Opinión Internacional

¿Podrá Venezuela asumir sus compromisos de integración regional?

La agenda del 2005 se inicia con múltiples compromisos y un gran reto: la conformación de una Comunidad Sudamericana de Naciones. Es de recordar que hace casi 60 años Sir Wiston Churchill en Zurich (1946) proclamó la idea de crear una Unión de Estados Europeos y 50 años de que hombres como Schuman y Monet, visualizaran la reconstrucción de una Europa a partir de un mercado común. Como repuesta a estos sueños, tres pequeños Estados Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, en abril de 1951, poco tiempo después de concluir la segunda guerra mundial, asumieron el desafío con la firma del tratado de la Comunidad del Carbón y el Acero (CECA). Con dicho instrumento se había conseguido por primera vez, otorgar a una organización supranacional un ámbito político, que hasta el momento había sido competencia de los Estados nacionales. La integración económica global del sector del carbón y del acero sentarían las bases medio siglo después para la creación de la Unión Política de Europa. Tiempo después, en el año 1957, Alemania, Francia e Italia firmaron junto con los países de la CECA el Tratado de Roma, con el cual se constituyó la Comunidad Económica Europea (CEE) hoy convertida en la Europa de los 25.

En el caso de Sudamérica que aspira a la conformación de una Comunidad de Naciones, se debe tener presente:

1) El proceso de integración se inicio paralelamente al europeo durante la década de los 60

2) El mismo experimenta varios esquemas e incluso, la reconversión posterior de algunos de estos esquemas, como lo fueron la ALALC y el CARIFTA

3) Lamentablemente, ha sido poco lo que se ha avanzado en comparación al modelo europeo.

La ALALC reconvertida por el Tratado de Montevideo 80 en ALADI, aspiraba a la creación de una zona de libre comercio entre sus miembros, mediante un proceso de negociación y la liberación gradual del comercio entre las partes, lo cual requirió resolver aspectos técnicos para facilitar y hacer posibles las negociaciones, como fueron, la elaboración de una Nomenclatura Arancelaria Común; la compatibilización de los procedimientos aduaneros y el establecimiento de criterios para la certificación de origen. Sin embargo, el TM 60 (ALALC) al comenzar a perder dinamismo, derivó en la negociación de un nuevo tratado, que concluyó con la reconversión de la vieja ALALC (TM 60) en la ALADI (TM 80) la cual desafortunadamente, tampoco ha podido alcanzar su fin último como es el de la profundización de la integracción.

Por otra parte, es ampliamente aceptado que ante los lentos avances de la ALALC y el incumplimiento generalizado de sus objetivos, algunos países como Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú suscribieron en 1969 el Acuerdo de Cartagena, con el objetivo de profundizar el proceso de integración entre los países andinos con la configuración de una Unión Aduanera, a la cual se unió Venezuela tardíamente en 1971.

El nuevo reto

El pasado 9 de diciembre se firmó el Acta de Ayacucho para la conformación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), como un nuevo desafío en el difícil camino hacia la integración regional y hemisférica. En esta ocasión los Jefes de Estado en un intento por fundar una “nación de naciones” asumieron un compromiso histórico dirigido a profundizar los mecanismos de integración; y donde Venezuela, aspiraría jugar un papel relevante, a partir de su “determinismo bolivariano”.

La iniciativa tiene su origen en la 1ra Cumbre de Presidentes de América del Sur realizada en la ciudad de Brasilia, entre los días 30 de agosto y 1°. de septiembre de 2000. En un documento de 14 páginas y 62 puntos, la «Declaración de Brasilia» planteó una serie de compromisos para la integración que pasan por la creación de una zona de libre comercio, el desarrollo de la infraestructura, el estado de derecho y la defensa de la democracia. En cuanto al sistema de gobierno, el texto destaca que «la democracia representativa” es el fundamento de la legitimidad de los sistemas políticos y la condición indispensable para la paz, la estabilidad y el desarrollo de la región. Como se recuerda, Venezuela en la Cumbre de las Américas en el 2001 dejó clara su reserva, al rechazar el término Democracia Representativa.

