No será presidente de Chile
Contra la posibilidad de verlo soltar la liana de la OEA para guindarse en la de La Moneda se confabulan todos los factores. En primer lugar, el signo de los tiempos. Visto desde una perspectiva macropolítica América Latina se despierta de la siniestra ensoñación bolivariana, que arrastrara tras suyo los despojos de una izquierda democrática que se ha negado a ponerse a pie firme junto a los demócratas venezolanos, abusando de esa mezcla de ingenuidad y pillería con que el teniente coronel Hugo Chávez ha intentado comprar las conciencias del centrismo democrático. Los Kirchner son harina de otro costal: simples mafiosos del peronismo más decadente, prontos a hacerse con parte sustancial de los obsequiosos regalos del teniente coronel, como lo dejara dramáticamente de manifiesto el bochornoso caso del maletín. América Latina gira hacia la centro-derecha. Chile, de entre todos los países próximos a dirimir contiendas electorales, el primero.
Ese es el primer factor que conspira contra las delirantes ambiciones de José Miguel Insulza de hacerse con la presidencia de Chile. El segundo factor, apenas advertido en Chile, que suele vivir con los ojos pegados a su ombligo, es la pésima gestión del ex socialcristiano virado al socialismo chileno al frente de la Secretaría General de la OEA. Utilizada como mero trampolín para anidar sus ambiciones presidenciales, urdir sus contactos internacionales y preparar el financiamiento para una onerosa campaña política. No otra es la explicación de la obscena obsecuencia con que ha tratado las sistemáticas violaciones del régimen chavista a la Carta Democrática de la OEA. Hoy una vez más reiteradas con su proyecto de enmienda constitucional. Si existe la sospecha de que la chequera de Chávez lo llevó a la Secretaría General, esta vez tendrá que olvidar la esperanza de contar con el mismo apoyo. Esos tiempos pasaron olvido. Y hasta puede que a comienzos del 2010, cuando dichas elecciones se celebren, Chávez haya perdido gran parte del respaldo con que aún cuenta. La crisis socio política que sacudirá a Venezuela a partir del segundo trimestre del 2009 será de órdago.
Pero de todos los factores que impedirán que sea el próximo presidente de Chile están los internos: 1) un mediocre gobierno socialista, que ha dejado mucho que desear; 2) las más que legítimas aspiraciones de la democracia cristiana por regresar a la presidencia, esta vez de la mano de Eduardo Frei Ruiz Tagle: y 3) la crisis interna del Partido Socialista. Lagos no podrá soldar lo que la historia se empecina en dividir: el radicalismo impenitente de un importante sector del PS, la influencia de Castro y Chávez sobre los cabezas calientes del socialismo chileno. Insulza, quien impidiera de la mano de la derecha chilena que Pinochet fuera finalmente juzgado y condenado en Londres, en Madrid o en Santiago de Chile es intrínsecamente incapaz de expresar a la totalidad del socialismo chileno. Y si el ala radical lo desprecia, la nueva socialdemocracia que busca otros rumbos de la mano de Jorge Schaulsohn o Francisco Flores lo detesta.
La principal preocupación de la Concertación es no perder el tren de la historia. Se aferrará a su último furgón de cola, Eduardo Frei. Por cierto: el único estadista con que cuenta la DC chilena. Pero los tiempos se anuncian duros. Lo más probable es que también fracase. Y que el próximo presidente de Chile sea Sebastián Piñera, el candidato de la centro derecha. Puede escribirlo. Es el signo de los tiempos.