Pakistán, sin muchas elecciones
Pakistán – el país que nació tras la unión de cinco provincias norteñas de mayoría musulmana de la India colonial británica – es una nación conflictiva por sus tensiones fronterizas con la India, por sus grupos separatistas como los bengalíes que en 1971 fundaron Bangladesh en su zona oriental, por la diversidad y pugnas entre sus tribus, por la cúpula militar que maneja los hilos del poder aun en las épocas de efímeros gobiernos civiles, y por la dictadura islamista de una década impuesta por general Muhamad Zia ul-Haq desde que en 1979 derrocó a Primer Ministro Zulfikar Ali Buttho – padre de Benazir Buttho –transformando a las autoridades religiosas extremistas en el segundo poder político del país.
Tras el asesinato de Benazir, es difícil que este partido que obtuvo la mayoría parlamentaria en las recientes elecciones, se pueda mantener unido ahora que los miembros del clan Buttho se han opuesto al liderazgo provisional de su viudo, Asif Ali Zardari, un personaje ambicioso y maquiavélico que intenta consolidarse como líder de la agrupación como sustituto temporal de su hijo Bilawal.
Con un PPP desgarrado por la desconfianza entre sus líderes, seguido por La Liga Musulmana (LP) del ex premier Nawas Sharif, quien intentó durante su corta gestión imponer la Sharia, ley islámica, como código legal de Pakistán, será difícil que estos dos partidos rivales de la década de los 90 logren desbancar de la presidencia al gran perdedor de las elecciones, Pervez Musharraf, el militar que acabó en 1999 derrocó al bipartidismo de ambas agrupaciones.
Si bien el gobierno de coalición del recién nombrado primer ministro Yusuf Gillani, del PPP, otorga un aire fresco para una futura democracia, persisten muchas interrogantes que delatan la precariedad política de este complejo país: ¿Gobernará Ali Zardari desde la sombra? ¿Lo impedirán los sobrinos de Benazir que claman ser los verdaderos sucesores de la dinastía Buttho? ¿Tendrán Al Qaeda y los Talibanes cuotas de poder a través de los parlamentarios de la Liga Musulmana? ¿Se convertirá el presidente – Musharraf – y no el Primer Ministro, como corresponde en un sistema parlamentario, el verdadero jefe de gobierno de Pakistán?
La lucha por el poder está recién comenzando en una nación clave para el mundo, puesto que Pakistán es, como lo define el filosofo y periodista Bernard Henri-Lévy, el agujero negro del terrorismo islamista.