La Segunda Cumbre Sudamericana, se celebró en Ecuador. Las doce naciones sudamericanas, diseñaron en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil un espacio común e integrado, basado en principios democráticos, con el que pretenden dejar atrás el atraso y la pobreza. Los presidentes sudamericanos sellaron en la II Cumbre regional el «Consenso de Guayaquil», un documento integrado por 34 puntos Entre los principios generales destaca el compromiso de defensa de los sistemas democráticos con la creación de un mecanismo de solidaridad financiera que garantice la democracia y gobernabilidad. Sobre la conformación de un bloque económico sudamericano, el texto aprobado reitera la voluntad de que la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) concluyan este año sus negociaciones para cerrar un tratado de libre comercio que les fortalezca ante futuras negociaciones sobre el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En este sentido, se comprometieron a buscar modalidades apropiadas para fortalecer la capacidad de los países con pequeñas economías para participar en las negociaciones del ALCA.

Resumiendo, esta iniciativa surge:

 Como una respuesta política de algunos países, entre ellos Venezuela a la propuesta del ALCA,

 Como un mecanismo para recuperar fuerza frente a Europa

 Para enfrentar los efectos de los TLC al promover la profundización de la integración en diversas áreas como la física, la energética, la financiera, la cultural y la informativa y

 Ofrecer soluciones a problemas comunes, como las altas tasas de desempleo, la pobreza extrema, la exclusión social, la indigencia, la inseguridad entre otros males.

EL “club comunitario”. Como vemos, la profundización de la integración implica nuevos compromisos, nuevas realidades y hasta un gran desprendimiento en cuanto a los nacionalismos históricos. La Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) integrará a dos bloques económicos, el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), mas Chile; y exige mas allá de las declaratorias y cumbres presidenciales, de fuertes y duras negociaciones a corto plazo que van desde una nueva redacción de los objetivos de la integración, de una interpretación mas moderna a conceptos sacrosantos como soberanía y no injerencia, hasta la reconversión de organismos como la ALADI y el SELA a fin de reducir la burocracia regional y ponerlos a la orden del nuevo proyecto que alberga a una población de más de 360 millones de personas, con un PIB de 800.000 millones de dólares (621.600 millones de euros) y con una capacidad exportadora de 188.000 millones (146.000 millones de euros). Se espera que la CSN entre a funcionar en abril de 2005 y que en el medio plazo se implante una moneda común, siguiendo el ejemplo de la Unión Europea (UE).

Con los anteriores señalamientos, no pretendemos descalificar nuestra participación en el proceso, como tampoco decir que no creemos en la integración como una vía para superar el subdesarrollo, pero sí que es necesaria una convergencia de intereses políticos comunes para poder pavimentar el camino de la integración.

Venezuela por su ubicación geopolítica, historia y recursos naturales, puede jugar un papel importante en este nuevo compromiso; sin embargo, debemos partir de que para enfrentar este reto, debería estar preparada macro económicamente y dispuesta a la apertura exterior. La respuesta correcta, no está en las tesis populistas (intervención del Estado) con un régimen autoritario o con un alto proteccionismo, ya que es simplista atribuir al proceso de liberalización económica, la debacle de países como Argentina o Venezuela.

El Preámbulo del “Acta de Ayacucho” establece que la CSN tendrá como objetivo: promover la integración física, energética, financiera, cultural e informativa y buscar soluciones comunes a problemas comunes, como la pobreza, la exclusión, la indigencia, la inseguridad y las relaciones con los demás países y bloques. Si es así, Venezuela tiene que ponerse al día con sus socios regionales ya que difícilmente éstos estarían dispuestos a cargar o permitir que los desajustes macro económicos existentes en Venezuela, afecten a sus economías en franca recuperación
Un rápido análisis de los resultados macros en Venezuela desde 1998 refleja que ha habido

1) un diseño de políticas macro económicas “equivocadas”;
2) incapacidad para aplicar coherentes medidas de política fiscal (que incluyan sistemas fiscales amplios, justos y capaces de hacer frente al gasto público); e
3) incompetencia en la gestión de las políticas económicas (fiscal, monetaria y de tipo de cambio).

