe al golpista Zelaya se le somete a un embargo mientras toda Latinoamérica condena a Estados Unidos por no levantar el que pesa sobre Cuba, aun bajo la dictadura de los Castro, en donde no se plantea un cambio del su sistema político sin elecciones multipartidarias ni libertad de expresión en la isla?
¿Por qué la OEA no investiga las Casas Alba en Perú y la “Base de Paz” que recientemente instaló el gobierno venezolano en otros países, que nada más y nada menos que Oscar Arias – el elegido para mediar en el caso hondureño – ha sometido a escrutinio en su nación, expresando que “es cómico o cínico”, pues no hay ningún país más pacífico que Costa Rica en el continente? ¿Y por qué, si Arias está claro que “uno puede aprender de Venezuela como jugar mejor béisbol, pero sobre paz no nos pueden enseñar nada”, no se plantea la misma pregunta cuando se trata de restaurar en el poder de su país vecino a un títere de Hugo Chávez, que por deducción a sus palabras, no traerá paz a Honduras?
Bienvenido sea el informe de la ONU que crítica a Israel por crímenes durante la guerra en Gaza – quizá justificadamente, aunque como en el caso de Honduras, sin tomar en cuenta el contexto de por qué se llegó a esa situación –pero, ¿por qué no se hizo lo mismo a otros países que en su lucha contra terroristas o guerrillas han matado a miles de civiles, como Estados Unidos en Irak y Afganistán; Rusia en Chechenia; Turquía e Irán en el norte de Irak en su lucha contra la guerrilla kurda del PKK; Arabia Saudita en Yemen; o cuando tropas franceses lo hicieron en Ruanda en 1994, apoyando al gobierno que ocasionó el genocidio de ese país?
Bienvenida sea la controversia por las tropas en bases militares de Colombia, pero por qué UNASUR no se ha reunido para estudiar el caso de los asesores del servicio secreto cubano y de iraníes en Venezuela; o el de militares venezolanos y cubanos en Bolivia; o la futura llegada de militares franceses a Brasil para armarla hasta los dientes?
Bienvenidas sean las críticas sobre las cárceles en Guantánamo y de la existencia misma de esta base norteamericana en Cuba, luego del fin de la “Guerra Fría”, pero, ¿por qué casi nadie se interesa por lo que ocurren en las otras cárceles de ese país, en las cuales se consumen las vidas de centenares de presos políticos? A fin de cuentas, Guantánamo es, en palabras de Bernard-Henri Levy– un punto del “Imperio” ubicado en el corazón de la última colonia del otro Imperio ya difunto”.
¿Por qué el Tribunal de La Haya ha condenado solo el muro de 703 Km. construido por Israel en Cisjordania – que ha reducido en más de 90% los atentados terroristas suicidas – y no las murallas y vallas de Estados Unidos en la frontera de México (3,360 Km.), la construida por los chipriotas turcos para separarse de los griegos (180Km ); la de Marruecos con el Sahara Occidental del Frente Polisario (2.720 Km.); la que divide la Cachemira paquistaní de la India de 3.300 Km.; la que separa a las dos Coreas (248Km); las que bordean a Ceuta y Melilla española en Marruecos para que desesperadas personas no puedan emigrar a España (8 Km. y 11 Km. respectivamente), la que separa a católicos y protestantes en Belfast, Irlanda del Norte (20 Km.), y la proyectada por Rusia para asilar a Chechenia en la frontera de 700 Km.; entre muchos otros cercos?
A la hora de la crítica, y la omisión, algunos países son más iguales que otros en esta granja de animales mundial.