¿Occidente u Oriente?
(%=Image(8143415,»L»)%) No creo que muchos de mis lectores piensen que sea un entusiasta televidente del Canal Ocho. Pero algunas veces, especialmente cuando uno de los otros canales que estoy viendo pasa a la propaganda comercial (¡el totalitarismo subliminal!), caigo de repente en el Ocho. Esto me pasó el viernes, 6 de octubre de 2006, como a las 6.45 p.m., cuando salí de una “pausa” de ¡Aló Ciudadano! en Globovisión y aterricé en el Ocho; preciso el día y la hora para que el ministro de propaganda y sus escribidores no puedan decir una vez más que estoy mintiendo. Se transmitió la intervención del teniente coronel en un acto de la reunión de la Comisión Venezolano-Vietnamita de Cooperación.
Aparte de sus acostumbradas loas al socialismo-comunismo, a Ho Chi Minh, al General Giap y sus otros héroes y sus no menos usuales ataques al imperio, su “diablo” Bush y el capitalismo-imperialismo salvaje, ambos acompañados de las sonrisas nerviosas de sus huéspedes (para los que Ho Chi Minh y Giap tienen el mismo valor como Mao Ze Dong para los actuales lideres chinos), Chávez soltó de repente lo que parece el núcleo geográfico-filosófico de su visión del mundo, su política exterior y de alianzas. Sacó un mapamundi, dibujado en forma de globo, designó una línea recta que indicaba el meridiano (de cero a cero) y trazó una curva a la altura de 80 grados que separaba el occidente del oriente. Según nuestro líder, todo lo que estaba a la derecha de la curva era oriente y lo a la izquierda occidente, visto al menos para los televidentes y los que asistieron al acto. De este modo, América Latina (desde México hasta la Tierra del Fuego) caía en oriente, mientras que la mayor parte de Estados Unidos, una pequeña parte del norte de México y Europa quedaban en el occidente.
Esta demostración de nuestro máximo geo-estratega dio lugar a una argumentación sumamente curiosa. Según su interpretación, los países de América Latina y sus pueblos pertenecen económicos, sociales, culturales y políticamente al gran oriente que implica China, Japón, Vietnam e Indonesia, más también África y los países del Medio Oriente, incluyendo Siria e Irán. En consecuencia, nosotros, como países y pueblos orientales, tenemos que aliarnos, incluso militarmente, con aquellos que el Occidente denomina “orientales”, siendo los países y pueblos que el Oriente llama
“occidentales” los enemigos naturales de los orientales y ejecutores del imperialismo en contra de ellos.
Esta argumentación despertó mi sospecha no solamente sobre las rutas de los dos recientes extensos viajes de Chávez, que incluyeron Paraguay, Argentina, Bielorrusia, Rusia, Vietnam, Libia, Benin, Malí, China, Malasia, Siria e Irán, entre otros: todos ellos pertenecientes al Oriente, según su visión de la geografía. Con los gobiernos de algunos suscribió convenios y acuerdos de colaboración (a veces por segunda, tercera y hasta cuarta vez – Rusia, China, Malasia), con los jefes de otros gobiernos juró eterna hermandad (Ajadimedad de Irán y Assan de Siria, para no hablar de Lukashenko de Bielorrusia).
También profundizó mi suspicacia acerca del trasfondo de la política exterior del supremo. Si su visión geográfica fuera correcta, su acercamiento a los países orientales (desde Siria e Irán hasta Vietnam, China y Malasia, entre otros) seria absolutamente lógico. Pues, nosotros, los venezolanos y demás latinoamericanos, también perteneceríamos al Oriente y compartiríamos con él la enemistad contra Occidente (igual capitalismo e imperialismo salvajes).
Una observación de Chávez publicada en días pasados reforzó mi sospecha. Sostuvo en un discurso que la inseguridad personal en nuestros barrios se debía a la venta y por ende el consumo ilegales de “cerveza y ron” por sus habitantes, y elogió el Islam porque prohíbe el consumo del alcohol. Igualmente, dijo, condena ciertas formas de vestir de las mujeres y contribuye así a aumentar la moral pública.
Esta observación no es sino la (a lo mejor inconsciente) confirmación de la visión geográfica del teniente coronel. Si pertenecemos al Oriente, es lógico que elementos de la cultura oriental puedan ayudar a resolver algunos de nuestros “problemas”, como la inseguridad y la falta de valores (la libertad sexual de las mujeres.
Es evidente que la visión de Chávez es equivocada y pertenece al intento inherente a cada totalitarismo de re-escribir la historia, incluso si ello implica una interpretación falsificada de la geografía. Fue Darcy Ribeiro, el gran antropólogo brasileño, quien explayó en su vasta obra la forma en que se ha construido la sociedad y cultura latinoamericanas: a través del mestizaje de pueblos indígenas, de europeos (especialmente ibéricos) y negros de África del Oeste (pertenecientes a su vez a diversas culturas). Para Ribeiro, este mestizaje había engendrado la especifidad de nuestras formas de vida y de sociabilidad, que son partes de la gran cultura de Occidente (como la anglosajona, la alemana, la romana – franco-ibérico-italiana)
Finalmente, los dos ideólogos de la revolución-socialismo del siglo XXI, Bolívar y Marx, estaban enraizados en la cultura occidental. Ahora, cómo los reconcilia y los convierte, además, en espíritus rectores de nuestra “revolución orientalista” es un secreto que sabrá guardar hasta el futuro.