Lo cual además de poner en alerta al resto de países signatarios de la CSN, le exigirán al país tomar las medidas propias y adecuadas como lo hicieron los europeos con España, Portugal y Grecia al momento de su incorporación a la UE.

El logro del bienestar social, el cual todos deseamos, se tiene que sustentar en el:

 Crecimiento económico a largo plazo, el cual se consigue con: la apertura exterior,

 La estabilidad macroeconómica (estabilidad de precios, equilibrio presupuestario y bajos tipos de interés)

 La confianza en las instituciones (estabilidad política, respeto por los derechos de propiedad y buen diseño y funcionamiento de los sistemas legales).

Es decir que si existiera una Carta Democrática para la integración, éstos serían los requisitos de desempeño que se le exigiría a Venezuela para pertenecer al “club” comunitario.

El Compromiso

De forma práctica, el objetivo ulterior de la integración es desarrollar políticas que puedan resolver nuestros problemas y ofrecer el mayor bienestar a sus ciudadanos
La firma del Acta de Ayacucho ha generado un entusiasmo no compartido totalmente por algunos gobiernos. Colombia, Chile y Uruguay, observan con renuencia la creación de nuevos organismos. El presidente Jorge Batlle considera que la prioridad tiene que ser la de alcanzar primero un buen funcionamiento del acuerdo del Mercosur y la Comunidad Andina y su canciller Didier Opertti, ha calificado la conformación de estos nuevos organismos como una inflación de la burocracia multilateral. Por otro lado otros países, como Venezuela, pretende jugar un papel preponderante, fundamentado en el “destino manifiesto bolivariano”.

VENEZUELA ANTE LA DISYUNTIVA DE LA REFORMA O EL INCUMPLIMENTO
El logro de una “Nación de Naciones” o de una Comunidad de Naciones depende en gran parte de la satisfacción que ofrezca a sus ciudadanos.

La capacidad de satisfacción, va mas allá de las promesas y deseos, no es el compromiso, ni el designio histórico; sino la posibilidad de enfrentar los retos macro que implica el Acuerdo frente a las partes. Es decir el reto de los compromisarios.

En el caso de los compromisos económicos estos tienen que estar respaldados por la voluntad política, de ahí la gran interrogante. Las políticas económicas deben orientarse a fomentar la confianza y la credibilidad en las instituciones, mediante la creación de un entorno jurídico que apoye y dé seguridad al aparato productivo, en especial las empresas para atraer la inversión extranjera. En otros términos, el crecimiento sostenible vendrá de la mano de una política macroeconómica coherente y de completar las reformas estructurales ya iniciadas, especialmente las relacionadas con la calidad del sistema fiscal. La tarea es compleja, pero no imposible, sobre todo si se disfruta de un régimen democrático y se sigue luchando contra la inflación.

Podríamos decir que Venezuela se presenta de forma insolvente y morosa ante la C.S.N por la serie de desequilibrios e incumplimientos que tiene que solventar para satisfacer a sus socios comunitarios, lo cual nos lleva a preguntar cúal es la voluntad real del compromiso.

En lo jurídico, es el país con el mayor número de acciones en su contra por incumplimiento en el Tribunal Andino de Justicia (TAJ), 15 en total para ser mas especifico, lo cual le resta cualquier posibilidad de credibilidad.

