¿Para qué sirve UNASUR?
Desde su fundación he mantenido reservas con esta organización. Pretende agrupar a los países suramericanos sin cumplir, ni siquiera, con los requisitos que ellos mismos se impusieron en la carta originaria. Hasta hoy la Unión de Naciones del Sur no tiene personalidad jurídica internacional, ni mecanismos para hacer valer sus decisiones. En definitiva no obligan a nadie. Es un escenario político que tampoco ha servido de mucho. Útil para la verborrea demagógica que caracteriza a algunos protagonistas del área. También, no se puede negar, para proyectar adecuadamente la imagen de los demócratas auténticos que, con sentido de responsabilidad, tratan de evitar los excesos.
Fue bastante gris y desafortunada la reciente reunión de Quito para tratar la ayuda que debe brindársele a Haití. Se trataba de un tema importante, urgente, exigía la máxima atención y la mayor disposición de solidaridad para con un pueblo que pareciera desaparecer como país autónomo e independiente. Es importante señalar que sólo asistieron cinco presidentes suramericanos. Los demás brillaron por su ausencia. Entre los que no fueron a la cita de UNASUR están Hugo Chávez y su carnal Evo Morales. También fue notable la ausencia del señor Lula. Los dos primeros han sido los mayores cuestionadotes de la presencia estadounidense en Haití, convirtiéndose, como siempre en los más calificados peones del castro-comunismo para atacar al “imperio”. ¿A que le temían? No quiero imaginármelos sacándole el cuerpo a un encuentro cara a cara con los presidentes de Colombia y Perú, Álvaro Uribe y Alan García, en las actuales circunstancias continentales y mundiales. A pesar de que lo acordado como cooperación, un fondo de apenas $100 millones y una oferta de aval colectivo a un eventual préstamo de $200 millones que asumiría UNASUR, es ridículo y absolutamente insuficiente ante la magnitud de la crisis, Uribe y García destacaron por la seriedad de sus palabras y propuestas.
Pobre América Latina, pobre UNASUR. Lo cierto es que Estados Unidos, en primer lugar, y la Unión Europea junto a otras naciones del mundo, han sido ejemplarmente eficientes en la ayuda, en la solidaridad y con relación a la presencia en la tragedia y a su disposición de ayudar a construir de nuevo la republica destruida.
