Plusvalía y revolución
Para Carlos Marx y Federico Engels, el concepto de plusvalía significaba “el valor del trabajo no pagado al obrero asalariado, el cual crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista”. Se olvidaron escribir “se apropia el socialista, el fascistas, el cooperativista, etcétera”. Pues, aún no sé quienes explotan más si aquellos regímenes que permiten sindicatos, libre competitividad, derechos humanos, o aquellos que no lo garantizan. Vaya a saber…
I.- Por otro lado y desafortunadamente, para los caudillos del socialismo del siglo XIX, del siglo XX, del siglo XXI y de la galaxia entera, ambos individuos tenían mucha experiencia al respecto en eso de explotar al prójimo pero no como a ti mismo, como dice la oración; como muchos no lo saben, Federico Engels era un gran capitalista, un empresario, ejemplo de la revolución industrial británica, un gran acumulador de capitales, que logró bajo este sistema, que darían en llamar “la Plusvalía” hacerse archimillonario. Sus obreros y empleados trabajaban 16 horas diarias, sin derecho a salud, vivienda ni leyes sociales en general; no podían formar sindicatos. Esto le daba un valor agregado increíble a la renta de Engels, quien gracias a eso podía escribir pendejadas en pro del socialismo eterno.
Este excedente “hurtado” al trabajador, obviamente, sirvió para alimentar a Carlitos, a su esposa Jenny y a la prole del nunca trabajador alemán. Seguramente y emulando a Carlos Marx, la gran mayoría de los “grandes revolucionarios” nunca produjeron un bien ni le trabajaron un minuto a nadie. La gran mayoría vivió y vive, del engatusamiento que hacen de los pendejos que siguen sus fábulas a las cuales para darle un tono más jerarquizante llaman ideología. Como el socialismo estaba en decadencia, llegó un milico, como dicen los argentinos y transformó el término por el de revolución bolivariana. Pero, como el pueblo de pendejo tiene poco, al poco andar le cambió el nombre por el de “robolución bolivariana” Y así, como el cuento de Blancanieves, comenzaron a aparecer enanitos mentales por casi toda américa para emular al enano gruñón que había inventado el cuento.
Pasaron los días, los meses y a alguien se le iluminó el bombillo (a un alemán de México) y dijo seamos más serios, pongámosle “socialismo del siglo XXI” y verás pos mano, el cuate se salió con la suya y se han escrito más de 1400 libros sobre ese socialismo, que al final del día se lo pelean dos alemanes; más bien dicho un alemán-mexicano Herr Dieterich y una alemana chilena Frau Harnecker. Ahora, después de doce años de que el primer enano mental cagara la ideología con ventilador, ninguno de los alemanes quieren hacerse responsables y le pasaron el plumero a un tal Evo que tiene nombre neutral; es decir, ni varón ni hembra y dice “viva el socialismo del siglo XXI puis” y todos miran para el otro lado…
Han salido detractores serios y no semi chistosos como yo, que dicen: “Libertad sin socialismo es privilegio, injusticia; Socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad”. –(Mijaíl Alexándróvich Bakunin)
II
Según Marx, (avalado por Engels) al organizar la producción, el capitalista desembolsa una determinada suma de dinero para adquirir medios de producción y para comprar fuerza de trabajo sin perseguir más que un objetivo: obtener un excedente de valor sobre la cantidad de dinero inicial anticipada por él, es decir: obtener plusvalía. Esto que todos creyeron era una denuncia, no lo era en realidad. Era una enseñanza para Engels y otros capitalistas, para que obtuvieran más dinero para alimentar al insaciable Marx.
Lenin, otro pendejo que vivió de lo que le daban sus seguidores (nunca trabajó), llamó a la teoría de la plusvalía “piedra angular de la doctrina económica de Marx”. El desarrollo del capitalismo cuyo principal motor es la sed de lucro, según Lenin, Mao, Castro y el último “revolucionario”,( que todos conocemos pero que no hay que tocar ni con el pétalo de una rosa pues está enfermo), al obtener plusvalía, conduce inevitablemente a que se agrave la contradicción fundamental del sistema, o sea la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación de los resultados del trabajo; “conduce a que se agudicen las contradicciones de clase y, como consecuencia, el inevitable cambio revolucionario del capitalismo por un modo de producción nuevo, más progresivo: el socialismo”.
III
Esta teoría, muerta de muerte natural hace ya muchos años, podríamos decir desde que Lenin estableció el llamado “socialismo real” en Rusia y los países satélites avasallados por el imperialismo soviético, nació nonata. Nunca hubo, de acuerdo a estos principios teóricos más plusvalía que con el capitalismo estatal soviético, el cual no sólo se contentó con eliminar todo vestigio de organización sindical de los trabajadores sino que, además, impuso salarios de hambre, sin derecho a discusión, eliminando de una plumada el mercado laboral. En otras palabras, el trabajador ya no sería explotado por el capitalista sino por la casta burócrata que manejaba y dirigía al partido (comunista, o socialista, o de los trabajadores, o de los soviet de trabajadores, o PSUV, como le llaman en estas tierras de desgracia).