Pretender profundizar la integración, en una CSN, sin respetar las decisiones concertadas a nivel subregional, es un eufemismo. El caso del control de divisas es ejemplarizante en lo contradictorio de la intención y de la actuación. La CAN a través de la Secretaria General ratificó que las medidas cambiarias violan los acuerdos de integración comercial y declaró infundado el recurso de reconsideración interpuesto por el gobierno contra la resolución 715 del 23 de abril, mediante el cual se determinó que el control de cambio constituye una restricción al comercio regional. De acuerdo a estadísticas de la CAN, las importaciones que hace Venezuela de los países andinos presentan una caída de 36,8% y Colombia es el más afectado con una disminución del 34,7%. Entre los argumentos presentados por los afectados, destaca: el incumplimiento por parte de las autoridades venezolanas de lo dispuesto en los artículos 72 y 84 de Acuerdo de Cartagena, según el cual los países miembros se abstendrán de aplicar gravámenes y de introducir restricciones de todo orden a las importaciones de la subregión, contemplándose como restricción las medidas cambiaras. Adicionalmente es de señalar que Venezuela, no solicitó autorización de la Secretaria General para aplicar el control cambiario en forma no discriminatoria, al comercio regional de productos incluidos en el Programa de Liberación. Más recientemente el Tribunal Andino de Justicia condenó nuevamente a Venezuela por no aplicar el principio del Trato Nacional en lo relativo a la exoneración del impuesto al valor agregado a las importaciones originarias de la sub. región, contraviniendo el art 75 del Acuerdo de Cartagena (Decisión 563) y el Art. 4 del Tratado de Creación del Tribunal Andino de Justicia (TAJ). La cuestión no es la condena ni el pago de las costas; sino el reiterado y manifiesto incumplimiento de la normativa comunitaria, si consideramos que la Constitución Bolivariana establece en su Art. 152 que los acuerdos de integración serán considerados parte integrante del ordenamiento legal vigente y de aplicación directa y preferente
La integración implica ante todo desprendimiento de valores parroquiales y una nueva interpretación de conceptos sacros como la soberanía y la no intervención. Difícilmente un país que viola su propia constitución y sus compromisos comunitarios puede liderar un proceso tan complejo y difícil como es la creación de una “Nación de Naciones” como lo ideo el genio de Bolívar.

En lo económico, si bien es cierto que desde mediados de los años ochenta, Venezuela comenzó a endeudarse con una trayectoria no sostenida en su crecimiento y aunque las cifras de crecimiento para este año son positivas (19% según cifras de la CEPAL ) los problemas macro económicos se han agravado en los últimos años lo cual dificultal cumplir con el reto de la integración regional.

La economía venezolana, se caracteriza por marcados desequilibrios macro económicos que hacen difícil su adecuación al proyecto comunitario sudamericano, los cuales tiene que resolver, ya que es el país dentro de la Comunidad Andina (CAN), con mayores niveles de inflación y desempleo. La inflación al cierre de este año se calcula alrededor de 30% ( oficiales 19%) y el desempleo en un 15%, mientras que Colombia registrará este año un índice inflacionario de un dígito, que no superará el 6%.

Una economía rentista dependiente del petróleo como la venezolana, para adecuarse a un proyecto integracionista que busca simular a largo plazo los logros de la Unión Europea, tiene que:

• eliminar, su dependencia de este recurso, como motor económico fundamental;

• adoptar políticas no cíclicas que permitan recaudar divisas; e

• ncrementar el ahorro en tiempos de bonanza, para poder contar, en épocas de recesión, con recursos para estimular la economía.

voluntad, mas allá del discurso para adecuar su economía a los requerimientos comunitarios. El gobierno tiene que abandonar las políticas populistas y autoritarias, que llevan a generar tensiones políticas.

Democracia y Derechos Humanos. Representan la columna vertebral de la integración; el cumplimento de los valores contemplados en la Carta Democrática Interamericana. el reciente informe de PROVEA coloca al país en una situación difícil y comprometedora frente a sus pares comunitarios.

