Por la maleta se saca a Cristina
La Justicia gringa les ha echado el guante a los socios del hombre de la maleta, Guido Alejandro Antonini Wilson. Éste es el culpable de la más grande equivocación estratégica (según confesión del propio caudillo) del hasta ayer invencible Hugo Chávez, quien escogió como fecha de la presentación de su propuesta de nueva Constitución el 15 de agosto pasado, diez días después de la incautación de los 800.000 petrodólares en Buenos Aires.
Quizás fue el ex vicepresidente José Vicente Rangel quien aconsejó tal jugada. Recordemos que hasta aquella noche, cuando Chávez pronunció su larga perorata, la “reforma” al texto constitucional de 1999 permanecía en secreto.
Eran 33 artículos que eliminaban varios derechos fundamentales de los venezolanos: el derecho al sufragio para nombrar un nuevo poder público (el Poder Popular), la alternabilidad democrática al querer establecer la reelección perpetua del Presidente, el menoscabo de la propiedad privada al eliminar la disposición de los bienes y hablar de la “legitimidad” de la propiedad de los medios de producción, la desaparición de la libertad económica y un largo etcétera.
El régimen buscaba dejar en el olvido el escándalo de la maleta transportada en compañía de funcionarios de PDVSA y en un avión de una empresa estatal argentina. El ahora célebre gordo Antonini dejó, como quien se deshace de unas pequeñas monedas extranjeras, el maletín repleto de billetes gringos.
Hoy, Chávez y quienes fungen de especialistas en estrategia (Müller Rojas, entre otros) olvidan el pequeño detalle que explica por qué se decidió proponer la “reforma” en el vacacional agosto.
Y como si se tratara de un canónico guiòn de Hollywood, ahora después de la derrota del 2D, aparecen nuevamente las peripecias de la maleta, su portador, sus acompañantes de viaje y los encausados como conspiradores por el sistema judicial del Estado de Florida.
Suelen ocurrir estas cosas cuando los altos intereses del Estado son dejados de lado para dar paso al espectáculo, a la manipulación (ésta sí mediática, Willian Lara) burda y se siguen los consejos de manager de tribuna del reconvertido periodista Rangel.
El ya cesante Fiscal General, Isaìas Rodríguez, no hizo mayor cosa por investigar la procedencia de esos dólares. Como tampoco el reelecto Clodosvaldo Russiàn pensó que la Contraloría General debía actuar en el caso. Es la Justicia estadounidense la que actúa con presteza y eficacia para descubrir los detalles de la conexión Miami-Caracas-Buenos Aires.
En un artìculo publicado en fecha cercana a la incautación de la alegre maleta, recordé el equipaje que olvidara Pèrez Jiménez la madrugada del 23 de enero de 1958, cuando huyó del país. Allì se establecía un paralelo, casi maldito, entre ambas maletas abandonadas y se recordaba cómo los papeles que dejara Pèrez Jiménez sirvieron de fundamento para su extraditaciòn desde Miami (cómo les gusta esta ciudad a los nuevos ricos), enjuiciamiento y encarcelamiento.
El fiscal adjunto que lleva el caso, Thomas Mulvihill, ha dicho: ‘‘El dinero estaba destinado a la campaña de Cristina Kirchner». Sobre los dueños de la empresa petroquímica Venoco (otra coincidencia cinematográfica: ésta empresa era propiedad de la familia Pèrez Recao, donde trabajaba el fugaz autojuramentado Presidente, por 48 horas, de abril de 2002: Pedro Carmona), relacionada comercialmente con Pdvsa, la investigación ha establecido, que conspiraron junto a Antonini para borrar los rastros del traslado de la maleta. El fiscal adjunto también ha dicho: «Estos acusados recibieron instrucciones de mantener bajo el perfil de Venezuela».
Esto coincide con la misma intención de Chávez al plantear en agosto su hoy derrotada “reforma constitucional”. El bajo perfil del escándalo ha sido imposible y la recién estrenada Presidenta Cristina de Kirchner ha tenido que responder, como un ministro venezolano cualquiera, calificando de “basura” la investigación judicial de los hechos y la detención de los venezolanos.
“Por la maleta se saca al pasajero”, se dice en criollo. Ya sabemos qué esperar de Cristina como gobernante de la Argentina: ninguna disposición para investigar los delitos cometidos en la administración de su esposo. Nula transparencia. Opacidad máxima.
Eso sucede cuando la Presidencia de una república es un bien adquirido en el matrimonio.