Plenos poderes
(%=Image(3059040,»L»)%)
A partir de la potencia de la debilidad, Kirchner recupera, insólitamente, los Plenos Poderes. Alude al título del poemario antológico de Neruda. Plenos poderes para pulverizar, paulatinamente, la conjunción inflamada, en retaguardia, de los opositores. Los que desperdiciaron, de manera generosamente estúpida, aquel triunfo elemental, justamente olvidado del 28 de junio.
“La gran tergiversación”, de Kirchner superó “La gran impostura”, de Jean Francois Revel.
Consistió -como dijimos- en transformar, la jornada emblemática de la derrota, en una victoria. Corroborada, con expresiva amplitud, por los sucesos posteriores. Generadores del presente. Que remiten a una fragmentación temática equiparable, apenas, al desorden político. El que Kirchner, desde la fragilidad estructural, ordena.
Para severo horror de los analistas sensiblemente medulares, Kirchner se dedicó, prioritariamente, a la despiadada destrucción del Grupo Clarín.
Casi vencido, Clarín aspira, ahora, a lo sumo, a lograr el repechaje.
A dilatar el lapso de la venta de los activos que les cuelgan. De un año de los diputados, pasar a tres con los senadores. Con la esperanza perversa, significativamente robusta. Que cambie, a más tardar en un año, el escenario político. De verdad. Aunque los jugadores animados le respondan menos que a Gorosito o Basile.
Esperar a que el virus maligno del kirchnerismo se extinga.
Como se creyó, erróneamente extinguido, el 29 de junio. Cuando Francisco de Narváez, el desperdiciado Caudillo Popular, le había hecho besuquear, a Kirchner, el polvo de la derrota. Sin percatarse El Caudillo que, mientras insistía durante meses en las hurras, el caído, el vencido, se levantaba de la lona moral. Para aprovechar el escenario de los jugadores distraídos, y recuperarse.
Liquidación de invierno. El ACYS
La primera víctima de la contraofensiva no fue Clarín.
La víctima principal fue el seleccionado radical-socialista del ACYS (Aclárase que semánticamente nada tiene que ver ACYS con Asís, nuestro director).
Trátase del Acuerdo Cívico y Social. Es el artificio pergeñado por la ingeniosidad inagotable de la señora Carrió. Artefacto que evolucionó, en la práctica, hasta desplazar a la creadora. Para erigirse, de pronto, en el sustento primordial que eleva la candidatura del antagonista fundamental de Carrió.
O sea Cobos, El Cleto. Que emerge, en el desierto, como el máximo opositor. Pero desde la incomodidad institucional que significa ser, aparte, el vicepresidente de la república. Volveremos.
En adelante, Carrió no tendrá otra alternativa que estructurar otro flamante artificio. A los efectos de calentar, de nuevo, la pava, para los mates de la eternidad. Que se toman -siempre- otros.
A la tradicional conflictividad de Carrió contra Cobos, y con la señora Stolbizer, en la liquidación de invierno del ACYS debe sumarse la emancipación, o apenas el desmarque, ideológicamente repentino, del gobernador de Santa Fe, Hermes Binner.
Es -Binner- el socialista preferido por Cobos. Para acompañarlo en la fórmula del 2011, prematuramente trunca. Ofrecimiento que, al estilo Cleto, se lanzó por los medios de comunicación.
Tirarse con Kirchner
Entonces Binner también se desmarca del desastre del ACYS. Al habilitar a los diputados que le responden. Para acompañar, sí-positivamente, el proyecto aniquilador del kirchnerismo que los aniquila.
O sea, la Ley Anti Clarín. Postura electoral que sirvió para que Reutemann le devolviera, a Binner, los golpes feroces de Kirchner.
Porque Binner y Reutemann se tiran, para desacreditarse recíprocamente, con Kirchner.
La Lideresa
También seguirá, invariablemente, en la postura, el senador Giustiniani. Es aquel hombre serio que fuera, en el lejano 2007, el venerable compañero de fórmula de Carrió. Cuando Carrió supo conquistar el rol de Lideresa máxima de la oposición. Privilegio honorario que la señora derrochó en las legislativas del 2009. Por no atreverse a competir con la señora Michetti. Por temor a la humillante goleada que, en el fondo, nunca iba a ser tal.
Entonces La Lideresa perdió, en el 2009, el cetro sublime de Jefa de la Oposición.
Quedó relegada, al fin y al cabo, La Lideresa, hasta mezclarse como una simple “contrera” del montón. Pero con el loable atributo de erigirse, inalterablemente, como estrella de los espectáculos televisivos. Cuando lance, en octubre, el modelo de primavera. La próxima creación partidaria.
Adolescencia
Para colmo, al decidir no enfrentar a Michetti, infortunadamente hoy desplazada, Carrió repotenció la proyección, ilusoriamente progresista, de Solanas, el Pino.
Solanas emergió como la promisoria revelación juvenil del 2009. A pesar de ser un septuagenario conservado, amparado en las bondades del discurso magníficamente adolescente. Que resulta, aunque sorprenda, eficaz. Debido, en primer lugar, al retroceso de la sociedad, que es tan adolescente como el discurso románticamente nacionalizador de los “recursos naturales”.
Y debido, en segundo lugar, a la impecable equivocación del peronismo de consorcio metropolitano. Trátase del peronismo de los porteros a la deriva. Subastaron las penúltimas fichas al adherir a la intrascendencia bancaria del camarada Heller. Canterano cultural de la Colonia Zumerland.
Final con Borocotóes
A través de la Ley Anti Clarín, Kirchner hizo estragos. Otra carambola de aniquilación, a tres bandas.
Porque pulverizó el ascendente ACYS, la base de sustentación de Cobos. Sostenido, hoy, por las encuestas (Volveremos).
Y desdibujó, hasta disolverlo en el oficialismo, el perfil opositor, emanado del progresismo de antigualla de Solanas.
Al Pino que Kirchner captó al descuido. Como si se tratara de otra aceituna verde. De las que vienen con el solemne vermut del club de barrio.
Tampoco merece derramarse ningún párrafo para analizar, por mera misericordia, al racimo de Borocotóes. De los fiolos de la ideología calificada, con candoroso optimismo, como centro izquierda. Sobrevivientes del arrabal que fueron captados con la estoica facilidad de alguna palmadita de aceptación.
Son los subproductos de Carrió. Saldos de estación que abarcan desde Raimondi hasta Macaluse.
Contenían, los Borocotóes, infinitos anhelos de depositar, en el mostrador, el convenientemente presentable ropaje de aliados. Infunden, en general, más respeto que si fueran kirchneristas propios. Del palo.