En cuanto a las reformas. Un estudio del Banco Mundial destinado a ver cuales países han cumplido con los cambios necesarios para adaptar el aparato estatal a los requerimiento de la nueva economía, revela que América Latina es la región que está aplicando más lentamente las reformas necesarias para atraer inversiones: sólo 6 naciones latinoamericanas (Colombia, Nicaragua, Argentina, Honduras, Bolivia y Brasil) están entre 58 países del mundo que el año pasado reformaron su marco regulatorio para impulsar la actividad empresarial, al hacer cambios en el ultimo año para mejorar el clima de inversión. Los acreedores y deudores de América Latina enfrentan la protección legal mas débil en relación con las demás regiones del mundo. Al mismo tiempo cuentan con el sistema de resolución de disputas comerciales más ineficiente. El estudio indica que Chile es el único país de la región que se encuentra en el primer cuartel de la muestra analizada, mientras que Venezuela figura en el cuartel inferior junto a Ecuador Guatemala y Honduras. El estudio también revela que mientras Colombia es el país latinoamericano que avanzó más el año pasado en reducir la burocracia en los negocios y otros países acortaron el tiempo para crear una empresa, Venezuela aun no ha hecho sus deberes en esta materia.

La adaptación de las políticas mencionadas anteriormente y las reformas, subsecuentes, deben hacerse en un contexto de conciliación y consenso que permitan a lo interno un compromiso nacional destinado a la diversificación de la economía, para permitir sentar las bases de un verdadero desarrollo económico, que compita en lo externo con el resto de las economías regionales.

Conclusiones

1) La conformación de la Comunidad Sudamericana de Naciones el pasado 9 de diciembre con la firma del Acta de Ayacucho en la ciudad del Cuzco, Perú, es un hecho simbólicamente importante. Sin embargo, no es un paso a la integración plena de sudamérica, ni mucho menos el sueño de la unión hecho realidad, como sostienen algunos mandatarios.

2) Frente a las realidades y la dinámica que impone la globalización y la integración, la propuesta de una Comunidad de Naciones no debe responder a designios históricos del pasado, sino para la construcción de un futuro de los herederos de aquellos héroes que nos dieron la independencia.

3) Los ejes jurídicos, políticos, social y económico sobre los que se sustenta el proyecto son todavía débiles. El ámbito cultural es probablemente el que cuenta con mayor potencial para lograr la construcción de una identidad sudamericana.

4) La base económica sobre la cual se erigirá la Comunidad Sudamericana es la constitución paulatina de una zona de libre comercio, como resultado de la consolidación y protocolización del Tratado de Complementación Económica entre la Comunidad Andina y MERCOSUR.

5) Es una gran iniciativa que los países insistan en estrechar sus vínculos políticos y económicos; pero es importante que se concentren los procesos plurilaterales y bilaterales que están marchando paralelamente para que no existan problemas a la hora de implementarlos, ya que al haber múltiples acuerdos con los mismos propósitos éstos pueden contraponerse y es difícil determinar cual priva sobre el otro.

6) La Comunidad Sudamericana de Naciones puede ser un proyecto exitoso si alcanza cohesionar las posiciones de las naciones sudamericanas en las negociaciones con los demás países y bloques, sobre todo, para tener un mayor peso a la hora de negociar con las potencias económicas. Todo dependerá de que los países logren que confluyan los diferentes procesos de integración de la región

7) Con la institucionalización de la Comunidad Sudamericana, se abre camino para la conformación futura de instancias supranacionales como el Parlamento y el Consejo Presidencial Sudamericano, para lo cual no estamos seguros si el discurso político actual, aceptaría una nueva interpretación de los conceptos tradicionales de “soberanía” y de “ no injerencia”.

8) La conducta de Venezuela frente a sus compromisos comunitarios, entre ellos a la Carta Democrática, será la que nos indique si existe una voluntad real de hacer de Venezuela, el país que todos queremos que sea.

9) Un país que no se ajusta a su Constitución y a sus compromisos comunitarios difícilmente puede liderar un proceso tan complejo y difícil como es la creación de una “Nación de Naciones” como lo ideo el genio de Bolívar.

* Embajador, Profesor de Integración

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