Opinión Internacional

Panorama mundial

El escenario internacional de comienzos del año 2011 no se diferencia mucho del existente a fines del 2010.  En el ámbito americano, Estados Unidos se ajustó a una nueva correlación de fuerzas  políticas.  México prosiguió su guerra contra mafias de la droga.  Cuba ratificó su voluntad de cambio.  En Venezuela se agravó la división interna.   Brasil estrenó una nueva presidencia.  En el plano mundial, continuaron manifestándose los efectos sociales y políticos de la recesión económica.   Por otra parte, el orden estratégico internacional fue sacudido por la filtración  de miles de documentos diplomáticos secretos o confidenciales.   

Precario equilibrio norteamericano

Después de la “paliza” que, según su propia definición, sufrieron el presidente Obama y el Partido Demócrata en las elecciones legislativas y regionales de noviembre pasado, ellos han logrado reafirmar su fuerza relativa frente a la nueva mayoría republicana en la cámara baja.  Con habilidad política, el Presidente negoció con los republicanos una ley fiscal mutuamente aceptable.   Asimismo logró la ratificación del tratado de reducción de armas nucleares con Rusia.  Un tercer éxito demócrata postelectoral fue la aprobación de la ley que elimina la discriminación contra homosexuales en las fuerzas armadas.   Sin embargo, la convivencia entre los bandos sería afectada gravemente si los republicanos intentasen abrogar (y no sólo enmendar ligeramente) la ley de salud que constituye las bandera más importante de los progresistas.

Guerra de las drogas

En México y Centroamérica crece la violencia y la crueldad de las mafias que, en rebelión armada abierta, desafían la campaña represiva que el presidente Calderón dirige en su contra.  Ante este panorama de atrocidades y sadismo, en el mundo está ganando terreno la audaz opinión –sostenida entre otros por el Premio Nobel Mario Vargas Llosa- de que la única solución definitiva consistiría en la legalización de las drogas estupefacientes, por efecto de la cual se le quitaría la “razón de ser” al crimen narcotraficante.  Según este argumento, el efecto sería similar al que tuvo la re-legalización de las bebidas alcohólicas en los Estados Unidos de 1933: el colapso del poder de los Al Capone.  La opinión contraria, igualmente respetable, argumenta que las drogas derivadas de la coca y la amapola tienen efectos peores que el alcohol,  que el número de drogadictos juveniles podría crecer si se legaliza su consumo, y que tal medida podría conducir a una inaceptable impunidad para los mafiosos.

Cuba y Venezuela en vías opuestas

El presidente cubano Raúl Castro ratificó varias veces la  decisión de su partido y gobierno, de crear en la isla una economía mixta basada en la coexistencia y cooperación entre el Estado y el mercado, tal como ya funciona en otros países con gobierno comunista, como lo son China y Vietnam.  Medio millón de trabajadores estatales ya están siendo licenciados, e inducidos a transformarse en pequeños y medianos empresarios, o en asalariados de los mismos.  Posteriormente, por etapas, se quiere llegar hasta la cifra de dos millones de personas transferidas del sector público al privado.  

Evidentemente, un cambio económico tan radical exige medidas concurrentes en los dominios político y diplomático: la ampliación de los márgenes de libertad  individual y de diversidad de opiniones, aunque sea en el marco de un solo partido político oficial, así como la normalización de las relaciones con Estados Unidos.  Es probable que en este segundo aspecto ya estén en marcha discretas pre-negociaciones.   Pese a que la comisión de relaciones exteriores de la nueva cámara de representantes está en manos del anticastrismo más duro, la élite empresarial norteamericana tiene interés en una apertura comercial con la isla.

Por otra parte, pareciera casi inevitable algún grado de distanciamiento entre el gobierno cubano y el de Venezuela, si Hugo Chávez persiste en sus intentos de radicalizar su marcha hacia un colectivismo despótico, en desconocimiento de los resultados electorales del septiembre pasado.  Sería incompatible con las nuevas prioridades estratégicas cubanas, que su aliado y amigo más íntimo marchara en dirección contraria, hacia el sistema centralista y autoritario que La Habana ha decidido desechar por inservible.

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil

El día 1º de enero, Luiz Inácio Lula da Silva traspasó la presidencia de Brasil a Dilma Rousseff, quien desde 2005 fue su auxiliar de mayor confianza, como jefa del estado mayor presidencial.   Esta talentosa y valiente mujer, profesional de la Economía, luchadora por la democracia social –con las armas contra la dictadura, y por la vía legal en régimen democrático- adquirió experiencia de gobierno a nivel regional, antes de entrar al gabinete de Lula.   Aunque su victoria electoral sobre el centrista José Serra, por 56 por ciento de los votos, se debe en buena parte a la enorme popularidad de su “padrino” político, nadie desconoce los importantes méritos de ella misma.   Es probable que bajo la presidencia de Rousseff, la potencia emergente que es Brasil mantendrá el mismo rumbo que transitó bajo la conducción de Lula, combinando el crecimiento productivo con la inclusión social según criterios de izquierda democrática.   Quizás destacará, un poco más que Lula, la diferencia entre el modelo brasileño y el de la Venezuela de Hugo Chávez.

Desconcierto en el gran mundo

Los efectos de la recesión económica de 2008-2009 se hacen sentir todavía.  En Estados Unidos, motor número uno de la economía mundial, la marcha hacia la recuperación es lenta e incierta, y en Europa occidental y Japón prevalecen temores de recaída.  China, en cambio, mantiene un asombroso ritmo de crecimiento y, por su demanda de tecnologías y manufacturas importadas, constituye el  segundo factor de estímulo global después de Norteamérica.  En los países “primermundistas” afectados por la contracción económica, cunden tendencias derechistas con tinte xenófobo, junto con “reformas” neoliberales que golpean a los asalariados.   Las izquierdas democráticas vacilan entre tácticas de aproximación al neoliberalismo, y políticas de apoyo a las luchas populares, y por esta contradicción se encuentran debilitadas.

Un brillante pero peligroso “hacker” obtuvo, por medios tortuosos que incluyen el soborno, la posesión indebida de miles de documentos diplomáticos confidenciales, pertenecientes al gobierno norteamericano y otras entidades públicas o privadas.  Algunos periódicos serios publican una parte de estos documentos en forma responsable y tras consulta con los entes afectados.  Pero el “hacker” mismo, menos serio y responsable, conserva en sus manos una masa de información que podría poner en peligro vidas humanas y arruinar discretas iniciativas de paz.  Este columnista no comparte la opinión de quienes aprueban y apoyan al “hacker” como presunto héroe de la libertad de información.

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