Afortunadamente, para la humanidad, estas idiotas ideologías desaparecieron con una vacuna llamada libre comercio y otra llamada globalización. Pero, al parecer, como la fiebre equina (pues quedaron vivitos y coleando algunos burros marxistas), y el dengue, estas plagas están siempre latentes y atacan desde la oscuridad hasta que logran transmitir el virus, contagiando a quienes están descuidado y no piensan en las consecuencias de lo endémica que pueden ser estas enfermedades que ya se han contagiado en Nicaragua (recaída), Bolivia, Ecuador y de Argentina en donde aún no está claro, pues ellos tienen un anticuerpo que se llama “milicos” los que hasta el momento se han hecho los sordos, ciegos y mudos pues, al parecer, la Fernández aún no es muy peligrosa. El retrovirus que recibieron estos países se llama “bolivarinius pajosus” con “socialismus veintiúnicus” y, se piensa que no es muy peligroso pues aún no ataca a las 300 grandes transnacionales del mundo que mueven el 80% de la economía mundial.
IV.- Ahora bien, estos brutólogos (perdón, ideólogos) de la revolución (aunque todas se han transformado en roboluciones), obviamente, no consideraron los factores de la economía que crean la posibilidad de cambiar la materia prima en bienes y trabajo y, por ende, consumo y más riqueza. No consideraron algo muy importante: el desarrollo de las ideas. ¿Cómo se le prendió el bombillo a Tomas Alba Edison para crear la bombilla eléctrica de filamentos (que por cierto hoy ha tenido grandes progresos)? ¿Es que acaso la invención, las ideas, la creación no es una parte importante del valor? – Y, ¿qué podemos decir del uso que le damos a los factores ciencia y tecnología? – ¿Acaso, las máquinas herramientas, las computadoras y todos los avances que hemos tenido para lograr mayor producción es también parte de la plusvalía? ¿Cuántos palitos de fósforo haría al día un obrero con un cuchillo en lugar de una máquina? ¿Talvez noventa? ¿Sería justo devolverle a él, de acuerdo a la teoría de la plusvalía, el excedente (si es que lo hay, pues primero hay que ir al mercado y vender?) creado por la máquina que hace 10 millones de palitos de fósforo por minuto? – ¿Y, la organización: quienes organizan la producción, cómo, cuándo, a qué costo, cómo se ataca al mercado, cómo se distribuye, cómo se ganan los clientes, etcétera.? – ¿Qué haríamos sin el Internet que ha permitido que las empresas y los gobiernos aumenten su valor económico agregado a cifras inmensurables? – ¿O querrán nuestros robolucionarios seguir con las palomas mensajeras o volver a los “avanzados” chasquis como lo pretende Evo. ¿No se han dado cuenta estos garimpeiros de las ideas que la evolución se ha dado con rapidez gracias a la globalización y gracias a las comunicaciones que han permitido que los gobiernos inteligentes no solo practiquen la gobernabilidad sinio que también la gobernanza?
En una fábrica de automóviles ¿quiénes son expropiados más?-¿Los trabajadores que fabrican el chasis, los que fabrican el motor, los que fabrican la carrocería, los que hacen los neumáticos, las partes y piezas? – ¿Cómo se mide ese valor si no es por medio de la producción y de los componentes exógenos al valor trabajo que tiene cada unidad a producir?
¿Debe un gato ser mejor tratado que un perro? Por lo general los perros atrapan más ratas que los gatos y muchas veces el costo de alimentarlos, vacunarlos, bañarlos, etcétera, es el mismo. Sin embargo, el perro, además, mantiene a raya a los ladrones, nos mueven la cola y juegan con los niños…
Para muchos de los actuales brutólogos del socialismo del siglo veintiuno el valor del trabajo de los seres humanos debe ser igual, es decir, un intelectual o inventor debe ganar lo mismo que, por ejemplo, un ministro que por lo general no sabe nada de nada y, lo peor aún, es que no saben que no saben y por lo general, por no decir casi siempre, los intelectuales si sabemos que no sabemos y por eso ideamos, creamos, pensamos, desarrollamos el intelecto y, por lo tanto, debe quedar claro que sin los factores tierra, capital, trabajo, organización, ciencia y tecnología, administración, comunicaciones y, principalmente, pensamiento, nada podría hacerse para transformar la naturaleza y hacer de este mundo algo mejor. Por esto y mucho más es que debemos entender que la Plusvalía Económica es una estupidez tan grande como la cabeza de su creador. La Plusvalía no es más que una cacofonía económica…
Castrocomunismo: Sistema asimétrico de desgobierno que para cada solución tiene un problema.
Democracia alemana: sistema de gobierno financiado con barril sin fondo a costa de germanos devotos y sumisos, a quienes se les cobra por valor agregado, aportes de solidaridad o impuestos politicos declarados por falta de competencia e ineptitud de sus politicos.