Parecidos preocupantes
Los parecidos en política constituyen referencias válidas para el analista. A veces, por su significado y su alcance, estos parecidos resultan preocupantes, particularmente, cuando existe una relación entre los protagonistas. En este contexto, dos hechos llaman nuestra atención. En primer lugar, el procesamiento por tribunales penales internacionales, de Jefes de Estado en ejercicio; y, en segundo lugar, la evolución política en Zimbabwe.
En relación con la primera situación, que debe preocupar a quienes pueden ser resposanbles en Venezuela de violaciones de los derechos humanos. Sabemos que el régimen bolivariano abandona su origen democrático, aunque aparenta estar dentro de los límites formales que se exigen. La violación constante y sistemática de los derechos humanos es evidente. Un numeroso grupo de presos políticos muere física y moralmente en las cárceles nacionales, en medio de procesos arbitrarios; la discriminación o apartheid político, el desconocimiento de los derechos civiles y políticos fundamentales. Y, todo ello ante la mirada cómplice e inaceptable del Defensor del Pueblo.
Los responsables de la violación de los derechos humanos, en cualquier grado que sea, deben ser procesados y castigados, ahora o después; más ahora cuando estamos ante crímenes internacionales, independientemente del cargo que ocupen en el momento de su perpetración. Los tribunales penales internacionales han procesado a dos Jefes de Estado en ejercicio, lo que es novedoso en la lucha contra la impunita, por la realización de ciertos crímenes: el difunto ex Presidente de Yugoslavia y el ex presidente de Liberia, ambos incursos en crímenes de lesa humanidad y otros crímenes internacionales que interesan a la comunidad internacional; y, que, en consecuencia, son objeto de la competencia de los tribunales penales internacionales. Hace algunos días, además, el Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) solícita el procesamiento de otro Jefe de Estado en ejercicio, el Presidente de Sudan, acusado también de numerosos crímenes de esta naturaleza.
La comunidad internacional es consciente hoy más que nunca de la necesidad de castigar a los responsables de violaciones de derechos humanos y de crímenes internacionales, para evitar que se repitan. En Venezuela se han cometido numerosas violaciones de derechos humanos, claras y constantes. En ciertos casos, como han planteado algunos, se habrían realizado hechos graves que podrían calificarse de crímenes internacionales. Lamentablemente el terrorismo y la agresión, aún no han sido definidos, por lo que no pueden ser objeto de la competencia material de los tribunales internacionales. Pero la evolución del derecho internacional es constante y mas pronto que tarde también serán definidos y, tras ello, objeto de la jurisdicción de los tribunales penales internacionales.
Lo importante es concluir que todo el que promueva, ejecute o apoye estos crímenes debe ser procesado y castigado por los tribunales nacionales y, en su defecto, complementariamente, por los tribunales internacionales, independientemente del cargo que ocupe, particularmente, desde luego, cuando se trata de crímenes internacionales.
Por otra parte, llama la atención otro parecido. La alarmante situación en Zimbabwe, que no puede ni podrá considerarse como un precedente o una salida válida para Venezuela, lo que seguramente plantearán, ante su derrota inminente, la minoría revolucionaria bolivariana que detenta el poder y las instituciones en el país, por ahora. El resultado del proceso en el que pierde el dictador Mugabe es lamentable. Una negociación planteada por el oficialismo derrotado, para que, en beneficio de la paz, la oposición abandone la lucha y acepte que esa minoría, con todo el poder, siga disfrutándolo y destruyendo a un país.
Si bien el primer caso es una referencia válida, factible, por las circunstancias y el empeño de algunos, el segundo no. Venezuela no es Zimbabwe, tampoco Nicaragua, mucho menos Cuba.