Plan B del lado colombiano
Todavía nadie es capaz de decir hasta donde nos llevarán a Colombia y a Venezuela los agravios que se produjeron desde este lado de la frontera hacia el otro lado con ocasión de la invasión colombiana del territorio ecuatoriano para desarrollar la operación militar que terminó con la vida de Raul Reyes. No me refiero a los excesos verbales, porque sobre ellos se podrá sin duda, pasar la página con mayor o menor amargura. Son gajes del oficio en los terrenos diplomáticos. Sobre el tema militar quedará siempre la duda del lado colombiano de que tan lejos habrían ido las fuerzas armadas militares si Hugo Chávez hubiera expuesto a Venezuela a una guerra en la que no hubo agravio alguno ni para nuestro territorio ni para con nuestros nacionales. Allí la agresión temprana e inmotivada no pasará de ser un capítulo nefasto de los que dejan una línea en la historia que hubiera sido mejor no escribir. Pero al margen de todo lo anterior , lo que no tiene vía de retorno es el efecto que deja en el animo de los colombianos y de su empresariado, el amago de ruptura de relaciones inapropiada, desproporcionada, que no llegó a materializarse, pero que dejará un surco horadado en la relación: el del temor económico.
Desde antes de que Hugo Chávez ordenara el traslado de las tropas los colombianos vienen interrogándose acerca de las consecuencias que tendría para ellos el cierre del tráfico fronterizo. Los estudios del impacto eventual de una ruptura estaban formulados desde antes de la tropelía venezolana y tanto en los círculos gubernamentales como en el medio de los gremios se habían desarrollado escenarios para intentar una adecuación en el caso que se produjera la fractura. Es un hecho que la detención de las exportaciones neogranadinas a este lado del Arauca provocaría un cisma en algunas industrias en particular y en algunos sectores claves de la vida productiva colombiana. Un cisma que los de al lado siempre se esforzarán en evitar. 16 asociaciones empresariales que forman parte del Consejo Gremial Nacional ya armaron con el gobierno una estrategia, un Plan B para reducir al mínimo el impacto de una nueva crisis en el aparato productivo colombiano. Y en los días recientes se reactivó el cabildeo por el TLC con Estados Unidos, se iniciaron tratativas con los empresarios ecuatorianos para estrechar mas los vínculos comerciales que ya los atan y, mas importante que todo, se desempolvó la vieja iniciativa colombiana, detenida desde mediados del 2007, de integrar a 9 países ribereños del Pacífico en una sociedad comercial abierta que mire mas hacia Asia. En estas lides de la protección de la estabilidad económica y del crecimiento de su comercio externo los colombianos no se van a dejar madrugar y una nueva estridencia del presidente venezolano no los va a sorprender, en una nueva ocasión, desprevenidos. Cabría solo preguntarnos que hemos avanzado en ese terreno en este lado del Arauca…