Opinión Internacional

Política exterior antibolivariana

La celebración del 5 de Julio en este año ha tenido características peculiares. Por una parte se desarrolló en un ambiente de acelerada militarización, armamentismo y paranoia de “invasión”. Por la otra, la presencia de cuatro presidentes amigos, todos provenientes del Sur y de ninguna otra parte de América Latina, simbolizó el nuevo carácter unidireccional y excluyente de nuestra política exterior.

Por su localización geográfica, Venezuela siempre pareció destinada a ser un punto de equilibrio y de inclusión, una encrucijada abierta hacia los cuatro puntos cardinales del hemisferio y del universo. Por su estructura demográfica, étnica y cultural, es caribeña, andina y amazónica, con predominio de lo primero. Por su memoria histórica, es bolivariana en el sentido más sobrio y real: experiencia de liberación integradora junto a Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá y Perú, y mandato anfictiónico hacia el resto de la América mestiza.

Es pasmosa la furia destructora con la cual el presidente Hugo Chávez ha arremetido precisamente contra esa herencia auténticamente bolivariana. El Libertador era por encima de todo un fanático de la Unidad. El presidente Chávez es un apasionado predicador y promotor de la División dualista. En su gestión interna, rompió la unión de sectores sociales que lo había elevado al poder, y polarizó el país mediante una incesante y no provocada guerra de insultos y amenazas contra toda disidencia u oposición. En lo internacional, echó al olvido su inicial afirmación de que “Venezuela es una bisagra”, y diseñó un mapa geoestratégico en el cual se enfrenta un bloque de gobiernos “malos”, orientados por Estados Unidos y ávidos de libre comercio con esa potencia, a otro bloque de gobiernos “buenos”, supuestamente antagónicos al “imperio”. Su ruptura con el grupo “malo” implicó una renuncia gratuita a la posición geopolítica privilegiada de nuestro país, mediante el abandono de la Comunidad Andina y el G-3, y un vuelco total hacia Mercosur, bloque dominado por potencias regionales que nos aventajan económicamente

Pero ya ha comenzado también a subdividir al bloque “bueno”, sembrando discordia entre sus integrantes grandes y pequeños y profundizando la rivalidad entre los grandes mismos. Al mismo tiempo, su creciente identificación con Cuba, Irán y Corea del Norte, y su desenfreno verbal contra Estados Unidos, abren una zanja infranqueable entre las “dos izquierdas” latinoamericanas. Lo que aún a comienzos del presente año era percibido por muchos como una sola “fuerza progresista regional” se está dividiendo, por obra y gracia del gobernante venezolano, entre socialdemócratas constructivos y un conjunto ultrarradical que abarca a comunistas, yihadistas y neonazis. Por la agresividad de estos extremistas, la socialdemocracia moderada terminará por aliarse continentalmente con las fuerzas de centroderecha, en necesaria defensa de la democracia y la paz.

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