Palestina, un Estado de Emergencia
La Franja de Gaza – que junto a parte de Cisjordania conforma la actual Autonomía Palestina – es un pequeño territorio de apenas 350 Km cuadrados, y es uno de los lugares de más alta densidad de población en el mundo con un aproximado de 1, 4 millones de habitantes.
Conquistado por Egipto en 1948 tras la retirada de los británicos de lo que hoy es Israel y Palestina, y luego, en 1967 por tropas israelíes, Gaza se convirtió finalmente en una entidad política dominada por sus propios moradores tras la retirada unilateral de Israel – incluyendo a 9 mil colonos allí asentados – en 2005. Desde entonces, la euforia de los palestinos por obtener el control de toda la franja se ha evaporado tras la violencia que se ha desatado entre milicias rivales – principalmente el Fatah – organización fundada por el fallecido Arafat, que busca crear un Estado palestino secular – y Hamas, movimiento islamista que surgió a fines de la década de 1980 cuyo fin es crear una entidad que gobierne a la futura Palestina bajo su interpretación del Corán.
Luego de que las mayorías palestinas imputaron durante años, con toda razón, a Israel como la causa de sus males, ahora comprenden que su irresponsable liderazgo no está a la altura para dirigir sus destinos, hundidos en pantanos de violencia, sectarismo y corrupción. Además de Fatah y Hamas, participan en el conflicto otras milicias, mafias y clanes familiares que luchan por el poder o en algunos casos, por la posesión de territorios.
Con un gobierno dividido, con la presidencia en manos del poco carismático líder de Fatah, Mahmoud Abbas, y el parlamento con mayoría del Hamas, y tras el fracaso de un frágil gobierno de unidad nacional, Gaza está cerca de convertirse en un territorio caótico, dominado por el islamismo radical sunita de Hamas, que por supuesto, obligaría a Israel y a los hasta ahora indiferentes países árabes moderados, a reaccionar para impedir que se materialice una entidad islamista apoyada por la sunita Al Qaeda, en el corazón del conflicto del Medio Oriente.
El periodista de Haaretz, Samuel Rosner, es enfático en su pesimismo sobre lo que ocurrirá en Gaza puesto que “no hay una OTAN para estabilizar su situación, ni un Estados Unidos para reforzar a sus fuerzas moderadas, ni siquiera una vecina Etiopía (aludiendo a Somalia), para apoyar a su débil gobierno”. Pero es el columnista estadounidense William Saletan, quien en un artículo publicad en 2002, da en el clavo de la esencia del problema: un proceso de paz entre palestinos e israelíes, explica, pasa por tres lenguajes: “Hebreo, Árabe y el de la asquerosa burocracia”. Sí, la burocracia, puesto que la difícil transición de las armas a la política (códigos legales, acuerdos, la lentitud de un orden institucional), es el lenguaje que aun no dominan los palestinos para funcionar como un Estado, y por eso, deben conformarse con el único que ahora tienen: un “estado de emergencia”.